Capitulo 15.

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—¿Por qué lo hice?— me pregunté sentándome en el sofá —. Fueron las copas, fue el alcohol, claro...

Cubrí mi rostro con uno de los cojines y grité, grité con todas mis fuerzas. ¿Cómo pude besarlo? ¿A caso estaba demente? ¿Por qué tuve que ser una vieja hormonal justamente con él?

—Maldita sea Brina, estás loca.

Quité mis tacones y los lancé por algún lugar, recogí mi cabello en una coleta y me dirigí la baño, lavé mi cara para quitarme el maquillaje y una vez lo hice me duché con agua tibia, más caliente que fría por supuesto, era mi temperatura perfecta. Tenía que bajar el poco alcohol que aún seguía en mi sistema y si podía, matar todos ésos pensamientos que tienen nombre y apellido: Jeon Jungkook.

Fuí tan descarada y hormonal que acepté la tarjeta que me había dado con su contacto, ¡Hasta lo agendé de inmediato! ¿Para qué me serviría su número de teléfono? No lo sé, no sé nada de lo que hice ni el porqué lo hice.

Seguí regañandome en todo lo que estuve en la ducha, hasta mientras desenredaba mi cabello, me colocaba la pijama y me metía en la cama.

—De veras me odio... ¡Pero a ti también te odio más Jungkook!— dije haciendo una pataleta en la cama —. Sólo desaparece de mi vida...

«¿Qué culpa tiene el pobre hombre? Fuiste tú quién lo llevaste a ése pasillo y te lanzaste a su boca» gracias conciencia, muchas gracias por recordarmelo.

¡Ya sé que todo es mi culpa!

—————

¿Y qué tal la noche?

—Todo bien nana, nada del otro mundo. Lo mismo de siempre, conocer personas, sonreír para las fotos, hacer socios, beber y comer, todo igual...— le respondí poniendo el altavoz para lavar lo que había usado para el almuerzo.

¿Alguna mujer por ahí?— dijo soltando una risita.

—No, aún no— le correspondí la risa —, a penas ayer te lo prometí, no iba a pasar de un momento a otro.

Sólo pregunté...— me dijo. La conozco muy bien y sabía que aún sonreía —¿Seguro que no quieres que vaya hoy para allá?

—Estoy seguro, no te preocupes. Has venido toda la semana sin falta, quédate tranquila, puedo hacer las cosas yo también nana, no soy idiota.

No quemes el departamento.

—¿Qué?— pregunté un poco ofendido pero con chiste —. Cocino de maravilla, además aprendí de la mejor.

Decía la verdad, nana me había enseñado todo lo que sabía, mi madre también pero era menos el tiempo que pasaba con ella por estar ella trabajando. Creo que por éso soy tan testarudo con la parte laboral pues, mis padres a pesar de tenerlo todo siempre estaban metidos en el, así que... ¿Cómo no iba a ser igual?

Sonreí un poco recordando mi niñez, en ése tiempo si que era feliz. ¿Quién no lo era? No tenías que preocuparte, no tenías cargas en tus hombros y no tenías responsabilidades que cumplir a parte de estudiar. Cuando somos pequeños no nos damos de lo feliz que somos hasta que de la nada eres un adulto y tienes que sobrevivir solo.

Nos vemos pronto entonces mi niño.

—Si nana, está bien. Te quiero, come bien y no te esfuerces mucho por favor.

—Yo también te quiero Jungkookie.

Jungkookie... Amaba ése apodo, claro, sólo si ella me lo decía.

—¿Quieres jugar?— le pregunté mirándolo —. Estoy seguro que si quieres glotón, vente vamos- dije riendo mientras le acariciaba la cabeza.

Bam comenzó a corretear en círculos mientras ladraba sin parar, tomé su correa y se la puse, me costó mucho ya que no paraba de moverse, busqué una mochila para llevar unos cuántos juguetes, comida y agua para ambos. Coloqué mis zapatos y agarré las llaves, una vez en el piso de abajo me despedí del portero y claro que el gigante de cuatro patas también lo hizo.

Hunter | JJK [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora