10. Como pez fuera del agua

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KEVIN

¡Hola ,Nadia! ¿Ya llegaste a Tokio?

Aún no, mi vuelo sale en dos días.

Ya quiero irme de aquí...

Créeme, valdrá la pena la espera ;)

¿Cómo lo sabes?

Es un presentimiento.

─¿No se lo dirás? ─me asaltó Olivia por detrás después de espiar mi móvil.

─¡Qué entrometida eres! ─Pegué la pantalla a mi pecho─. No es que sea de tu incumbencia, pero no le contaré que estoy aquí. Quiero sorprenderla.

─Ajá... ¿Y cómo lo harás? Tokio es una ciudad enorme; si no definen un punto de encuentro, jamás se cruzarán.

─¿Acaso menosprecias mis habilidades de espionaje?

─¿Acaso eres agente del FBI?

Le di un pequeño empujón en dirección a la laguna por cuya orilla estábamos caminando, y ella se sostuvo del tronco de un cerezo que adornaba la senda.

Aprovechamos nuestro primer día en la ciudad para pasear en el Jardín Botánico Koishikawa. Había leído que aquel parque albergaba más de setecientos mil especímenes naturales y eso, para mí, era una atracción turística mucho más excitante que cualquier ceremonia de té, templo budista, torneo de judo o los encuentros con Geishas.

Miré la cima del árbol del cual Olivia se había atajado. Sus hojas secas estaban desprendiéndose de las ramas ante el arribo del otoño. Suspiré, apenado; me hubiera gustado ver la famosa lluvia de sus pétalos rosados.

─Aunque no lo parezca, es un Sakura ─le expliqué a Olivia, ya que la desnudez del árbol no insinuaba el aspecto pomposo al que se lo asociaba normalmente─. Los japoneses la toman como una referencia de la fugacidad de la vida. Incluso los samuráis creían que...

─La caída de sus pétalos representaban las gotas de sangre derramadas en sus batallas ─completó, dejándome completamente extasiado─. Estudio Entomología, ¿recuerdas? Tengo que tener ciertos conocimientos sobre la flora, su historia y simbología. Y a tu información le agregaré otro dato de mi especialidad: los cerezos son muy sensibles a áfidos, perforadores, cochinillas y...

─Ácaros. ─Fue mi turno de interrumpirla y dedicarle una sonrisa altiva─. Así es, yo también sé algo sobre la plaga que masacra a las pobres plantas.

─¡No son plaga! Son simples seres vivos que buscan recursos de supervivencia como cualquier otro.

Ya me había acostumbrado a nuestros desacuerdos e, incluso, rescataba su encanto.

─Vale, algunos insectos no son muy favorecedores para la flora ─desistió─. Pero tienes que admitir que otros son beneficiosos para proteger el cultivo. Por ejemplo, el avispón gigante japonés.

─¿Te refieres al bicho más letal de la región que anualmente mata a cuarenta personas?

─Si algún día te pica una, seré la última en ayudarte. ─Olivia me sacó la lengua cual niña encaprichada─. Que se ocupe tu novia de hacerlo ─agregó por lo bajo.

Por más que el tono de la conversación se mantuvo en carácter humorístico hasta entonces, percibí que la última parte se había desviado de toda broma. La miré por el rabillo del ojo, intentando identificar algún gesto que me sugiriera qué tan serio había sido aquel reclamo. Su mirada desviada a un costado me dio a entender que la frase tenía un doble sentido.

Así son las cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora