KATIA
─¡Quién te besó lejos de aquí, mientras te inventaba en la cama! ─Manu cantó a gritos, despertando así la curiosidad de miles de personas que estaban esperando en la zona de arribos de la terminal londinense.
Mi rostro se había enrojecido entre la ira y la vergüenza ajena. Me acerqué a regañarlo, arrastrando conmigo el bolso y la jaula que encerraba a Meón. No sabía si me había molestado más que hiciera un escándalo, o que lo hiciera recitando a Ricardo Arjona.
─No me hablaste en estas cuatro horas de vuelo y quería romper la tensión ─se justificó y continuó caminando hacia la salida del aeropuerto─. ¿Vas a seguir enojada conmigo por mucho tiempo? Porque me gustaría marcar la fecha exacta de reconciliación en mi calendario para rememorar el día en que me "perdonaste" por no aprovecharme de vos estando ebria. Es una gran historia que me gustaría contarle a mis futuros nietos.
─¡Urgh! ¡Es imposible hablar contigo! ¡Todo es una gran broma para ti! ─protesté.
─Habló la que hace un melodrama cada vez que tiene la oportunidad. Miguel tenía razón: deberías dedicarte a la actuación y protagonizar telenovelas. ¡Estoy seguro de que les encantará tenerte en "La Rosa de Guadalupe"! ─Atravesó la puertas automáticas, estirando el brazo frente a un taxi que se asomaba, y cuando abrió la puerta trasera del vehículo, agregó con un tono burlesco:
─Las superestrellas primero.
Me acomodé dentro del carro, colocando la transportadora de Meón a mi lado, y cuando Manu estuvo a punto de entrar también, apoyé la mano en el asiento restante y alegué:
─¿A dónde crees que vas?
─¿Al infinito y más allá?
─Sabes que yo me hospedo en lo de Félix, y dudo mucho que le agrade tener otro ocupa en su departamento.
─Averigüémoslo. ─Manu se inclinó nuevamente por debajo de la puerta, pero coloqué mi segunda mano sobre la primera antes de que pudiera ubicarse junto a mí.
─Permíteme reformular: estoy segura de que no querrá tenerte cerca ─espeté.
Pero él, lejos de intimidarse por mi alerta, me quitó de su asiento, cerró el vehículo y esperó que yo le indicara la dirección al conductor. Revoleé los ojos y, apenas las ruedas comenzaron a correr por las calles de Londres, le musité:
─No digas luego que no te lo advertí.
***
─¡Manu!
─¡Félix!
Ambos se abrazaron en la entrada del apartamento. Se dedicaron unas cuantas palmadas mutuas en la espalda y compartieron sonrisas y palabras de aliento como si fueran un par de amigos que no se veían hacía añares.
«¿Acaso estamos en un mundo paralelo?», fue la primera ocurrencia que me surgió.
Al separarse, se encontraron con un gran signo de interrogación dibujado en mi rostro.
─¿Con qué lo chantajeaste? ─disparé contra Manu.
─¿Acaso dos muchachos maduros e inteligentes no pueden saludarse civilizadamente? ─se defendió.
─Claro que sí, cualquier muchacho maduro e inteligente podría. ¿Eso qué tiene que ver con ustedes?
─Muy graciosa ─dijo Félix y se inclinó a abrir la jaula de Meón, quien brincó sobre él con gran entusiasmo y bañó su rostro en baba─. Manu y yo chateamos hace unos días y acordamos que se quedará con nosotros.
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Así son las cosas
Teen FictionKevin y Katia están atrapados en una historia de Wattpad y deben sobrevivir bajo la mirada de una escritora que no tiene ni una pizca de empatía o piedad. *** Los mellizos Kevin y Katia nunca fueron los más agasajados, ni los más talentosos, tampoc...