❀ Jeon Jungkook y Park Jimin desconfiaron el uno del otro y terminaron con su matrimonio de manera inesperada y dolorosa. Un año después de la separación, Jimin se encuentra comprometido con otro hombre y Jungkook lejos de Corea. ¿Qué pasará cuando...
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Mientras el día transcurría con total calma y serenidad, Namjoon se mantenía revisando los documentos que su hermano le había mandado una hora antes. Los registros de ganancias iban incrementando con cada nuevo proyecto, por lo que no les resultaría difícil pagar el préstamo otorgado por el banco. Era un gran apoyo el que su pequeño hermano hubiese tomado responsabilidad sobre la empresa mientras él cuidaba a su padre, pues aquello no había hecho más que hacerla prosperar.
Una silenciosa oficina y el constante sonido del teclado hicieron que su mañana no fuera como esperaba. Namjoon tomó un sorbo de café y observó el calendario a un lado suyo. Una sonrisa nostálgica se extendió por sus labios mientras giraba su silla y perdía su vista en el jardín.
—Apenas unos días para que empiece septiembre —su visión navegó desde el pasto verde al pequeño huerto que su padre mantenía vivo y coloreado—, un mes tan lleno de dolorosos y amargos recuerdos.
Namjoon dejó de lado el trabajo por un momento y decidió internarse en aquellos días, donde su felicidad no había sido más que un navío sin equilibrio, a punto de volcarse hacia el dolor y la separación. Habían pasado ya más de siete años desde lo ocurrido, pero el dolor seguía latente en su corazón, llegando como un terrible recordatorio de los años más felices y tristes de su vida.
—¿Me amas?
—Me has preguntado eso tantas veces que empiezo a dudar de si me lo estás cuestionando a mí o a ti mismo.
Lágrimas amargas cayeron en su rostro aquella noche, cuando todo terminó de manera desastrosa y dejó más arrepentimientos que buenos recuerdos. Cuando decidió terminar aquel amor enfermizo y dañino, creyó que estaría mejor, pero los constantes reproches de su mente no le permitieron continuar, hasta que conoció a Ailee, su actual pareja. Ella lo había sacado de aquel pozo sin fondo donde se había sumergido, de aquel incesante anhelo de regresar a lo mismo y luchar por algo que había estado perdido desde el principio. Ailee había sido ese ángel cuidado que lo protegió de todo el dolor acumulado. Y sabía perfectamente que, si no hubiese seguido con ella, tal vez su destino se hubiese pintado de tragedia.
El sonido de su móvil llamó su atención y se dirigió directamente hacia él. El nombre de su esposa se veía reflejado allí y una sonrisa surcó sus labios.
—¿Cariño? ¿Cómo estás?
La risa de Ailee se escuchó al otro lado de la línea, calmándolo un poco. La conversación entre ambos fue larga; se mantuvieron conversando sobre lo ocurrido en su viaje y el avance en el tratamiento de Kwan. Ailee tenía la esperanza de regresar a casa antes del cumpleaños de su esposo, para poder celebrarlo en familia, como había ocurrido los años que estuvieron casados. Por eso, se estaba forzando en terminar sus pendientes lo más rápido posible.