Había que verlo para creerlo. Aquella chica cada vez lo sorprendía más, no creía que pudiera ser real. Se preguntaba cómo había sido criada. Su madre no parecía de buen ejemplo para educar a una alguien como ella. ¿Estaría loco si aventuraba a decir que podía gustarle? No, era demasiado precipitado, a veces tenías que ver las cosas para poder creértelas. Soltó aliento.
―Lo siento―dijo ella acariciando nerviosa el cuello―creo que me he pasado.
―No lo sientas. No has dicho nada malo.
―Creo que sí. Al decir eso solo lo he hecho pensando en mí y no en lo que le convenía a usted. Lo siento.
Observó de nuevo el contrato y se concentró en el punto cuatro que decía: Durante el contrato, no habrá contacto físico entre las dos partes, a menos que exista un consentimiento mutuo.
Releyó una y otra vez aquel punto, consentimiento mutuo ¿había posibilidad de que aquello sucediera o solo se redactó por pura formalidad? No podía preguntárselo, ¿y si la malentendía?
―Si necesitas alguna otra aclaración, puedes decírmelo. O si crees que deberíamos cambiar algún punto o añadir otro creo que a mi asistente no le importaría trabajar horas extras―dijo revisando su reloj de mano que daba ya las ocho y veinte de la tarde.
Pasaron otra hora discutiendo algunos puntos, al final se convenció, sin embargo seguía interrogándole para así evitar tener que meterse en su cama. Al final se dio cuenta de que era realmente agradable hablar con él, era atento y paciente, tanto que en una ocasión ella tuvo que quedárselo mirando sin escuchar nada de lo que decía él hasta que éste la preguntó si lo había entendido y tuvo que regresar a la realidad y comportarse. De pronto le estaba entrando sueño, pero se resistía a cerrar los ojos.
―Estás cansada. Puedes irte a la cama y descansar. ―le dijo al verla bostezar.
―No, no. Estoy bien.
―De acuerdo. ―continuaron―Por cierto, cocinas muy bien. Si no fuese por mis padres, lo habría disfrutado mucho más.―sintió que tenía que decírselo, era su manera de valorar su esfuerzo por preocuparse por él. Debía pensar en buscar a otra que se encargara de los trabajos de la casa, no quería que ella tuviera que preocuparse por ello, aunque realmente sí había disfrutado de su preparación.
―Gracias―contestó ella realmente sorprendida, pero emocionada y algo sonrojada. Tuvo que apartar la mirada para que no la malinterpretaran.
Pasaron unos minutos más y el sueño pudo con ella. Sabía que él la estaba explicando algo, sin embargo, no podía entenderle, hasta que, sin pretenderlo, se había sucumbido al sueño.
Henry tuvo que dejar de la explicación una vez que sintió la cabeza de la chica chocar contra su brazo. Giró la cabeza para verla, tenía los ojos cerrados, se había dormido, increíble. Se preguntaba si era algún truco o algo por el estilo.
―Emma―pronunció su nombre en un intento de despertarla, sin embargo, ella solo se revolvió un poco.
―Ya voy papá―murmuró la chica, pero no abrió los ojos, se había sumido en un sueño.
Él no pudo evitar sonreír, ¿de verdad lo había llamado papá? Tal vez estuviera soñando con su padre, el señor Hale, de pronto se encontró recordando a aquel hombre sabio. Si hubiese sabido que pronto lo perdería la vida, habría inventado motivos para reunirse a menudo con él. Soltó un suspiro y dejó los papeles sobre la mesa para tomar con cuidado el cuello de la chica. Inmediatamente sus ojos se posaron en sus labios, se acordó del beso.
―Eres realmente imbécil―se dijo a sí mismo con una sonrisa en los labios. Ahora le parecía realmente ridícula su idea de besarla para protegerla, es lo más estúpido que recordaba haber hecho en su vida.
Se incorporó mejor para poder cargarla. La tomó en brazos con cuidado y la alzó, la chica pegó su cabeza sobre su hombro. Caminó hacia la cama y con delicadeza dejó reposar su cabeza sobre la almohada. Todavía inclinado, sucumbió al deseó de apartar mechones de pelo que la cubrían el rostro. Se acordó de aquel día cuando la encontró en esa misma cama por un error. Puedes estar tranquilo, se dijo a sí mismo, ella está enamorada de otro, no de ti.
Se incorporó de inmediato y le dio la espalda. Estaba enfadado, pero ¿por qué? Se acercó al sofá y se tendió sobre él boca arriba, con la mirada al techo. Minutos después giró la cabeza para mirar a la chica, no estaba cubierta, debía tener frio. Se levantó de nuevo y se acercó a cubrirla con el edredón. Regresó de nuevo al sofá, durante un par de horas no pudo conciliar el sueño, su cabeza estaba dando vueltas, pensaba en todo lo que estaba a punto de hacer, y pensaba en ella, sobre todo, pensaba en cómo sería el hombre de quien se había enamorado ella.
Emma parpadeó un par de veces hasta que sus ojos se acostumbraron a la luz. Inmediatamente sus ojos se posaron sobre aquel hombre atractivo e increíblemente apuesto, entonces se acordó, ¡estaba en el cuarto de Henrry! Cómo se le había ocurrido quedarse dormida, y otra cosa, ¿cómo había llegado a la cama? se puso roja de vergüenza al imaginárselo. Cerró de nuevo los ojos, no se atrevía a verlo a la cara. Pero entonces volvió a abrirlos discretamente. Él estaba frente al espejo, el cual se encontraba junto a la pared cerca de los ventanales de donde provenía la luz del nuevo día.
Se fijó en aquel hombre fornido que tenía a la vista. Al parecer se había duchado, tenía un aspecto fresco, llevaba puesto unos pantalones azul oscuro y una camiseta blanca de manos cortas que permitía apreciar la musculatura de su cuerpo. Era la primera vez que lo veía con una camisa de mangas cortas. ¿Será que a ella le atraía aún más un hombre con camiseta de manos cortas? La vez que se sintió tentada a besarle a Féodal, fue aquel día que se acercó a ella a explicarle un tema sobre el trabajo que ella estaba realizando. Llevaba puesto una camisa deportiva, sin mangas, de un color verde lima que llamaba mucho la atención, sin embargo, le quedaba muy bien. Ella había dejado de escucharlo y sintió ganas enormes de lanzarse a besarlo, y lo habría hecho si no fuese que estuvieran en una sala donde estaban otros compañeros trabajando. Y ahora le estaba pasando otra vez. Cerró los ojos, no podía pensar esas cosas, y mucho menos Henry debía saber que ella lo estaba observando de esa manera.
Sintió que él pasaba por su lado, seguramente se había detenido, ¿se habrá dado cuenta de que lo había estado mirando? No abrió los ojos hasta que escuchó cómo se abría y se cerraba la puerta. Soltó aliento y se incorporó sobre la cama para recordar que hoy era la boda.
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La protegida del CEO [COMPLETA]
Romance¿Suerte o destino? Emma Hale tan solo necesitaba de alguien que la librara de sus perseguidores, sin embargo, encontró algo más. Encontró a alguien que no solo estaba dispuesto a librarla de ellos, sino que también estaba dispuesto a protegerla de t...