Capítulo 35

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Emma regresó a su oficina donde había dejado a Mario esperándola. Intentó poner buena cara mientras se acercaba a tomar de nuevo el asiento detrás de su escritorio.

―¿Por dónde íbamos? ―preguntó mirando los documentos que tenían sobre la mesa.

―La estaba mostrando el balance de los...―Mario se detuvo un rato mientras se fijaba en ella―¿se encuentra bien? ―Emma lo miró.

―¿Yo? Sí...claro, ¿por qué? ¿Me veo mal?

―Oh, no, en absoluto. Es que parece que...

―Mario, estoy bien, de veras. sigamos, por favor.

―De acuerdo. Lo siento.

El chico comenzó a hablarle, pero en seguida a su mente le regresaron las palabras que le había dicho Félix, quería ignorarlas, pero no lo conseguía, la estaban generando dudas y sentía que iba a explotar si no obtenía respuestas.

―Mario. ―lo llamó y éste se detuvo para prestarla atención.

―¿Sí? ―notó que ella estaba jugueteando con el bolígrafo sobre la mesa como si estuviese nerviosa, ¿le había mentido cuando le dijo que estaba bien? Ella tardó unos segundos antes de hablar, parecía pensarse la pregunta.

―¿Qué puedes contarme de la exnovia de Henry? ―el chico pareció sorprendido por la pregunta.

―Sinceramente no tuve la oportunidad de conocerla. Solo llevo trabajando para él ocho meses y en todo ese tiempo no ha permitido que ninguna mujer se acerque a él, excepto a usted, por supuesto.

Bueno, tampoco podía sentirse especial por eso, él la había permitido entrar en su vida porque estaba indefensa y le estaba pidiendo ayuda, suponía que no se la negaría a nadie.

―¿Solo ocho meses?

―En realidad se siente como si llevara trabajando para él toda la vida―dijo Mario con una sonrisa.

―La verdad que sí, te tiene mucho aprecio. ―Mario alzó las cejas.

―¿Dices que mi jefe me tiene aprecio? Lo dudo, si fuese así se diría que necesita mucha práctica para demostrarlo―los dos se rieron.

―Es como lo que me dijiste, es difícil saber qué es lo piensa a veces, y es realmente confuso, pero vale la pena cuando descubres que le importas. ―esbozó una sonrisa.

― Creo que, con su escaso círculo de amistad, es un honor saber que cuenta contigo, no lo cambiaría por nada. ¿Puedo hacerla una pregunta sin que parezca un entrometido?

―Claro.

―Henry me dijo que el viaje había sido bueno, ¿eso quiere decir que entre ustedes...?―dejó la pregunta al aire, ella sonrió de nuevo.

―Así es. ―Mario abrió los ojos llenos de sorpresa y se puso en pie.

―¡¿Es en serio?! Ahora entiendo que no me despidiera después de la falta que cometí. ―volvió a sentarse a la mesa ―Sé que es muy extraño que a un asistente se preocupe por la vida sentimental de su jefe, pero no sé por qué no puedo evitarlo, supongo que es por su situación extraña con las mujeres...espere, ¿es por eso que me ha preguntado por su antigua relación.

―Oh, no―contestó nerviosa, no quería parecer una insegura. ―Solo quiero aclarar algunas dudas.

―Entiendo.

―¿Conoce a alguien discreto con quien pueda hablar del tema? ―el chico se puso pensativo durante un segundo.

―La señora Annabeth lleva trabajando mucho tiempo por aquí.

―¿Quién es esa?

―Exacto, esa es la cuestión, pasa tan desapercibida que todos se olvidan de su presencia. Es una de las antiguas mozas de la compañía.

―Quiero conocerla.

―De acuerdo. Hablaré con ella y...

Sonó el móvil de Emma sobre la mesa. Ella lo tomó, era la llamaba de Henry, su corazón latió con fuerza mientras una especie de tristeza se hacía presenta. Descolgó la llamada y llevó el aparato al oído.

―Hola.

―Debes tener hambre, salgamos a desayunar algo. ―ella volteó la cabeza hacia el cristal, a través de éste podía ver a Henry de pie observándola todo apuesto y hermoso. Aquel sentimiento horrible volvía a apoderarse de ella ¿por qué le dolía el corazón? ¿por qué sentía que podía perderle? Según lo que le había contado Félix, existía la posibilidad de que dejara de quererla, ¿ese iba a ser su destino? ¿estaba condenada a perder a cualquier hombre de quien se sintiera atraída?

Escuchó la voz de Henry llamándola al otro lado. Ella se puso en pie con el móvil todavía en el oído y caminó fuera de la oficina y lo alcanzó.

―¿Emma? ―la llamó él con expresión de preocupación.

La chica lo alcanzó y una vez frente a él lo abrazó rodeándole con sus brazos. Henry miró a su asistente interrogándolo con la mirada, pero éste se encogió de hombros, tampoco entendía lo que pasaba.

Le devolvió abrazo besando su cabeza y luego acariciándole el cabello. Segundo después la separó un poco de él para verle el rostro, frunció el ceño.

―¿Has llorado? ―¿cómo podía darse cuenta de eso―¡¿Qué ha pasado?!

―Na-nada. No me ha pasado nada.

―¿Estás segura? ―ella asintió, pero a él le resultaba difícil creerlo, pero ¿por qué le ocultaría ella algo? Soltó aliento. ―Está bien. Salgamos entonces.

Bajaron al aparcamiento y caminaron hacia el auto, Henry se acercó a abrirle la puerta del copiloto, pero primero la acercó a él para tenerla de frente, estaba seguro de que la pasaba algo, aunque dijera lo contrario, podía notarlo en su mirada, no podía estar tan equivocado. Apartó los mechones de su rostro suavemente mientras le mantenía la mirada.

―¿Vas a contármelo?

―¿El qué? ―preguntó nerviosa. Sabía que tenía que contárselo, pero temía que reaccionara de mala manera, y no era por Félix, le deba igual lo que le pasara, temía que al contárselo empezara a distanciarse de ella como lo había hecho con las otras. Quería tener más tiempo con él.

―Entonces, no ha sucedido nada en mi ausencia. ―ella lo miró nerviosa, ¿de verdad quería comenzar aquella relación con mentiras?

―Tal vez...pero no es nada de lo que tengas que preocuparte.

Entonces sí había algo, ¿Qué le dijera que no debía preocuparse no era motivo de preocupación? Odiaba las incertidumbres, pero no podía obligarla a hacer algo que no quería. Le abrió la puerta y ella se subió en el auto.

―Dame un segundo―le dijo a la chica antes de subirse también al coche. Sacó su móvil del bolsillo de su chaqueta y se apartó a una distancia prudente. Le marcó a su asistente y llevó el móvil al oído. Mario contestó enseguida. ―¿Sucedió algo mientras trabajabas con Emma?

―No que yo sepa, ¿por qué? ¿se siente mal la señorita? O sea, señora.

―¿Estás seguro? ―insistió, estaba seguro de que debió pasar algo.

―Seguro señor, solo estábamos conversando. ―Henry resopló.

―Tampoco la perdiste de vista. ―hubo un corto silencio del otro lado.

―No exactamente, solo un rato, cuando se fue al baño.

―Se fue al baño sola.

―No sabía que debía...

―Necesito que revises en la cámara de seguridad si le sucedió algo durante ese tiempo.

―¿Le pasa algo a Emma?

―Has lo que te he pedido, si encuentras algo házmelo saber.

Colgó la llamada y regresó a subirse en el auto donde lo esperaba su esposa. Le sonrió y luego puso el auto en marcha mientras internamente deseaba que no hubiera sucedido nada que no hubiera podido evitar, no podía fallarla después de haber prometido protegerla.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora