Durante la junta, Henry Wells no prestaba demasiada atención a lo que se estaba tratando, reaccionaba solo cuando llamaban su atención, les miraba a sus socios y descubría que éstos lo estaban observando interrogativos.
―Prosigan, los estoy escuchando. ―dijo aun cuando era evidente que no era cierto.
Su asistente proseguía con la presentación mientras él dirigía de nuevo su vista a la computadora que tenía en frente. Se preguntaba por qué no se le había ocurrido introducir también cámaras dentro de la casa, solo había pedido que las pusieran alrededor del patio para así controlar quién entraba y quién salía. Su casa era un lugar sagrado para él, no permitía que cualquiera entrara en ella sin su permiso, era su hogar, su lugar de paz donde se despejaba de todo y de todos. Aunque ahora había dejado a alguien entrar en ella, alguien que realmente lo necesita.
Cuando la vio en la carretera pidiéndole ayuda pudo notar en su mirada lo asustada que estaba, y cuando vio a los hombres que la seguían por detrás entendió por qué. Sintió que tenía que ayudarla, y es lo que iba a hacer. No sabía cuánto tiempo tenía que pasar en su casa, pero haría lo que fuera porque se sintiera a salvo. Tenía que protegerla aun cuando no sabía exactamente de qué o de quién se estaba escapando. Y ahora estaba revisando las cámaras de su computadora preocupado por si a ella se le ocurría salir de la casa.
―...Señor―miró hacia al frente de nuevo donde volvían a llamarle la atención―Esto es todo. ―Revisó con su mirada a los presentes que esperaban que dijera algo.
―Bien, gracias Mario, si no hay nada más que decir supongo que esto es todo. ―dijo despidiéndose de todos en la mesa.
Todos los participantes empezaron a recoger sus cosas, levantarse y marcharse de la sala. Mario se acercó a él algo preocupado.
―Señor, ¿se encuentra bien?
―Absolutamente ¿por qué?
―Es que se le ha notado algo ausente. ―contestó su asistente, era la primera vez que le veía así, por eso sentía que tenía que preguntar.
Henry se concentró en su asistente, era un joven muy atento, de piel negra y ojos brillantes. Llevaba trabajando para él unos ocho meses aproximadamente, le caía bien. Su asistente anterior era una mujer, tuvo que despedirla porque un día en el que se quedó a trabajar hasta tarde en su oficina, ella se había acercado a él y se había desnudado frente a él, ofreciéndose, lo que no se esperaba era que él fuera a reaccionar distinto, desde aquel momento se propuso no trabajar con mujeres, no si podía evitarlo.
―Solo estaba pensando. ―le habló a Mario. ―¿Qué pone en la agenda? ¿Tengo otras reuniones?
El chico tomó la tableta de la mesa y lo revisó.
―Le quedan un par de reuniones más y... ―él resopló, necesitaba estar en su casa.
―¿Son urgentes? ¿No se pueden aplazar?
―Supongo que sí, excepto la que tiene en unos minutos con la reportera. Probablemente lo esté esperando en este momento.
―De acuerdo―dijo resignado mientras echaba un último vistazo a su computadora y la cerraba―. Terminemos con esto entonces.
Se puso en pie y caminó junto a su asistente hacia la salida. Caminaron hacia su despacho y efectivamente la mujer lo estaba esperando. La recibieron dispuestos a contestar a sus preguntas. Necesitaban hacerles un reportaje sobre los planes que tenían para la empresa ahora que el dueño de la compañía había fallecido. Pero como era de esperar, él se negó a revelar información relevante sobre la compañía contestando solo a lo menos importante y lo más obvio.
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La protegida del CEO [COMPLETA]
Romance¿Suerte o destino? Emma Hale tan solo necesitaba de alguien que la librara de sus perseguidores, sin embargo, encontró algo más. Encontró a alguien que no solo estaba dispuesto a librarla de ellos, sino que también estaba dispuesto a protegerla de t...