Capítulo 36

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Se habían sentado en una de las mesas de la terraza de uno de los restaurantes que había junto al puerto de Londres, estaba lloviznando y el clima era un poco más frío. Un camero joven les había servido el desayuno; huevos, tostadas, zumo de frutas… Ella comía mientras él la observaba, la verdad es que le encantaba hacerlo, era la mujer más hermosa y sencilla que había conocido, lo cierto era que le gustaba mucho, pero su obsesión por querer saberlo todo le superaba, detestaba ser sorprendido y prefería ir un paso por delante. Quería estar seguro de que sus sentimientos no lo estaban cegando, y que podía confiar ciegamente en la mujer que tenía delante.

―¿Por qué me miras así? ―preguntó Emma con una sonrisa en los labios.

―¿Es que no puedo apreciar la belleza de mi hermosa esposa? ―le sonrió y ella se ruborizó.

―Técnicamente no soy tu esposa ¿recuerdas?

Henry se aclaró la garganta, acababa de recordar que no le había contado que estaban atados el uno al otro por el lazo del matrimonio. Estupendo. Sin embargo, contárselo sería una buena estrategia para asegurarse de que nunca se fuera de su lado, según sus convicciones, pero no podía utilizarlo por ese propósito, ella debía por su propia voluntad desear estar con él por toda su vida. Y, además, debía asegurarse de que ella era la mujer de su vida, y no solo sentirlo.

―Para todo el mundo lo somos, es lo que importa por ahora.

―Al menos…dijiste que estaríamos siempre juntos―dijo casi en un susurro manteniéndole la mirada, ahora que lo decía, parecía que hubiese ocurrido hacía mucho tiempo, la mayoría de los enamorados se prometían que nunca se separarían, pero al final lo hacían. Se instaló una presión en su pecho, estaba destinada a estar sola.

―¿Emma? ―en el rostro de Henry había preocupación, y cuando una lágrima resbaló por su mejilla, ella entendió el por qué. Se la secó de inmediato y fingió buena cara. ―¿Qué sucede?

―Na…nada. ―él resopló.

―¿Es Féodal? ¿Ha vuelto a escribirte?

―Claro que no. No tiene nada que ver con él. Está todo bien.

Henry empezaba a impacientarse, ¿ella lo estaba mintiendo a la cara? Era evidente que sí pasaba algo, esto no podía estar sucediéndole.

―Salgamos de aquí―dijo poniéndose en pie, ella lo miró confusa, él no había probado ni un bocado y quería que se fueran, parecía serio. Sin rechistar se puso en pie igualmente.

Henry pagó la cuenta y mientras salían del restaurante recibió un mensaje en su móvil, lo revisó, era uno de Mario diciendo que había encontrado algo en las grabaciones. Eso confirmaba que ella lo había mentido a la cara. Obviamente estaba enfadado, no sabía cómo reaccionar.

Caminaron por el muelle y él avanzó hacia delante. Podría revisar primero el vídeo y enterarse de lo que pasaba, sin embargo, esperaba poder confiar en ella y esperar a que ella le diera una explicación.

―Henry―lo llamó ella con aquella suave voz, él seguía de espaldas controlando su enojo, evitaba alterarse―¿Estás molesto? ―al menos se había dado cuenta.

Él se volteó para verla y soltó aliento. La llovizna había formado una alusión de nieve sobre su pelo.

―Iré directo al grano―habló después de un rato. ―Odio las incertidumbres y odio aún más las mentiras. No confío en las personas, esta es la razón por la que me mantengo al margen de todo tipo de afectos o relaciones. Las personas tienden a fallarte y decepcionarte y yo elijo no concederles ese poder sobre mí. ―Se acercó a la chica. ―Me gustas tanto que decidí correr ese riesgo, quiero que funcione y si quieres que sea así no me ocultarás nada, aunque sea algo que creas que no es importante, detesto las incertidumbres. Así que te lo preguntaré una última vez ¿qué fue lo que sucedió en la compañía?

A Emma se le nublaron los ojos, sus miedos se habían hecho presente.

―Félix me acorraló en el cuarto de baño―ahora podía verse que se encendía su rostro de ira―pero no me hizo ningún daño, no querría que lo quitaran de la empresa. Sin embargo…me contó lo que sucedió con tu antigua novia y me dijo que pasaría lo mismo conmigo, dijo que…tienes la facilidad de deshacerte de las mujeres…y que en cualquier momento te desharías de mí. No quería contártelo porque temía que fuera cierto y que al hacerlo acelerara el proceso…quería tener más tiempo contigo si al final resultaba que estaba destinada a no tener a nadie que se quedara conmigo. ―sollozó y apartó la mirada de él.

Henry se mantuvo inexpresivo, ¿cómo se suponía que tenía que reaccionar? Estaba cabreado, enfado y realmente frustrado, ¿era ese el plan que tenía Félix?

―Creíste en él, y supongo que tenías motivos para hacerlo.

―Intentaba ignorarlo, sé que solo intentaba generarme dudas…lo siento.

Si se molestaba con ella, entonces él habría ganado, no recordaba haber despreciado tanto a alguien como a Félix, tenía mucha ira contenida y tenía que descargarla sobre alguien, y ese alguien no podía ser ella.

―Dime algo, por favor. ―suplicó la chica.

―Hablaremos en casa, pero primero tengo que hacer algo. Vamos.

La tomó de la mano y caminó con ella hasta donde tenían aparcado el auto. Henry le abrió la puerta, ella lo miró y su expresión le produjo un nudo en la garganta, él seguía molestado, aunque intentaba reprimirlo, ¿tanto la había fastidiado?

Obedeció y se subió al coche sin pronunciar palabra. Henry se subió igualmente y puso el auto en marcha. Condujo en silencio con la mirada puesta al frente, en ningún momento se volteó a mirarla, lo sabía porque ella sí lo había estado mirando preguntándose qué era lo que más lo molestaba, si el hecho de que se dejara manipular por Félix o por no contárselo, en cualquier caso, acababa de descubrir que no le gustaba sentirse así.

Llegaron en la casa y él le pidió que se bajara, que hablarían cuando regresara. Ella no rechistó, abrió la puerta del auto y se bajó de él. Henry pisó el acelerador y salió de nuevo del patio. Marcó a Mario y puso el manos libres del auto, le preguntó si Félix seguía en la compañía, y él le dijo que sí. Colgó la llamada y aceleró.

Llegó de nuevo a la compañía, tomó el ascensor y subió a la planta de márquetin, donde se encontraba el despacho de Félix, ni siquiera le prestó atención al saludo de la secretaria, solo le interesaba su objetivo. Le había advertido que no se acercara a su protegida y lo había incumplido, tenía que asegurarse de que nunca más iba a pasar.

La protegida del CEO [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora