Capítulo 56

412 30 0
                                    

Maratón 3/4

―¿Wells? ―lo llamó Féodal, le había hecho una pregunta y parecía estar distraído.

―Disculpa, me distraje un rato ¿decías?

―No parece estar bien. ―comentó Féodal, era la primera vez que lo notaba tan ausente cuando se trataba de trabajo, aunque tampoco es que lo conociera del todo, pero estaba seguro de que debía haber algo más. ―Puedo pasar en otro momento.

Féodal le comprendía después de todo lo que estaba pasando, aunque no dejaba de preguntarse por qué le había dejado sola a Emma si acababan de salir del hospital, debía de estar con ella para asegurarse de que mejoraba, ¿no fue eso lo que le dijo al médico que haría? Ella estaba embarazada, necesitaba cuidados…pero no lo sabían, no podía localizarla y él no quería hablar de nada personal, ¿así era como le mostraba su amor? Ella se merecía mucho más que eso. Soltó aliento y apartó la mirada.

―Me ha gustado su presentación, ―habló Henry― confío en que lo hará bien. Todo lo que necesite siéntase libre de pedirlo y se le ofrecerá. Tenemos que hacerlo bien y creo que están en buen camino.

¿Que confiaba en él y nada más? Era sorprendente viniendo de él.

―De acuerdo, gracias. ―entendía que necesitaba estar solo así que se puso de pie. ―Me pondré en contacto con el equipo y trabajaremos en todo lo que nos falta.

―Les deseo lo mejor.

Caminó unos pasos hacia la puerta, pero luego se detuvo, tenía algo que decir antes de que fuera tarde.

―Sé que no quiere hablar de lo personal en el lugar de trabajo, pero esto es importante. ―Henry le mantuvo la mirada, sí le había pedido que no quería hablar de lo personal, ¿es que lo estaba poniendo a prueba? ―Es algo que tuve que decirle a Emma en el hospital, pero no lo hice por algunas razones personales que no vienen al caso. ―Continuó aun cuando no le confirmaban si podía hacerlo o no. ―¿Sabe qué fue lo que me escribió cuando tuvimos que separarnos? ―habló con una ligera sonrisa en los labios. ―Que esperaba encontrar a un hombre igual a mí, en su momento lo sentí como un halago, confiaba en que nunca iba a olvidarse de mí, que siempre estaría allí para cuando me decidiera y quisiera estar con ella. Pero te he visto y confieso que eres una amenaza con la que no me atrevería a competir a menos que no la ames de verdad, entonces sí lucharía por recuperarla.

―¿Por qué me estás contando todo esto?

―Porque ella te necesita…lo que no le dije era que está encinta, sé que tenía que hacerlo cuando me lo dijo el médico, pero pensé que hacerlo evitaría que ella se alejara de ti ya que pensé que eras el culpable de…

―Detente un segundo, ¿qué has querido decir con que no le dijiste que estaba esperando un hijo? ¿es que no lo sabe?

―Pues no, el doctor me lo dijo a mí y le dije que yo le daría la noticia a ella, por eso lo de las revisiones.

Henry no daba crédito a lo que estaba escuchando, debía de estar alucinando. No podía ser posible que ella no supiera que estaba esperando un hijo. Hizo memoria de todo lo sucedido desde que ella lo llamara al hospital, ella lo había abrazado y había aceptado ir con él a la casa sin negarse, quería estar con él. Y cuando hablaron con el médico éste habló de hacer revisiones, de hecho, Féodal se había precipitado en responder por él. Él nunca pasaba desapercibido los detalles que llamaban la atención, ¿por qué no había sospechado nada?

Se puso en pie de repente y tomó su chaqueta mientras se dirigía a la puerta.

―Tengo que salir.

No volvió a prestarle atención a nada y abandonó el edificio. Una vez dentro de su auto se puso a pensar de nuevo mientras se reprochaba a sí mismo, recordó todas las palabras que le había dicho Emma y de cómo la había dejado tirada, la había tratado horrible, tenía que verla y hablar, aunque ya hubieran pasado tres horas desde que la destrozara con sus palabras, ¿desde cuándo se había convertido en un monstruo?

Pisó el acelerador y condujo lo más rápido que pudo, recordar la imagen de ella suplicándole por ayuda mientras huía de aquella boda le partía el alma, todo el mundo la había hecho daño, y él se había sumado a esa repugnante lista.

¿Por qué todo me sale mal?...Odio mi vida. El recuerdo de sus palabras le quebraban aún más el corazón. ¡¿por qué no pudo simplemente escucharla?! ¡¿Por qué tuvo que rebajarse a eso sin investiga primero?! Y peor aún después de saber que esperaba un hijo de él. Soltó un gruñido de rabia que sin darse cuenta se vio obligado a maniobrar antes de acabar estrellando contra otro auto que se le puso en frente. Pisó el freno y después retomó su viaje. Llegó en el patio y se introdujo en él. Rápidamente se quitó el cinturón de seguridad y se bajó del vehículo.

Caminó hacia la casa y una vez dentro gritó el nombre Emma, no estaba donde la había dejado. Viajó rápido su mirada por todo el salón y por la cocina, no estaba. Miró hacia las escaleras y volvió a gritar su nombre, sabía que no habría logrado salir o se habría enterado. Su preocupación volvió a intensificarse. Corrió hacia las escaleras. Una vez en el piso abrió el cuarto de invitados, frunció el ceño al no verla, entró para revisar en el cuarto de baño, estaba vacío. Salió de la habitación para dirigirse a la suya, una vez abrió la puerta, lo primero que vieron sus ojos con incredulidad fue el cuerpo de su amada tirado en el suelo en medio de vómitos.

―¿Emma? ―llamó con voz incrédula. ―¡Emma! ―corrió a inclinarse junto a ella mientras la tomaba en brazos. ―Cariño, por favor dime algo. ―dijo intentando hacerla reaccionar, entonces lo vio, había un frasco de comprimidos tirado en el suelo, lo tomó y lo miró, eran analgésicos, miró de nuevo a la chica todavía en sus brazos, ¿y si había tomado una sobredosis?

Rápidamente tomó el móvil y marcó a la ambulancia, estaba más que seguro que si tomaba el auto acabaría peor la situación. Comprobó que todavía seguía respirando, era débil su respiración. Notó que sobre la cama había una nota, pero no tenía tiempo de mirar de qué se trataba mientras sentía que la estaba perdiendo. Se puso en pie con ella y caminó fuera de la habitación hasta el salón.

En unos minutos llegaba el auto de la ambulancia y se subió en él con ella para hacerla compañía mientras la colocaban el tubo respiratorio artificial. Todo era culpa suya y nunca se lo perdonaría.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora