KEVIN
Se cumplieron dos semanas desde la desaparición de Meón y yo iba perdiendo gradualmente la esperanza de encontrarlo. Había empapelado la ciudad con sus fotografías, toqué timbre de todos los hogares de la manzana, publiqué el anuncio en Internet e, incluso, ojeé los folletos que había pegado en postes, carteleras, árboles y paredes con la intención de encontrar alguna respuesta escrita en ellas. Pero nadie parecía haber visto al perro.
─¿Alguna novedad? ─preguntó Manu cuando regresé a su apartamento tras mi búsqueda del día.
Ya eran las cuatro de la tarde y él seguía en pijama: un bóxer ajustado que dejaba ver más de lo deseado. Desde que le prohibieron el regreso a clases por declarar la acusación contra el profesor Santos como una farsa, pasaba sus días encerrado en el monoambiente, entre humo de tabaco y olor a queso, el único alimento que estaba dispuesto a consumir.
Cubrí mi nariz y corrí a abrir la ventana.
─No encontré nada. Ya no sé por qué sigo buscando ─respondí.
─Porque de seguro Meón está buscándote.
Suspiré. No sabía cuánto más podría soportar la espera. Había leído numerosas historias inspiradoras de perros que encontraron a sus familias después de semanas, meses, incluso años, pero yo carecía de fuerzas para aguardar tanto tiempo. Pasé los últimos días controlando el llanto que me generaba pensar que, quizás, no lo volvería a ver.
Decidí tomar una de las últimas medidas que me quedaban: llamar a Nadia.
─Contesta, contesta... ─suplicaba, entre que repiqueteaba la pierna, pero cuando obtuve la respuesta del contestador, me vi obligado a tranquilizarme y tomar aire para grabar un mensaje de voz─. Nadia, por favor, contáctame cuando escuches esto. Meón está perdido y ya no sé qué más hacer. Te necesito.
─Eso es lo peor que le podés decir a una exnovia ─opinó mi amigo cuando colgué, mientras masticaba ruidosamente los panqueques que había preparado para su segundo desayuno del día─. La chica que te dejó nunca debería sospechar que la extrañás. Si lo descubre, va a pensar que estás desesperado y eso la ahuyentará para siempre.
─No me importa lo que piense de mí. Solo quiero recuperar a mi perro.
─Y a tu ex.
─Come con la boca cerrada, ¿quieres?
─Podés intentar callarme, pero nada elimina el hecho de que ella no quiera saber nada de vos. No contestó tu llamada, te bloqueó de Twitter, Instagram y WhatsApp, e incluso se hizo una cuenta en Tinder. ¿No captás las indirectas, pibe? No es no.
─Hablando de lo cual, recuérdame qué te dijo Katia cuando propusiste denunciar falsamente al profesor Santos.
─"No"...
Sonreí gozoso por mi acierto y bebí lo que sobraba de su café.
Tocaron el timbre.
─¿Esperas a alguien? ─pregunté.
Manu señaló su ropa interior agujereada y respondió:
─¿Vos creés?
Me levanté con pesadumbre para ir a rastras hacia la puerta, pero al abrirla y ver quién era, volví a cerrarla de golpe.
El timbre comenzó a chillar una y otra vez.
─¡Kevin, ábreme! ¡Tengo algo para decirte!
─¿Ahora quieres disculparte, Lara?
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Así son las cosas
Teen FictionKevin y Katia están atrapados en una historia de Wattpad y deben sobrevivir bajo la mirada de una escritora que no tiene ni una pizca de empatía o piedad. *** Los mellizos Kevin y Katia nunca fueron los más agasajados, ni los más talentosos, tampoc...