Caminó hacia la cocina, una vez allí se acercó al refrigerador y lo abrió. Se trataba de uno de esos modernos incrustados a la pared y con acceso a la red. Se encontraba medio llena, al parecer Fiona no acababa de hacer la compra y gracias a ella Henry ya no tenía criada. Soltó aliento. ¿Cuántos problemas más iba a crearle?
En la nevera había mucha verdura y frutas y algo de carne. No era una gran cocinera, pero estudiar fuera de casa le había hecho aprender muchas cosas y entre ellas estaba cocinar, sin embargo, eso no aseguraba que a Henry fuese a gustarle su comida, ¿le gustaría? Pensó preocupada. No le quedaba de otra, debía intentarlo. Quitó lo necesario y lo colocó sobre la encimera, junto al fregadero.
Se hizo una trenza con su pelo, no tenía con qué recogerlo, y seguido se lavó las manos. Comenzó con la preparación, iba a preparar uno de sus mejores platos, tenía que gustarle a aquel hombre que desde el primer día había decidido ayudarla aun sin saber quién era. Sin pretenderlo, su mente viajó automáticamente a aquel beso de la mañana. Pensar en ello hizo que sintiera un escalofrió recorrer por su cuerpo, cuando reaccionó, se encontró a sí misma acariciando sus labios con los dedos, apartó de inmediato la mano.
―¡¿Qué demonios te pasa?! ―se reprochó a sí misma. Se llevó la mano al pecho que le estaba latiendo con fuerza. Inspiró profundo durante unos segundos hasta conseguir que regresara a la normalidad.
Sería una gran estupidez pensar que podía fijarse en Henry como hombre...Pero es que es tan guapo, atractivo y besa tan...dejó horrorizada el cuchillo sobre la encimera, ¿qué la estaba pasando? No podía seguir pensando de esa manera. Abrió de nuevo el refrigerador y se sirvió un vaso de agua fría. Debía ser el hambre, la estaba nublando la vista. Tomó una manzana y se la comió, estaba segura de que si Henry llegara a saber lo que le pasaba la echaría a patadas de su casa. Él ya le había pedido disculpas por el beso porque no había sido nada importante, ya era hora de que se fuera olvidando de aquel innecesario incidente.
Prendió la tele para dejar de pensar y por si volvían a hablar de ella. Su supuesto prometido no se atrevía a confesar que ella se había escapado de la boda porque era forzada, se preguntaba cómo estarían las cosas en la casa, ¿su madre estaría preocupada por ella? Lo dudo, pensó con tristeza y continuó preparando la comida.
Una hora y media más tarde todo estaba listo, hasta el postre que consistía en gelatina cremosa. Daban las dos de la tarde y hasta entonces Henry no había llegado, pensó que regresaría pronto cuando le dijo que traería el contrato del falso matrimonio. ¿Y si se le había ocurrido ir a comer en algún restaurante? ¿Por qué tenía que ser restaurante? Tal vez tuviera una novia, y la razón por la que esté tardando en llegar sea porque esté intentando convencerla de la boda falsa. Otro cargo a su conciencia.
Decidió que primero se daría una ducha y ya luego haría la mesa. Iba a esperarle. Y así lo hizo. Se había duchado y cambiado. Regresó al salón, hizo la mesa y decidió esperar sentada en el sofá a que regresara el dueño de la casa, ¿qué más podía hacer?
Cuando Henry llegó a la compañía, escuchó murmuraciones sobre que Félix lo había buscado. Llegó a su despacho, pero antes de entrar pudo ver a través del cristal que había alguien sentado sobre su escritorio, le había dado la vuelta a la silla, pero por su cabello oscuro y algo largo podía deducir que se trataba de él, de Félix. Inmediatamente se instaló en su interior una furia indescriptible, ¿qué demonios hacía él en su despacho sin su consentimiento? Miró a Mario con mirada recriminatoria, éste se encogió de hombros, no podía echarle la culpa, después de haberse enterado de lo que pasaba con Emma lo había obligado a que salieran juntos y fue todo rápido.
Henry entró en su despacho, su asistente lo siguió por detrás preocupado por lo que podría pasar.
―¿Qué crees que estás haciendo en mi despacho?
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La protegida del CEO [COMPLETA]
Roman d'amour¿Suerte o destino? Emma Hale tan solo necesitaba de alguien que la librara de sus perseguidores, sin embargo, encontró algo más. Encontró a alguien que no solo estaba dispuesto a librarla de ellos, sino que también estaba dispuesto a protegerla de t...