Capítulo 42

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Maratón 4/4

Henry se despertó primero al amanecer, la chica seguía pegada a él. Se veía tranquila y estaba hermosa como siempre, era su parte favorita al despertarse, ¿por qué iba a perder aquello por un inoportuno percance? La quería y debía confiar en que ella siempre lo elegiría. ¿Qué le estaba pasando? La acarició el pelo, el brazo, tomó su mano con la suya y la besó. La chica se removió, parpadeó un par de veces y luego abrió los ojos, sonrió al verlo observarla.

―Buenos días―saludó.

―Buenos días, preciosa. ―ella se elevó para darle un beso rápido en los labios. Él le dedicó una sonrisa y le pegó aún más a él mientras soltaba un suspiro y le acariciaba la espalda. Emma lo abrazó fuerte, ella era todo lo que él necesitaba.

―¿Nos preparamos para irnos juntos a la compañía? ―preguntó él mirando la hora en el reloj que había sobre la mesita.

―Sobre eso, hoy no me iré a la empresa…al menos no por el resto de la semana. ―dijo sin mirarlo.
Hubo silencio por un rato antes de que él hablara.

―Quiero que hables con él―soltó consiguiendo que ella alzara la cabeza para mirarlo confusa.

―¿Qué es lo que acabas de decir?

―Sé que él también quiere hablar contigo, pero lo estás evitando. Tienes que dejarle claro lo que sientes.

―Ha sido Mario ¿verdad? ―Él frunció el ceño confuso.

―¿Mario? ¿qué tiene él que ver con eso?

―Entonces él no…O sea, no necesito demostrarle nada a Féodal, lo nuestro es pasado, yo te quiero a ti.

―Si me quieres entonces no tendrás problema en hablar con él y dejárselo claro, porque dudo que él piense igual que a ti. ―Emma se sentó sobre la cama y él se incorporó igualmente. ―A menos que todavía sientas algo por él, y que esa sea la razón por la que lo evitas.

―Henry, yo no…―no sabía qué decir al respecto, lo cierto era que le daba miedo descubrir que sí todavía sentía algo por él, lo cual no quería que sucediera.

Henry pareció notar ese miedo en ella y en su interior se instaló aquella mezcla de celos e ira, pero ¿qué podía hacer? Intentaba comportarse como cualquier persona normal y darle el beneficio de la duda antes de que se le ocurriera hacer algo que acabara lastimándolos a los dos.

Se bajó de la cama y se movió ante la mirada de la chica. Se quitó la camisa y se metió en el cuarto de baño. Emma se sentía mal y se preguntaba si lo había lastimado al no ser capaz de contestarle claramente.

Cuando él regresó a la habitación después de darse la ducha, ella estaba sentada en la cama, parecía preocupada, él se dispuso a cambiar.
―No quiero perderte. ―susurró ella suplicante.

Él cerró los ojos y exhaló profundo en un intento de controlarse. Se dio la vuelta para verla.

―¿Sabes qué implica eso? El simple hecho de que lo digas significa que sí sientes algo por él.

―¡No! Bueno, tal ves sí, pero no. Su oportunidad ya pasó, me demostró que no era lo que yo necesitaba, solo quiero estar contigo.

―¿Por qué? ¿por qué soy amable y decidí protegerte? ¿crees que soy un príncipe azul?

―¡Henry! ―se puso de pie con un nudo en la garganta. Él se acercó a ella mientras terminaba de abrocharse la camisa.

―Solo tienes que hablar con él. Y para que sepas que confío en ti, te dejo que habléis fuera de la compañía. Y cualquiera que sea la decisión que tomes la respetaré.

¿Acababa de soltar aquella gran estupidez de que la aceptaría? Eso nunca pasaría, pero tenía que mostrarse comprensivo ¿o no? Como fuera, tomó su chaqueta, su celular y antes de salir de la habitación se acercó a ella para depositarle un beso en la mejilla.

Cuando él Salió de la habitación, ella resopló y decidió regresar de nuevo a la cama y cubrirse con la sábana hasta el cuello. ¿Qué iba a decirle a Féodal? ¿Cómo comenzaría una conversación con él? ¿de verdad Henry confiaba en ella? En su rostro asomó una sonrisa ante tal pensamiento, que él confiara en alguien era demasiado, entonces sí podía hacerlo. Se sentó sobre la cama y tomó su teléfono para llamarle a su secretaria y decirle que le consiguiera el número telefónico de Féodal y se la enviara por mensaje.

En unos minutos, cuando le llegó el mensaje, se incorporó sobre la cama para revisarlo, su secretaria le había enviado el contacto que había pedido, de pronto le estaba latiendo el corazón más de lo normal, pero ¿por qué? Se llevó la mano al pecho e intentó controlarlo. Respiró profundo y decidió marcarle al hombre de quien se había enamorado en su día, cuanto antes acabara con esto mejor le iría en su relación tal y como le había dicho Mario.

Se escuchó su voz en el segundo repique, ella se quedó inmóvil, era como si se le había ido la voz, Féodal insistió de nuevo al otro lado.

―Hola Féodal. ―Hubo un corto silencio antes de que él contestara al otro lado.

―¿Emma? Hola. ―escuchó que suspiraba―Cuánto me alegra que me llames.

―Quiero que hablemos.

―Por supuesto, yo también quiero eso. Es lo que llevó intentando desde que volví a verte.

―¿Dónde nos vemos?

―Puedes venir a mi hotel, tienen un buen restaurante, bueno, si es que no te importa desayunar conmigo mientras hablamos.

Ella guardó silencio durante un rato preguntándose si era buena idea.

―De acuerdo, ¿Dónde te hospedas?

Féodal le dio la dirección del hotel, después se concluyó la llamada. Emma se quedó mirando su móvil por unos segundos antes de soltar un suspiro y dejarse caer sobre la cama, estaba ya decidido, iba a hablar con él.

Se levantó de la cama y decidió prepararse, se dio una ducha y se cambió. Su duda estaba en si se había arreglado demasiado para ir a hablar con alguien que ya no le importaba, o si debería ir menos arreglada.

Cuando salió de la casa, Mario estaba esperándola fuera con el auto, siguiendo las órdenes de Henry.

―¿Te ha pedido que me vigiles en mi reunión con Féodal? ―preguntó una vez se subió en el auto.

―Tal ves te sorprenda, pero ese no es el motivo. Prometió cuidarte y no puede dejarte salir por allí sola. Te dejaré en el lugar de encuentro y os dejaré solos, lo prometo, es lo que me ha pedido él.

―Gracias.

Después de conocer la dirección, Mario condujo hacia el hotel donde la esperaba Féodal.

La depositó en la entrada del hotel. Emma se bajó del auto y se detuvo frente a las puertas durante un rato, el frio viento la hizo entrar en razón y avanzar atravesando así las puertas del edificio.

Un conserje se acercó a recibirla, le dijo a quién iba a ver y él le condujo hacia la mesa donde la esperaba Féodal. Se encontraba en una terraza, al aire libre. La mesa estaba ya servida con todo tipo de desayuno. Le agradeció al conserje y éste se alejó. Emma se había quedado de pie, estaba observando al hombre de quien se había enamorado en algún momento de su vida. No se había percatado de su presencia, toda su concentración se encontraba en su móvil, el cual estaba manejando en ese momento y ella se preguntaba si estaba trabajando o era simplemente por costumbre. Verlo de esa manera le hizo recordar uno de los motivos por los que había pensado que estaría cometiendo un grave error si decidía aceptarlo en su vida, aunque no podía ignorar que seguía viéndose tan apuesto como recordaba.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora