Capítulo 29

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Emma se armó de valor y logró apartarlo.

―Esto…no está bien. No forma parte de lo que acordamos.

―Tienes toda la razón. Creo que tenemos que hablar de esto.

Ella lo miró confusa ¿quería hablar de esto? ¿qué tenía que decirle? ¿iba a confesarle su problema con las mujeres? No se creía capaz de hablar de eso antes de enfrentarse a la gente desconocida que iba a estar con ellos.

―¿Podemos hablar después? Tengo…que prepararme, nos están esperando.

―¿Cómo lo haces?

―¿Hacer el qué?

―Encajar en todas partes. Odio estar aquí, si ahora me pidieras que nos fuéramos créeme que nos iremos de inmediato.

―Pero…son tus padres.

―Claro. Son mis padres, saben perfectamente que detesto celebraciones de este tipo y más con la gente de este pueblo, y sin embargo, aquí estoy teniendo que fingir que todo está bien, que no pasa nada.

Emma se quedó en silencio, no sabía qué decir. No sabía que se sentía incómodo en aquel lugar, suponía que el haber regresado después de mucho tiempo le traería añoranza. ¿Qué tenía que hacer? ¿debía decirle de irse? Sus padres se sentirían mal.

―Lo siento, no lo sabía.

―Dejaré que te arregles. Hablaremos de nosotros cuando termine todo. O sea, esta tarde.

De acuerdo, iban a hablar. Por un lado era lo mejor, hablando dejarían claro sus límites y lo que esperaba uno del otro, pero ¿por qué temía hacerlo? ¿por qué sentía que haciéndolo abriría más barreras entre ellos confirmando que entre ellos no podía haber nada?

En el patio habían llegado los vecinos invitados durante las siguientes horas, algunos estaban conversando mientras bebían lo que se les servían los asistentes contratados. Shara se encargaba de recibir a todos, los conocía desde siempre, y por primera vez podía ver a aquellos que siempre iban sencillos por el pueblo con el mejor de sus vestidos. Solo pocos habían faltado a la invitación, y suponía que se debía a que les llegó con poco tiempo de preparación.

Shara presentó con orgullo a su hijo y a su preciosa hija.

―Es la dueña de la compañía G-Hale, la empresa de nuestro hijo―les decía a todos.

―¿Cómo sabes eso? ―su hijo se había acercado a preguntarle al oído.

―Cariño, ¿me entero que te has casado y no voy a saber con quién te has casado? Esa pregunta es ofensiva. ―se volvía a sus invitados y les dedicaba su sonrisa.

Henry deseó enseguida no haberse dejado caer en el juego de sus padres, se arrepintió de no haber recogido a su protegida y marchado de una vez de aquel lugar en vez de dejarse ver como un tonto. Estaba enfadado consigo mismo por pensar que por un segundo sus padres serían distintos a los que conocía.

Emma estaba en medio de gente que no conocía, se acercaban a ella y la hacían preguntas a las cuales no había preparado respuestas. Se daba cuenta de que desde un principio debió haber creado una historia con Henry sobre su relación para cuando curiosos les preguntaran. Si le daba una respuesta a esa gente y él les daba otra ¿no sospecharían que pasaba algo? Miró a Henry, estaba lejos de ella, llevaba tiempo lejos de ella, estaba en medio de gente que sí lo conocía, sin embargo, no parecía estar a gusto, de hecho, parecía estar molesto. Ella se sintió mal por él ¿qué podía hacer ella?

Lo vio acercarse a Soledad y decirle algo, la mujer desapareció entonces por la cocina, ¿qué pretendía hacer?

Se sentaron todos a la mesa llena de todo tipo de alimentos y los padres de Henry dieron sus discursos.

―Espero no lo tomen a mal, pero aquí en Conwy pensábamos que Henry se casaría con mi hija―habló el padre de la chica. Henry miró a Emma, pero ella evitaba mirarlo. ―No habría estado mal dejar una nota para decirle que no te esperase.

―Henry ¿por qué no regresaste? ―le preguntó April, sabía que podía hacerlo dado que estaban en medio de tantos de los que lo conocían. Todos guardaron silencio al ver lo que se avecinaba.

―April. ―Intentó detenerla Henry.

―Estabas enfadado con tus padres y tenías que irte, eso lo entiendo, lo sé porque me lo contaste, nos lo contábamos todos. Pero, ¿ni una sola llamada?

―No creo que es el mejor momento de hablar de esto, ―Tomás intentó ser amablemente―Esto es una celebración.

―Quizás sea la única vez que tengamos la oportunidad de verlo antes de que vuelva a desaparecer por segunda vez. ―intervino el padre de April de nuevo.

―Entonces Henry…

―¡Ya basta! ―decidió hablar Henry evidentemente molesto―Decidí aguantar este sinsentido de celebración por mi reciente matrimonio, no tengo también por qué aguantar quejas sobre algo que pudo haber sido y no fue. ―se puso en pie―Todo el mundo toma rumbo distinto a lo largo de su vida, no le encuentro motivo a dar explicaciones de por qué tomo las decisiones que tomo a nadie. Así que, si este será el tema de esta ceremonia, los dejaremos tranquilos. Si nos disculpan. ―le tendió la mano a Emma, ésta no sabía qué hacer, todos la estaban mirando, no podía dejarlo colgado, aunque sus padres desearan lo contrario. Tomó su mano sin rechistar y se puso en pie igualmente.

―Hijo, no os podéis ir, es vuestra fiesta―Shara se puso en pie para suplicarlos.

―Lo siento―se disculpaba Emma en un susurro, no podía hacer nada al respecto.

Atravesaron juntos el amplio patio hasta encontrarse en la carretera donde estaba esperándolos el auto de Henry, ella lo miró, ¿pensaba regresar así sin más? Pero ¿cómo se lo preguntaba? No parecía estar de humor, y no decía nada.  Le abrió la puerta del copiloto y la hizo subirse.

Una vez cerró la puerta se acercó a abrir la puerta del conductor y se subió igualmente en el auto. Una vez dentro, dejó apoyar su cabeza contra la silla, cerró los ojos por unos segundos y soltó un suspiro. Se volteó para ver a la chica que tenía a su lado, ella lo estaba mirando insegura.

―¿Estás bien? ―le preguntó él a ella, Emma se quedó completamente desconcertada, ¿le estaba preguntando a ella si estaba bien?

―Creo…que sí. ¿Tú cómo estás?

―Mucho mejor ahora. ―puso el auto en marcha, ella miró hacia la carretera.

―No podemos regresar a Londres de esta manera.

―No nos vamos todavía. Quiero mostrarte algo.

Condujo por las calles de Conwy durante unos minutos. Emma podía apreciarlo mejor, cuando la trajeron era tarde, pero ahora con la luz del día todo se vía mejor. Había oído hablar mucho de sus famosos castillos, era cierto que había demasiados por todas partes donde se mirara.

―Es hermoso―dijo con una sonrisa sin apartar la mirada fuera de la ventana. ―¿Por qué dejaste de venir? ―Se dio cuenta de que acababa de hacer una pregunta que no la incumbía, lo miró―Oh, lo siento.

―No te disculpes.

Atravesaron un puente que conducía a un enorme castillo y él detuvo el automóvil junto a la entrada.

―¿Nos quedamos aquí? ―preguntó la chica mirando por los alrededores.

―Claro, tengo una sorpresa para ti―contestó él quitándose el cinturón.

Se bajó del coche y le abrió a ella la puerta ayudándola a bajarse igualmente. En ningún momento le soltó la mano mientras caminaban por las rutas del castillo. Alguna gente pasaba por allí, parecían turistas admirando el castillo y tomando fotos, ella también se sentía una turista, era la primera vez que llegaba allí, pero sus pensamientos estaban en lo último que había dicho Henry ¿tenía una sorpresa para ella? ¿De qué se trataba y cuándo lo había planeado? ¿Sería cuando le dijo a Soledad algo al oído?

Se adentraron por una de las puertas y subieron por unas escaleras que conducían hasta el tejado de una de las torres. Una vez allí Henry cerró la puerta para que nadie más llegara hasta allí, Emma en cambio se quedó inmóvil observando asombrada lo que tenía en frente. Había rosas por el suelo que llegaban hasta una mesa bien arreglada con mantas dobladas sobre el respaldo de las sillas, cualquiera diría que era algo romántico, su corazón se contuvo por un instante, ¿eso significaba lo que se imaginaba o se estaba precipitando?

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora