Capítulo 31

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―¿Seguro que te has enamorado? ―Emma solo asintió con la cabeza―Entonces demuéstramelo.

Ella lo miró confusa, ¿a qué se refería con que se lo demostrara? Creyó entenderlo cuando Henry pasó su mano alrededor de su cuello y la besó, la besó con toda su voluntad y succionó con desesperación, ella era suya y quería que eso quedase claro. Parecía desesperado por querer borrar cualquier sentimiento que ella pudiera tener por otro que no fuera él y eso iba a dejarlo claro.

La atrajo aún más a él y siguió besándola. Besó sus mejillas y se guio a su cuello, parecía desesperado por dejar su huella por todo su delicado y suave cuerpo, marcarla y que le perteneciera solo a él. Con su mano apartó la manga de su vestido y lo deslizó por su brazo mientras seguía acariciándola con sus besos.

Regresó a sus labios y los devoró con tanta intensidad, Emma lo dejaba hacer, sentir todas aquellas sensaciones no parecía mal, no después de que le contara lo que sentía por ella, creía en él, nunca le había dado motivos para desconfiar. Estaba dispuesta a dejarse llevar, aunque pareciera que todo iba muy rápido.

Se estremeció al sentir que se abría el cierre de su vestido y en unos segundos se encontraba echado en el suelo bajo sus pies, dejándola a ella solo con la ropa interior. Henry se apartó un poco para apreciarla mejor, sus ojos estaban cargados de deseo, y una parte importante de su cuerpo podía confirmarlo. La chica superaba sus expectativas, sus ojos se posaron en sus pechos ocultos bajo el sujetador, estaban subiendo y bajando con rapidez, la miró, estaba ruborizada y nerviosa, muy nerviosa. Era el momento perfecto para detenerse y tomarse con calma esta situación, pero no podía echarse atrás, quería asegurarse de que ella tuviera claro que solo podía pensar en él, si aquello se consideraba egoísmo, pues se declaraba culpable.

―Estás impresionante. Me dejas sin aliento.

La chica sonrió nerviosa. Henry volvió a besarla, esta vez fue más suave y delicado mientras le acariciaba la espalda y le atraía más a él. Tomó las mantas y las tendió en el suelo. Se quitó la chaqueta y la usó como almohada. La dejó tenderse sobre ella y se quedó de lado junto a ella para admirarla mientras acariciaba suavemente su vientre, podía sentirla temblar bajo su tacto.

―Si no te sientes cómoda podemos…

―Estoy bien…muy bien. ―él le sonrió, le dio un beso en la mejilla y le habló al oído.

―Me aseguraré de que siga así. ― sintió cómo se estremecía bajo su mano. ―¿Hay algo que crees que debo saber antes de seguir?

Ella lo miró preguntándose si debía decirle que nunca había estaba desnuda junto a otro hombre. ¿Y si aquello le hacía retraerse? Negó con la cabeza. Por un segundo Henry se mostró sorprendido por su respuesta, pero creyó entender el motivo de su respuesta.

―Entonces sigamos.

Volvió al ataque, se colocó sobre ella y comenzó a besarla de nuevo con delicadeza, pero necesitaba sentir el contacto de su cuerpo contra el suyo, así que mientras la besaba se desabrochó la camisa y la echó a un lado. Continuó con su juego por unos minutos besando cada rincón de su cuerpo masajeando sus pechos ahora descubiertos. Jugó con sus dedos en el interior de sus finas bragas consiguiendo escucharla gemir y hacerla temblar, le encantaba el sonido de sus gemidos, estaba más que lista para él, ella lo deseaba.

Se desprendió de sus pantalones dejando al descubierto su miembro firme y más que listo. Se colocó en la entrada de la chica que parecía algo asustada, pero dispuesta. Acarició su rostro, quería que lo mirara durante el proceso, quería memorizar ese momento y que ella hiciera lo mismo.

―Quiero que me digas que eres mía. ―le susurró.

―Soy tuya Henry Wells.

Fundió sus labios con los de ella y lentamente se fue abriendo espacio entre sus pliegues, sus labios sobre los de ella logró ahogar algún grito.

Comenzó con unos movimientos lentos hasta que el acceso se volvió acogedor, y lo que al principio le resultó a Emma como una tortura, se tornó en puro placer. Era placentero sentirlo entrar y salir con fuerza dentro de ella.  Sus embestidas eran cada vez más rápidas y profundas y ella sentía que la llevaba al éxtasis preguntándose dónde se había estado escondiendo todas aquellas sensaciones en sus veinticinco años de vida.

Henry se encargó de darle placer durante unos largos e intensos minutos y ser agradablemente correspondido, debía asegurarse de que ella nunca se olvidara de ese momento. Sus cuerpos se compenetraban a la perfección, no había duda de que ella estuviese destinada a ser suya, tanto así que juntos llegaron al final al mismo tiempo, quien dijera que no fueron creados el uno para el otro estaba completamente equivocado.

―Has estado impresionante―le dijo agitado todavía encima de ella ante la mezcla de sus agitadas respiraciones, ella sonrió feliz de no haberlo defraudado.  Él volvió a besarla tiernamente.

Tomó la otra manta y se cubrieron con ella.  La atrajo hacia él e hizo que cabeceara contra su hombro y descansara un poco.

Cuando despertó más tarde, había anochecido, miró a la chica que tenía junto a él, seguía dormida, dulcemente dormida. Depositó un beso sobre su frente y cuidadosamente se separó de ella, se puso la ropa y miró su celular, tenía un par de llamadas perdidas y algunos mensajes. Sus padres habían intentado contactarlo.

Miró a la chica que se estaba revolviendo, abrió los ojos y lo miró, a pesar de todo seguía siendo hermosa. Se acercó y se puso de cuclillas junto a ella, Emma se incorporó sujeta a la manta.

―Nos hemos quedado dormidos―dijo ella. Él la acarició suavemente el cabello.

―Así es, habría preferido que siguiera así, pero tenemos que regresar a la casa. Mañana temprano regresaremos a la ciudad.

―Está bien, pero ¿podrías por favor…darte la vuelta…para que me cambie?

Le tomó un segundo reflexionar en su petición y luego soltó una risita. Después de lo que acababan de vivir ella seguía sintiéndose tímida, eso era realmente nuevo para él, todo en ella desde que la conoció era en realidad nuevo para él, y era eso lo que le había atraído a ella.

―De acuerdo, será como quieras.

Le dio un corto beso en los labios, se puso en pie y se dio la vuelta como ella se lo había pedido. Emma se dio prisa en vestirse.

―Ya estoy. ―la escuchó decir después de unos minutos. Henry se dio la vuelta para verla, estaba ya vestida frente a él, le dedicó una sonrisa.

―Mi preciosa esposa. ―dijo consiguiendo que ella se ruborizara. Se acercó a ella, le dio un beso en la mejilla y la pegó contra su pecho abrazándola, ella cerró los ojos y enrolló sus brazos sobre él.

―Estaremos siempre juntos ¿verdad? ―preguntó ella todavía pegada a él.

―¿Me lo prometes?

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora