Capítulo 26

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Después de que Henry le hiciera aquella llamada a Emma se dibujó una sonrisa en su rostro, se imaginaba la expresión de la chica y eso le producía placer. Deseaba ya que amaneciera, quería estar ya con ella.

Recibió una llamada, se trataba de la jefa comercial, lo estaba invitando a conocer la ciudad, le dijo que no estarían solos, que estarían acompañados, sin embargo, cuando llegó al club de encuentro le salió con la excusa de que los demás se habían echado para atrás, lo que le faltaba.
No le quedó de otra que hacerla compañía y escuchar sus historias personales, hasta que posó una mano sobre la suya, él la apartó de inmediato sorprendiéndola.

―Así que está casado. ―dijo la mujer.

―Es obvio, llevo un anillo puesto―le mostró el anillo.

―Su matrimonio ha tomado a todos por sorpresa, ¿no habrá sido muy apresurado? ―preguntó mientras jugueteaba con su pelo.

―Ese es asunto mío ¿no le parece?

―Tiene razón. ―se inclinó sobre la mesa―Afortunadamente hoy está en Berlín, cuando regrese a Londres podrá seguir con su matrimonio, y se dice por allí que lo sucede en Berlín, se queda en Berlín. ¿Qué le parece si...? ―se detuvo sorprendida al ver que él se ponía en pie de pronto.

―Pagaré la cuenta. ―sacó dinero de su cartera y lo depositó sobre la mesa. ―Espero no recibir otra llamada suya a menos que sea por trabajo. Que pase un buen día.

La mujer se quedó sin palabras, no podía creerse lo que acababa de pasar, en verdad había oído hablar algo parecido de él, pero pensó que aquellas chicas no hacían las cosas como debían, ahora que le había pasado se sentía algo humillada, ¿qué clase de hombre era aquel?

Henry decidió pasar por alto lo que acababa de ocurrir, ya debía entender que era normal y agradecer que había encontrado a una totalmente distinta y perfecta para él.

Se tomó la tarde para visitar la ciudad, le había dicho a Emma que le llevaría algo e iba a cumplirlo, pero ¿qué era lo que le gustaba a ella? Visitó un par de establecimientos, ¿a ella la interesaría las joyas? Tampoco es que la hubiera visto preocupada por ellas. Decidió llamar a Mario.

―¿Jefe?

―Sigues con Emma ¿verdad? ―hubo un corto silencio.

―Así es.

―¿Podrías averiguar qué tipo de cosas le gustan? ―juraría que lo había escuchado suspirar.

―Creo que aceptaría cualquier cosa que le traiga, no parece una chica ambiciosa, y eso que es multimillonaria. ¿Ha oído hablar de los ositos de gominola? Son muy populares allí, estoy segura de que a ella le encantará.

―Está bien, gracias. Los buscaré. Cuídala, por favor.

―Por supuesto señor.

Colgó la llamada y se fue a una tienda en busca de las dichosas gominolas. Al parecer sí eran muy comunes, podía encontrarlos por todas partes.

Pidió servicio de habitaciones de regreso al hotel, cenaría en su cuarto. Mientras esperaba decidió llamar a Emma, quería saber si se había ido ya a la cama y desearle las buenas noches. Sin embargo, no contestaba al celular, lo intentó de nuevo y seguía pasando lo mismo. Abrió la app para saber dónde estaba y lo que vio lo dejó desconcertado, la aplicación indicaba que se encontraba en Conwy, no tenía ningún sentido, la aplicación debía de estar fallando. Le marcó a su asistente.

―¿Dónde está Emma? ―preguntó al escucharlo al otro lado.

―Hay algo que quiero decirle, ella tuvo que irse esta tarde a Conwy. ―Henry cerró los ojos al comprobar que sí se había hecho real una de sus pesadillas.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora