21. Manual de defensa personal contra las disculpas vacías

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KATIA

Queridos lectores: debido a conflictos y desacuerdos dentro de la producción de esta historia (y con ello nos referimos a la doble moral de la escritora), los siguientes capítulos sufrirán cierta censura.

Yo no lo llamaría "censura". Es, más bien, un uso medido del lenguaje inapropiado.

Alias censura, limitación de la libertad de expresión, represión y alienación.

Kevin, mejor continúa tú.


KEVIN

Como les decía mi hermana: debido a la desmesurada censura, limitación de la libertad de expresión, represión y alienación artística...

¡Otro dramático más!

... nos vemos obligados a omitir una palabra específica debido al uso reiterativo de la misma en los próximos capítulos. No me complace en absoluto anunciar que, a partir de este momento, ya no podremos decir "Mierda".

Ni ninguna de sus variantes: joder, carajo, hostia, coño, no pinche mames, etcétera.

¡Esto no era parte del acuerdo!

Así son las cosas.

Linda manera de usar el título a tu favor. ¿Qué diremos, entonces, cuando queramos maldecir nuestra suerte? Porque necesitaremos hacerlo muchas veces de ahora en adelante.

Yo qué sé... Digan "Tarawapa".

"¿Tarawapa?" ¿Qué significa eso?

No tengo ni la más tarawapeada idea.

De acuerdo, su majestad. Si ya resolvimos este tema, avancemos.

***

«Tarawapa, tarawapa, tarawapa..."», maldecía en mi interior.

Por fuera quería permanecer sereno y fingir que nada malo había pasado, que yo estaba eximido de cualquier culpa. Creí que si mantenía la compostura, Nadia se aseguraría de que no tenía nada que sospechar. Caminé hacia ella a pasos ligeros, postura recta y actitud excesivamente casual entre la gente que seguía danzando. Mi cuerpo entró en pánico y comenzó a hacer cosas que en mi sano juicio jamás haría, como deslizar mi cabello hacia atrás y guiñar el ojo cada tres segundos, lo que los demás identificaron más como un tic nervioso que como un gesto seductivo. Nadia, sin embargo, me esperó de brazos cruzados.

─¿Así que te parece gracioso actuar como un casanova? ─disparó ella al alcanzarla.

─Mira... ─Mis hombros tiesos se distendieron de golpe─. No sé qué tarawapa te ha dicho Lara, pero te aseguro que no es cierto.

─¿Entonces mintió cuando dijo que ustedes aún eran pareja cuando nosotros comenzamos a salir y que, cuando ella se enteró, la trataste de loca?

─¡Es que realmente está loca!

─¡¿Esa es tu defensa?!

Tenía que admitirlo: no fue lo más sensato que pude haber dicho.

─No me interesa saber qué clase de relación tuviste con tu exnovia, ni por qué se separaron. ─Nadia dio un paso adelante, quedando a centímetros de mi rostro. Pese a la la estrecha cercanía, la sentí más distante que nunca─. Solo dime una cosa: ¿es cierto que me invitaste a salir cuando aún estabas con ella?

Así son las cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora