Capítulo 5

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Tal vez fuera el hecho de verla con su ropa puesta lo que lo había desconcertado, o quizás fuera cómo se veía de sencilla, pero cualquiera que fuese el motivo, no tenía por qué comportarse de aquella manera. Ella se llevó la mano al cabello preguntándose preocupada si tan horrible se veía, ¿o era por la ropa? Se miró a sí misma y volvió a mirarlo, él alzó la ceja mostrando confusión y algo de sorpresa al notar la preocupación en ella, ¿de verdad no sabía lo que estaba pasando? Por un momento apareció una sonrisa fugaz por su rostro y ella pareció notarlo porque en seguida frunció el ceño confusa. Él caminó hacia ella con el plástico que llevaba en las manos.

―Siéntate, por favor.

Ella obedeció sin dejar de mirarlo. Henry se acuclilló frente a ella como lo hiciera cuando la trajo a la casa. Tomó con delicadeza una de sus piernas y la depositó sobre su pierna ante la mirada atónita de la chica.

―¿Q...qué hace?

―Curarte.

Abrió el plástico y sacó de él un bote de vaselina que había conseguido en una farmacia, se lo habían recomendado. Lo untó suavemente bajo el pie de la chica, tenía una piel muy suave. Después se lo vendó con unas gasas. Depositó el pie con cuidado en el suelo y repitió el mismo proceso con la otra pierna. Emma no daba crédito a lo que estaba viviendo, debía estar soñando, un hombre igual no podía existir.

―¿Cómo te sientes? ―preguntó una vez que hubo acabado.

―Muchas gracias―murmuró ella, la verdad se sentía un poco mejor, pero la incomodaba tenerlo todavía frente a ella.

―Te pondrás bien. ―le dijo. ―Dime, ¿has comido algo ya?

Ella se mordió el labio, cómo iba a decírselo, no se sentía con derecho a pedirle nada más. Él se dio cuenta entonces de que no había comido en todo el día, se sintió culpable y se mostró preocupado. Se puso en pie enseguida.

―No te muevas―le ordenó. ―Te traeré algo de comer.

Dijo y caminó hacia la cocina. Fiona había preparado la comida y él solo tuvo que calentarla y servir en dos platos. Se acercó otra vez hacia la chica.

―Voy a cargarte, así que no te asustes ¿de acuerdo?

No esperó a que ella dijera nada y se inclinó para tomarla en brazos. Caminó con ella hacia la larga encimera y la hizo sentarse sobre uno de los taburetes. Rodeó la encimera y la acercó uno de los platos. Emma miró la sopa que tenía frente a ella, era de pollo con patatas, olía delicioso y le hacía la boca agua.

―Come―levantó la mirada para verlo a él quien la estaba mirando.

Él tomó el mando del televisor plasma que había incrustada en la pared y la prendió, se estaba emitiendo los noticiarios. Emma tomó tímidamente la cuchara y la introdujo en la sopa. No era sencillo comer en un lugar ajeno con aquel hombre sentado frente a ella mientras la observaba. Henry le sirvió a ella un vaso de agua, que debía necesitar, e igualmente comenzó a comer con tranquilidad, tampoco había podido comer en todo el día. Miró a la chica que tenía en frente concentrada en su plato, comía tan lento que le divirtió. "Por favor, ayúdame. No permitas que me atrapen", regresaron a su mente aquellas palabras y sin que se diera cuenta, dejó de comer. La mantuvo la mirada preguntándose qué problemas serían esos que tenía, ¿por qué tenía que escaparse de una boda? Y otra cosa, ¿se había casado ya antes de escapar? Miró sus dedos, no había ningún anillo, pero si se había escapado también pudo deshacerse del anillo. Había mujeres que abandonaban las bodas en el último segundo, pero lo de ella era distinto, había miedo en ella, muchísimo. Algo o alguien debía asustarla. Pero ¿de qué se trataba?

...están dispuestos a ofrecer 100.000 dólares como recompensa a quien los ayude a encontrarla. Recordarles que Emma Hale iba de comino a la boda con su prometido Félix Peters cuando desapareció. Su familia está muy preocupada y pide la colaboración de quien pudiera encontrarla...

La mirada de los dos había viajado hacia la pantalla donde aparecía una foto de ella, recordaba esa foto, la había tomado en uno de sus viajes a Canadá y se la había enviado a sus padres, en aquel momento era feliz. Su corazón palpitó como loco mientras se le resbalaba la cuchara de las manos y observaba temerosa al hombre que iba con ella, ahora que sabía quién era ella y lo que se ofrecía por regresarla iba a entregarla.

La chica se puso de pie de golpe mientras lo miraba aterrada. Henry apartó la mirada del televisor para mirarla evidentemente atónito ¡ella era la hija de Peter Hale! Dueño de la compañía en la que él era el CEO. Reaccionó, ella lo estaba mirando asustada, seguramente pensando que la entregaría. Dejó el cubierto junto al plato y caminó hacia ella, la alcanzó aun cuando ella intentaba retroceder tambaleando.

―Te dije que no podías ponerte en pie todavía, o la pomada no podrá hacer su trabajo. ―Le dijo mientras la alzaba en brazos y la depositaba de nuevo sobre el taburete. ―Debes terminar de comer.

―No puedes llevarme con ellos―murmuró ella suplicándolo con la mirada. Él la observó, no se había apartado aún de ella. Impulsivamente levantó la mano para apartarle un mechón de pelo detrás de la oreja.

―Come, no te pasará nada. Te lo prometo. Mientras estés conmigo, nadie te hará ningún daño.

Ahora que se sabía que era la hija de Peter la veía de otra manera, parecía entender su situación y aquello lo conmovió. Peter Hale acababa de fallecer y su esposa se había casado semanas después con quien fuera su socio, Gregorio Peters, quien ahora esperaba que su hijo se casara con la hija del difunto para quedarse con todo. A ella debieron obligarla, lo que provocó que se escapara.

―¿P-por qué es bueno...conmigo? ―preguntó ella.

―Me pediste ayuda ¿recuerdas? Yo solo quiero ayudarte, y eso haré.

Ella se sintió aliviada internamente, por alguna razón estaba empezando a confiar en él, de hecho, hasta ahora no le había dado motivos para no hacerlo, y no se parecía a esos que faltaban a su palabra.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora