Capítulo 45

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―Creo que les han tendido una trampa―decía Mario, Henry estaba inquieto dando vueltas de un lado a otro mientras se llevaba la mano a su pelo. ―Pudo haber sido Félix, los tipos esos del otro día o tal vez el propio Féodal.

―No me digas.

―Lo que no entiendo es ¿por qué no le dijo a la señorita que usted no había tenido nada que ver? Estoy seguro de que le habría creído.

Henry se detuvo y se puso algo pensativo.

―¿Para qué? No quería que se sintiera obligada a estar conmigo cuando en realidad su corazón está con otro. ―resopló― Tal vez esa era un buen motivo para ella de tomar la decisión que realmente deseaba.

―Usted la quiere―Henry se volteó para mirarlo inquietante―o sea, lo que quiero decir es que ella también lo quiere.

―¿Tú qué sabrás de eso?

―Ella se fue a la oficina solo para contarle que le había dejado claro a Féodal que lo quería a usted, que no quería nada con él porque lo amaba. Estaba muy emocionada, solo debió haberla visto. Nos dijeron que tenía una reunión con los de finanzas y ella se quedó a esperarlo hasta que llegó ese…inesperado correo que lo estropeó todo. No entiendo cómo sucedió, lo lamento.

Henry se quedó quieto reflexionando en lo que le acababan de contar. Si era cierto que ella lo había elegido a él y que alguien estaba detrás de todo debía actuar rápido antes de que le sucediera algo a ella. ¿Por qué demonios la había dejado irse sola? En qué estaría pensando.

―Averigua en qué hotel se hospeda, y encuentra a ese fotógrafo, quiero saber quién le contrató para que tome esas fotos.

Mientras tanto, Féodal había llegado en la compañía, y antes de buscar a Félix, decidió ir a ver a Emma, le había agradado poder hablar con ella después de todo ese tiempo, aunque no había obtenido el resultado esperado. Lamentaba no haber seguido a su corazón cuando le decía que ella era lo que él necesitaba. Era increíble creer que se hubiera casado en tan poco tiempo, estaba seguro de lo enamorada que estaba de él, ¿cómo es que lo había superado así de pronto? Era ese amor que sintió por él lo que había hecho creer que siempre estaría allí para él.

Cuando llegó al puesto de su secretaría, la escuchó que hablaba por teléfono. Ella le sonrió coqueta y luego depositó el aparato al concluir la llamada.

―Buenos días señorita―saludó, cuando se trataba de trabajo siempre se mantenía profesional, los coqueteos eran para fuera de la empresa. ―¿Ya llegó la señora Emma?

―No creo que venga hoy.

―¿No?

―Hace rato estaba hablando con ella. Me ha pedido que le reserve habitación en algún hotel.

―¿Cómo?

―Oh, lo siento. No creo que debí darle esa información.

―Tranquila, no es grave. Y ¿en qué hotel ha pensado? Quizás pueda ayudar. ―la mujer le mencionó el nombre del hotel y él se lo agradeció.

Él estaba seguro de que algo había sucedido, quería ver que ella estaba bien.

Salió del edificio y tomando su auto condujo hacia el hotel.

Emma había conseguido una habitación suite en el hotel, su asistente se lo había adquirido, ella no habría sido capaz de pararse frente a los recepcionistas y mantenerles una conversación con todo lo que estaba sintiendo, habría corrido el riesgo de llorar frente a ellos.

Ahora se encontraba dentro de la habitación, sentada en el suelo y pegada su espalda a los pies de la cama mientras lloraba, le parecía todo irreal, en realidad no entendía qué era lo que realmente había sucedido, había pasado todo tan rápido que no entendía cómo había pasado de estar con la persona que mejor le había tratado, sin contar a su difunto padre, a estar sola en un cuarto de hotel como una huérfana a la que nadie quería. ¿Por qué Henry no la había detenido? ¿por qué simplemente no le había dicho algo reconfortante en lugar de dejarle el paso abierto para que se fuera? Aquel recuerdo intensificaba todavía más el dolor que sentía en el pecho, ¿es que él no la quería lo suficiente? Se acordó de April, con ella había estado más tiempo que con ella y aun así se olvidó de ella sin remordimientos ¿es lo que estaba pasando con ella?
Intensificó el llanto ocultando su rostro entre sus piernas.

Llamaron al teléfono fijo de la habitación, como seguía sonando ella levantó la cabeza para dirigir su mirada hacia el lugar donde se encontraba. Se puso en pie y caminó a descolgarlo y llevar el móvil al oído.

―Señora Hale.

―Sí, dígame―procuró sonar lo más normal posible.

―Su esposo Henry se encuentra aquí, ¿quiere que le haga pasar?

Emma se quedó absorta por un instante, ¿acababan de decirle que Henry estaba allí y que quería verla? Sintió que su corazón daba un vuelco. Escuchó de nuevo la voz de la chica al otro lado haciéndole la misma pregunta.

―Sí, por favor. Puede…indicarle el cuarto. 

Depositó el aparato en su sitio y se llevó las manos a las mejillas para secarse las lágrimas. Henry no había perdido tiempo y había ido a verla, ¿iría a disculparse por haber desconfiado de ella? Si iba a buscarla tan pronto debía significar que sí la quería. Un rayo de esperanza alumbró su corazón. Pero descubrió que sus manos estaban temblando, pero ¿por qué? Solo era Henry, había pasado por mucho con él.

Caminó rápido hacia la puerta y la abrió para posicionarse junto al umbral mientras esperaba nerviosa a que su esposo a quien amaba apareciera, aunque ante la ley no fuera no fuera legalmente su esposo.
Se abrió el ascensor ante la mirada expectante de la chica. y por éste vio que aparecía alguien que no se esperaba, frunció el ceño confusa al ver a Féodal acercarse a pasos agigantados hacia ella.

―Pero…¿qué haces…aquí? ―preguntó cuando estuvo frente a ella, la chica miró detrás de él.

―Tenía que verte, supe que te fuiste de la casa de tu esposo.

―Pero…no puedes estar aquí, Henry llegará en cualquier momento y no quiero que hayan malentendidos.

―No es cierto. Le dije a la recepcionista que yo era tu esposo, era la única manera que se me ocurrió para poder saber dónde te quedabas.

Una vez Emma escuchó aquello, las lágrimas no pudieron controlarse y se derramaron por sus mejillas. Féodal la acercó hacia ella para consolarla mientras apoyaba su cabeza contra su pecho.

―Shh―acarició su espalda―no llores, por favor. Entremos, no podemos quedarnos aquí en el pasillo.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora