Capítulo 38

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Henry había regresado a la compañía, Emma se levantó de la cama y tomó los bombones que le había traído, abrió el envoltorio y comenzó a comerlos, estaba feliz, muy feliz por todas las cosas buenas que le estaban pasando, y sobre todo por haber podido hablar con Henry y entenderle, él la quería, ella solo tenía que procurar no darle motivos para que dudara de ella, solo eso. Estaba dispuesta a hacer todo lo necesario porque esa relación funcionara, no iba a renunciar a ella, y para eso debía ignorar todo lo que gente como Félix dijera u opinara sobre ellos.

Escuchó que llamaban al timbre de la casa y le sorprendió, no estaba acostumbrada a que llamaran. Desde que vivía allí, Henry nunca había tenido una visita, los únicos que habían llegado allí por sorpresa habían sido sus padres. Se puso una bata y bajó las escaleras hasta encontrarse junto al contestador con vídeo que se encontraba en el salón. En el vídeo se podía ver a un hombre con una gorra, no podía verle bien la cara, se preguntaba qué querría. Activó el contestador y habló.

Cuando Henry salió con el coche del patio le pareció ver el mismo auto de cuando había llegado aparcado a una distancia de su casa, sin embargo, lo ignoró, estaba contento por el hermoso tiempo que acaba de pasar con su esposa, sus pensamientos en ese momento solo podían ir dedicado a ella, a lo hermosa que era y a lo que le hacía sentir cuando la tenía entre sus brazos, podía sentirse el hombre más afortunado sobre la faz de la tierra.

Cuando llegó en la compañía, Mario se levantó rápido de su escritorio y se acercó a él para preguntarle por Emma.

―Ella está bien―le contestó su jefe dirigiéndose a su despacho. ―¿Me muestras la grabación?

―Por supuesto.

Su asistente lo siguió por detrás y entró en su despacho seguido de él. Cuando Henry se hubo sentado detrás de su escritorio, él le acercó la iPad con el vídeo en la pantalla.

―Como sabrá, existe un punto ciego de las cámaras en dirección a los cuartos de baños. Sin embargo, aquí se puede apreciar que la señora se fue al baño, segundos después llegaba el señor Félix y al pasar por el punto muerto no se le vuelve a ver. Sin embargo, minutos después vuelven a captarle las cámaras de regreso, y cuando aparece la señora se puede notar lo…triste o preocupada que está.

―Es como una sanguijuela el malnacido―murmuró Henry con la vista fija en el iPad. ―Asegúrate de que Félix no suba a esta planta.

―Es uno de los directivos de la compañía, ¿se le puede prohibir hacer eso?

―Si se presenta aquí por casualidad sin mi consentimiento infórmame de inmediato.

―De acuerdo. Perdone que lo pregunte, pero ¿está bien Emma? Ahora que lo recuerdo me pareció que estaba rara, ahora entiendo el por qué.

―Supongo que le has cogido cariño―Henry apartó la mirada del aparato para verlo. Mario sonrió.

―Bueno, es una mujer sencilla, muy fácil de tratar y aparte es muy guapa.

―¿Así? ―Henry le mantuvo la mirada. ―Necesito que organices entrevistas para asistente de mi esposa. Solo se admiten mujeres.

―¿Es que he hecho algo mal?

―Mario, eres mi asistente, no de mi esposa, ¿entiendes lo que quiero decir?

―Oh, cierto. Entiendo. Ahora me pongo en ello. Enviaré el comunicado.
Fue entonces cuando le llegó un aviso al celular de Henry, era la alarma que le informaba de que estaban llamando al timbre de su casa. Se puso alerta y revisó en su computadora, fuera de su cerco había un hombre hablando con su esposa a través del timbre.

―¿Quiénes son esos? ―preguntó tomando su móvil y marcando a Emma. Mario se asomó a la computadora para enterarse de lo que estaba pasando.

―¿Y ese auto? ―preguntó el chico mientras Henry esperaba a ser respondido, la chica tardaba en contestarlo.

―¿A qué auto te refieres?

―Ese Ford Azul, me pareció verlo esta mañana aquí en el estacionamiento.

―¿Estás seguro?

―Creo que sí, la matrícula es la misma si no me equivoco.

Ahora que lo pensaba, ese auto llevaba tiempo cerca de su casa, ¿por qué no le había puesto atención antes?
Se puso en pie de inmediato y le dijo a su asistente que lo siguiera.

Mientras abandonaban el edificio Henry le dijo que llamara a Emma para asegurarse de que estaba bien, no entendía por qué no atendía a su llamada. Una vez en el estacionamiento se subieron al auto.

Al parecer, la chica tampoco contestaba a las llamadas de Mario y eso le preocupaba aún más, aceleró el auto y condujo durante quince minutos hasta llegar de nuevo en la casa, el auto que antes vio aparcado ya no se encontraba, Henry sintió como que por un segundo se le iba el alma, lo peor le había pasado por la mente.

―Señor―lo llamó Mario preocupado indicándole la reja en la que había estado a punto de chocar, él detuvo el coche a tiempo y soltó aliento.

Abrió la reja automática y la atravesaron. Mario se consumía por la duda, no se atrevía a preguntarle a su jefe si de verdad creía que aquellos tipos del auto aparcado pudieron acceder a Emma y hacerle daño. Solo deseaba que todo fuera un malentendido.

Henry apagó el motor del auto y se bajó enseguida de él. Iba directo hacia la puerta cuando se percató de la figura en la piscina, era Emma emergiendo de las aguas, todos sus miedos en seguida se disolvieron, volvía a respirar tranquilo., había pasado por un momento que preferiría que no se volviera a repetir.

―¿Henry? ―lo llamó ella algo sorprendida.

Se acercó a las escaleras de la piscina y salió de ella toda irresistible y tentativa con su hermoso cuerpo mojado a lo cual él no pudo pasar desapercibido, la observó detenidamente de la cabeza a los pies como si fuera la primera vez que lo hacía, se parecía a un artista apreciando una obra de arte.

―¿Por qué estáis aquí los dos? ―preguntó ella―¿Sucedió algo?

Henry giró la cabeza para descubrir que su asistente también se había quedado a admirar a su protegida. Recapacitó entonces, tomó la bata que había sobre la tumbona y se acercó a cubrirla.

―¿Por qué nunca contestas las llamadas? ―preguntó mientras ajustaba las cuerdas de la bata.

―Lo dejé en el cuarto, no me acostumbro a llevarlo encima. Prometo cambiar eso.

Él resopló, al menos ella estaba bien. La acercó a él y la abrazó, se había llevado un susto al pensar que le había podido pasar algo, ahora se daba cuenta lo condenado que estaba, tenía miedo de perderla y aquello era su perdición, ¿cómo había llegado a permitir que algo igual le sucediera?

―¿Habéis venido porque no contestaba al móvil? ―susurró ella contra su pecho.

Henry se separó para poder verla, le mantuvo la mirada, aquel ser había logrado cautivarlo, algo que nadie había logrado en toda su vida y ahora tenía miedo de perderla.

Se volvió de nuevo para ver a su asistente quien los miraba asombrado, ahora podía probar por su propia cuenta que los dos estaban juntos, en su rostro se había dibujado una sonrisa. Henry se guardó las reclamaciones para otro momento y le pidió que regresara a la compañía a poner todo en orden, que él no regresaría por aquel día y que le dejara el iPad, tenía que discutir ciertas cosas con Emma, necesitaba asegurarse de que no existía ningún peligro.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora