KATIA
─La mejor semana de mi vida ─decreté cuando Olivia me sirvió el tercer martini del día y volvió a la cocina para rellenar el jarrón. Yo estaba sentada en el borde de la piscina de la casa de Giovanni. Mis pies sumergidos en el agua ya se habían arrugado como dos pasas; aun así, me rehusaba a salir de ella─. Sol radiante, calor seco y alcohol. ¿Qué más se puede pedir?
─Un poco de silencio no vendría mal. ─Félix apartó la flauta de sus labios para responderme, luego acomodó el trasero en su reposera y volvió a acercar el instrumento a su boca para tocar la misma canción que había ensayado en la última media hora.
─Ya practicaste suficiente por hoy ─dije, fastidiada.
─No existe "suficiente" en el dialecto de la Royal Academy.
Manu se acercó a mí nadando y comenzó a flotar alrededor de mis pies.
─K. K. Grande, ¿por qué no entran? ─preguntó.
Mi hermano estaba sentado bajo la sombra en un rincón alejado, vestido de pies a cabeza. Sostenía la misma historieta que releyó cuatro veces al ser la única que había empacado para el viaje, y cada tanto espiaba a Giovanni por encima de sus páginas. Estaba demasiado concentrado en el anfitrión, su caminata en círculos alrededor de la piscina, y el ruidoso parloteo italiano que lo mantenía adherido a su teléfono móvil
─Hace más de una hora que mantiene esa llamada. ¿Qué tanto hay para hablar? ─reclamó él, sin advertir que Manu le había repetido la pregunta─. Me parece algo extraño.
─No tienes derecho a decir eso siendo que a ti no te gusta el agua. Eso es extraño ─pauté─. Además, ¿sobre qué cosa anormal podría estar charlando?
─Sobre un negocio turbio con un traficante de órganos o, quizás, está planeando un secuestro masivo para hacernos desaparecer del mapa a modo de saldar nuestros dos mil euros de la fianza ─sugirió Manu.
─¡Exacto! ─exclamó Kevin y, como respuesta, recibió un salpicón por parte mía.
Olivia regresó con otra tanda de tragos servidos en una bandeja.
─¿De qué estáis hablando? ─preguntó, mientras nos repartía las copas llenas y recogía las vacías.
─De que tu novio podría ser el típico mafioso italiano ─respondió Manu y humedeció sus labios en el martini.
La mirada confusa de la chica paseó entre todos, uno por uno, mientras nosotros intentábamos ocultar el temor que nos invadió. Finalmente, exhaló el aire que había acumulado en su pecho y liberó una carcajada genuina.
─Buena broma ─felicitó a mi amigo y desapareció, nuevamente, dentro de la casa.
─Ese es el problema de ser yo: siempre piensan que hablo en chiste ─lamentó Manu, y yo le pegué una patada por debajo del agua antes de que se le escapara nuevamente su filosa sinceridad.
─¡Grandi notizie! ─reapareció Giovanni y se ubicó entre nosotros─. ¡Conseguí entradas a Fête des Vignerons! ─Y al no ocasionar la euforia que esperaba debido a nuestra total ignorancia, nos explicó con su escaseado español:─¡Es el festival del decennio! Solo se festeja una vez per generazione. ¡Habrá música, ballare, mangare, degustación de formaggio y vino, y un milioni di persone! ¡Rápido, rápido, empaquen sus maletas! ¡Saldremos esta notte a Svizzera!
Antes de que pudiéramos digerir toda aquella información y traducirla mentalmente, Giovanni corrió hacia la casa al grito de "¡amore, amore!" para darle la noticia a Olivia.
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Así son las cosas
Teen FictionKevin y Katia están atrapados en una historia de Wattpad y deben sobrevivir bajo la mirada de una escritora que no tiene ni una pizca de empatía o piedad. *** Los mellizos Kevin y Katia nunca fueron los más agasajados, ni los más talentosos, tampoc...