Maratón 1/4
Los besos eran delicados como si él tuviese miedo de lastimarla. Escucharla gemir ante ellos hacía que despertara en él aquello que debía mantener controlado. Intentó apartarse, pero ella lo mantuvo agarrada del cuello suplicándolo con la mirada que no se detuviera, ¿cómo iba a negarse? Retomaron el beso y esta vez fue más intenso.
Emma pasó su mano por su pecho e intentó desabrocharle los botones, pero él rápidamente tomó su mano deteniéndola y dejando de besarla.
―Por favor―pidió ella.
―Has tenido una conmoción, tienes que descansar.
―Te prometo que estoy bien, necesito esto, por favor.
¿De verdad se estaba negando a algo que realmente deseaba? Además, se lo estaba suplicando ella. “A la mierda todo”, pensó y se lanzó de nuevo a sus besos. La chica tomó la iniciativa y se colocó sobre él mientras con sus dedos desabotonaba su camisa, su chica se había hecho grande y aquello le gustaba de alguna manera, sin embargo, se incorporó permitiendo así que ella se quedara sentada sobre él; si iban a hacerlo no iba a dejar que realizara mucho esfuerzo en su estado. Besó su cuello e igualmente la ayudó a despojarse de su ropa, gruñó al tener su cuerpo completamente desnudo frente a él, cuánto lo había añorado, besó y acarició cada rincón de su cuerpo y regresó a su cuello y luego a sus labios. ¡Cuánto la deseaba! La ayudó a posicionarse para la penetración, pero primero se detuvo para mirarla, quiera verla a los ojos mientras la hacía suya. Los dos respiraban agitados y poco a poco deslizó su intimidad por su miembro. Juntos soltaron un gemido de placer mientras se llenaban el uno del otro.
Una vez dentro de ella por completo, la chica comenzó a moverse sobre él con movimientos lentos los cuales con el tiempo fueron tomando un ritmo más rápido. Posó sus manos contra su cintura para ayudarla con los movimientos y volvieron a los besos mientras ella lo cabalgaba.
Juntos llegaron al éxtasis y ella se desplomó sobre su hombro.―¿Estás bien? ―le preguntó él mientras le acariciaba la nuca.
―Sí―contestó ella todavía agitada.
Él depositó un beso en su cuello y se dejó caer de espaldas sobre la cama con ella todavía encima de él. Tomó el edredón y se cubrieron. Ella tenía los ojos cerrados y él no podía hacer nada más que observarla y besarle la coronilla mientras le pegaba aún más a él como si temiera perderla. Por supuesto que la quería a pesar de todo lo que estaban viviendo.
Cuando Féodal llegó en la compañía, se fue directo al despacho de quien lo contratara para que lo ayudara con el márquetin de su empresa, Félix. Lo encontró en justo allí ordenando sus cosas sobre su escritorio.
―Oh, menos mal que llegó. Hay algo de lo que tiene que saber y espero que le parezca bien. ―habló sin prestar atención a la expresión de enfado en su rostro.
―Quiero que me diga por qué contrató me para este trabajo. ―fue directo al grano.
Félix detuvo lo que estaba haciendo para mirarlo, se parecía a un Féodal distinto y molesto, seguramente estaba al tanto de lo que estaba pasando, ya tardaba en enterarse. Soltó aliento y se sentó en su silla.
―¿Puede tomar asiento por favor?
Preferiría que no, pero si iban a hablar quería que fuera como dos personas civilizadas, a menos que se viera obligado a que fuera lo contrario. Tomó asiento frente a él.
―¿Y bien?
―Me imagino que ya sabe qué es lo que está pasando en esta compañía.
―Envió a esos tipos a que le hicieran daño por Emma ¿cierto? ¿Sabe que pudieron acabar con su vida y con la mía de paso?
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La protegida del CEO [COMPLETA]
Romantizm¿Suerte o destino? Emma Hale tan solo necesitaba de alguien que la librara de sus perseguidores, sin embargo, encontró algo más. Encontró a alguien que no solo estaba dispuesto a librarla de ellos, sino que también estaba dispuesto a protegerla de t...