4. El problema

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KEVIN

Decidimos alquilar un automóvil y emprender el viaje rumbo al sur de Francia. Habíamos conseguido una camioneta a un precio razonable y, por ende, en condiciones muy sospechosas. Una capa de polvo cubría los asientos y el olor a encierro denotaba que nadie había usado ese carro en meses.

─¡Qué felicidad! Me recuerda a mi primer auto ─dijo Manu, mientras acariciaba el volante que tenía frente a él─. El que Kevin dejó en el olvido en medio de una ruta, bajo la lluvia, completamente expuesto a ladrones que robaron el estéreo ─agregó, lanzándome una mirada avivada por el rencor.

─¿Cuándo ocurrió eso? ─preguntó Katia al sentarse a su lado en el asiento acompañante.

─¿Ya lo olvidaste? En su primera cita con Nadia.

─¡Cierto!

─¿Tienes novia? ─escuché a Olivia preguntarme una vez que Félix, ella y yo nos acomodamos en la hilera trasera, debajo de Meón.

─Sí, no... no sé ─dije al cabo de un serio debate interno.

─Cometió un error ─explicó Katia al ver la confusión en el rostro de Olivia, siempre predispuesta a reclamarme por aquel asunto.

─Muy grande ─recalcó Manu y giró la llave de arranque.

─Lamentable ─se sumó Félix.

─¡¿Y tú quién eres para opinar?! ─prorrumpí.

─Esto se oye muy interesante. ─Olivia refregó sus manos como quien se estaba preparando para escuchar el salseo más suculento de la historia─. ¿Quién de vosotros quiere contarme?

Los tres soplones alzaron sus manos. Ella divagó con su dedo índice entre ellos, hasta que decidió cederle la palabra a Manu.

─Todo comenzó en una fresca tarde otoñal. El pequeño Kevin estaba paseando por el parque, rodeado de sus queridos amigos perrunos y tarareando una alegre canción al compás del viento que volaba las hojas...

─¿Puedes dejar de narrarlo como si fuera un cuento infantil? ─mascullé.

─Fue muy infantil lo que hiciste, entonces lo contaré como merece ser contado.

─Genial...

─De pronto, la vio. Ella lo fulminó con la mirada, él abrió los ojos como platos, y se enamoraron perdidamente de la noche a la mañana. Parecía un cuento de hadas: eran inseparables, se seguían a todos lados, pasaban horas y horas mirando anime juntos...

─Cogían como conejos ─agregó Katia, y un escalofrío la invadió al recordar los gemidos que escuchaba siempre desde el otro lado de la pared que separaba su dormitorio del mío.

─Eran muy felices juntos. Hasta que... ─Manu agravó el tono de voz─. ¡La villana más malvada de todas las relaciones cursis apareció! La alocada y temible... Lara.

─Alias: Larangitis ─destacó mi hermana.

─¡Y el mundo de este par de tortolines se revirtió! ¡Oh, cuánta desgracia! ¡Cuánto dolor! ¿Quién creería que Kevin resultaría ser un impostor? ¡Ja, rimó!

─¿Impostor? ─se asombró Olivia.

─Así es. Resulta que el príncipe azul de esta historia escondía un gran secreto: ¡estaba de novio con la villana! Todo ese tiempo había engañado a la dulce damisela, quien confiaba ciegamente en su amor. Desde aquel momento, nada volvió a ser igual. Nadia escapó de las manos de su enamorado, dejándolo solo y desamparado, y él continúa buscándola. Cruzará océanos y atravesará fronteras hasta encontrarla.

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