Capitulo 36.

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—¿No vas a trabajar hoy?— preguntó mi nana viéndome entrar a la cocina.

—Me estoy tomando una semana de descanso— dije dándole un beso en la frente —. ¿Qué haces aquí tan temprano?

—No quería estar en casa.

—Que raro... amas estar ahí.

—Las cosas cambian ¿No?— dijo girandose para seguir cocinando —, mírate, has tomado una semana de descanso...

—Si porque alguien por ahí me regañaba todo el tiempo por trabajar de sobremanera— hablé chocando mi hombro con el suyo mientras reía —, además tenía planeado hacer otras cosas así que tenía que tener tiempo para organizarme.

—¿Qué cosa?— me preguntó.

—Quiero vender éste departamento y quedarme solo con la casa.

—¿Y éso? ¿No habías dicho que la casa era muy grande?

—Si, lo es y por éso es perfecta— dije encogiéndome de hombros —, más si quieres formar una familia...— aquello último lo dije casi inaudible, no quería hacérselo saber a nadie por ahora.

—¿Dijiste algo?

—¿Mm? No no, nada.

Ya había unos días del cumpleaños de la mujer más guapa que han visto mis ojos, habíamos hablado que dejaríamos que las cosas fluyeran hasta cierto límite para ver hasta dónde llegaban. Teníamos que seguir como lo hemos hecho hasta ahora para que ninguno sospechara y por éso justo había planificado una cena “romántica” junto a Haneul, tal vez la suerte estaba de mi lado y podía sacarle algo de información, pero no quería que nos vieran tanto tiempo juntos fuera y por éso organicé dicha cena en el departamento.

Le había comentado a mi nana que venía una mujer hoy cosa que obviamente hizo que me hicieran miles de preguntas pero que ahora no podía contestar, lo haría en cualquier otro momento.

Mi teléfono comenzó a sonar llamando mi atención, dejé de hacer los ejercicios de brazos que hacía y lo tomé viendo que era videollamada, no me sorprendió ver quién llamaba porque ya cada día que pasaba era más seguido, sonreí antes de contestar y colocar el teléfono frente a mí.

—Habla el amor de tu vida— dije con una sonrisa.

Hola señor Jeon— dijo ella coquetamente.

—No me digas así que juro que dejo lo que estoy haciendo y voy a tu casa.

Aquí están los tortolos, así que no puedes.

—Ah, ¿O sea que tú puedes oírlos darse como cajón que no cierra y ellos no pueden oírnos a nosotros?— pregunté riéndome.

Así son las cosas, la vida siempre está llena de injusticias— dijo con un puchero —. Dime, ¿La invitaste a cenar?

—Así es, dijo que sí enseguida.

Ay pero que desesperada la mujercita ésa, eh— obvio estaba celosa.

—Deja tus celos que nada va a pasar y lo sabes— hablé mientras colocaba el teléfono frente a la máquina que hace unos minutos estaba usando para seguir con mi rutina —, no te vayas a poner de malas por éso princesa.

Está bieeen— dijo en un tono de reproche como cuando te regañan —. Uy, ¿Estás haciendo ejercicio?

—No, estoy follando a la máquina— dije mientras simulaba unas embestidas en ésta —. ¿No ves?

—¿Quién fuera máquina? Mira que yo me ofrezco como tributo.

Aquello me hizo reír a carcajadas y es que ésta mujer desde su cumpleaños estaba más caliente que antes. La Sabrina que antes había conocido desapareció desde el día que nos invitó a la academia y amaba que fuera así porque era más fría y no se dejaba molestar por nadie, literalmente te callaba la boca y ya está, éso me prendía a mí, era jodidamente sexy.

Hunter | JJK [+18] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora