20. Desalojo Fest

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KEVIN

Cuando nos reencontramos en el apartamento, le mostré a mi hermana el mensaje que me había llegado cuando estaba en clases. Era un texto reenviado por nuestra madre:

"Sra. Grande, debido al incumplimiento de pago reiterativo, me veo obligado a romper el contrato de alquiler. Por favor, notifique a sus hijos que vacíen el apartamento para el lunes. Saludos cordiales".

─Si hubieras cumplido con tu palabra, esto no estaría pasando ─reproché.

─¡¿Disculpa?!

Deslicé el dedo por la pantalla del móvil para descender varias conversaciones hasta encontrar la que buscaba:

"Ya pagué el alquiler de este mes. XOXO, Gossip Girl".

─Esto no lo envié yo ─dijo Katia al releer el mensaje cuatro veces más─. En primer lugar, nunca vi Gossip Girl. Segundo, es un número desconocido. Tercero, yo recibí un mensaje similar de parte tuya. ─Esta vez, sacó ella su móvil y leyó:

"Ya saldé las cuentas con el propietario. Hasta la vista, baby".

─¡Yo no hablo así! ─prorrumpí─. Seré fanático de Terminator, pero nunca malgastaría esa legendaria frase en un mensaje de texto. Además, a ti también te ha escrito un número desconocido, pero no coincide con el que recibí yo.

─¡Estaba segura de que me lo habías enviado desde el móvil de Nadia!

─¡Y yo aposté que tú, desde el de Félix! Ustedes dos fueron inseparables estos últimos meses. ¿Estás segura de que no tomó tu móvil sin que te dieras cuenta y escribió el mensaje?

─¿Por qué haría algo así?

Katia tenía razón: no tenía sentido. Por donde se lo mirase, la situación cobraba cada vez menos lógica con el correr de los segundos. Alguien nos había tendido una trampa y debía ser una persona que estuviera al tanto de nuestra pésima situación económica y se aprovechara de ello para complicarnos la existencia.

Sin embargo, decidimos pausar el interrogatorio por un momento. Teníamos un asunto más urgente del cual hacernos cargo: desocupar la vivienda en menos de tres días. Por primera vez desde que nos mudamos, bendije no haber conseguido muchos muebles. El desalojo hubiese sido doblemente trabajoso.

─Por cierto, ¿qué te dijo el rector? ─recordé, de repente, al ver los ojos hinchados de mi hermana. Me sentí algo mal por haber pasado ese detalle por alto.

─Lo que ya sospechábamos...

─Maldito Manu. ─Apreté el puño, pero Katia lo envolvió con sus manos para apaciguar mi ira.

─No vale la pena gastar energías en eso ahora.

─¿Sabes? Quizás tengamos que hacerlo.

─¿A qué te refieres?

─Gastar energías, desquitarnos. Nos han pasado muchas cosas estos últimos días, especialmente a ti, y merecemos distraernos un poco. ─Me erguí y la miré con entusiasmo─. Organicemos una fiesta.

─¿Para celebrar nuestro desalojo? ─dijo ella con desdén.

─¡Exacto!

─Pero a ti no te gustan las fiestas.

─Estoy dispuesto a hacer el sacrificio. Te hará bien, lo necesitas más que nunca.

─No lo sé... ¿Cuándo quieres hacerla?

─Esta noche.

─¡¿Estás loco?!

─Un poco.

Logré sacarle una sonrisa, pequeña y discreta, pero sonrisa en fin.

Así son las cosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora