CAPITULO XXXI: ROI

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Encontraras a otros como yo
Habrá un montón de chicos para ti,
Y tus rizos marrones se evaporan en mi alma,
En mi cuerpo.

Roi

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—¿Quién eres? —Preguntó apenas llegaron a ellos. Sus compañeros no dejaron de apuntar a los hombres vestidos con capas.

El alfa mayor solo llevo sus manos en alto.

—No les preguntes. —Escupió el estúpido de Miller. —Solo dispárales, por estar merodeando donde no deben.

—¿Cuál es tu nombre? —Volvió a preguntar. Los otros alfas observaron cautelosos a su compañero.

—No creo que quieran matar a su Lord. —Habló por fin el desconocido. —Lord Flavio estará molesto.

—¿Él te envía? —Miller balbuceó —Acaso...

—Lord Troye. —Ross retrocedió comprendiendo. No lo habían reconocido, él había sido muy pequeño cuando el alfa partió al exilio. —No se nos avisó que vendría... No hay cuervos.

—Mi hermano me envió con la más absoluta discreción.

—Entiendo. —Dijo sin dejar de apuntarle. —Pero me temo que debemos confirmar eso. Debe acompañarnos a Aressen. —Ordeno, disgustado por volver al castillo.

Ross había estado contento de dejar de una vez por todas la ciudad y patrullar el bosque Verde.

Aressen era un castillo hermoso, pero en su belleza también era un lugar desolado y cargado de lamentos.

Miller le decía que allá penaban las almas de los desdichados a los que el traidor asesinó en su locura.

Las paredes estaban manchadas de sangre literalmente, había dicho Angus, su compañero más veterano. Dijo que aquello había sido una masacre.

A Ross no le gustaba estar en la Ciudad Blanca, había muchos demonios ahí, y no hablaba de los muertos.

Desde que hubieran encargado la custodia de Aressen a Lord Borel el castillo se había convertido en un infierno para todos los que vivían allí.

Sobre todo, para los Ariensses. Ajax se había enardecido con el pueblo de los Tomlinson. No solo les había quitados sus tierras para dárselas a quienes lo apoyaron en su rebelión, sino que los había esclavizado.

Y Lord Borel llevaba muy bien a cabo su labor de complacer al traidor, torturando a las pocas familias de Aressen que quedaban, reacios a alejarse de una tierra que consideran suya, tomaban a sus esposas, a sus hijas e hijos y se los repartían entre ellos.

Ross no estaba de acuerdo con arrancar nenes de los pechos de sus madres por cobardía. Ajax no quería que el pueblo de Ariensses creciera y algún día pudiera rebelarse, así que mataban a los recién nacidos.

—Está bien. —Acepto el ojiverde.

Ross asintió, escoltándolo por regresar a la fortaleza.

Lord Troye se dirigió a Aressen.


🍁🍁🍁

Louis

Al desembarcar en las costas de Aressen el paisaje distaba bastante del lúgubre y salado de Stavros. Había vegetación por doquier, llenos de bosques densos.

Caminaron por tres días más hasta que por fin los árboles empezaron a estar dispersos y dejaron paso a un paisaje de colinas onduladas, campos sin sembrar y prados iluminados por el sol, donde los restos de pequeños torreones blancos sobresalían radiantes como perlas.

AURORA (L.S)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora