Alma
Salimos del piso del hermano de Martín después de cenar algo rápido. Esa noche salí más tarde de lo que debía del hotel y el paso por mi casa para darme una ducha fue breve. Aun así llegué tarde porque tanto Marta como Alejandro ya se encontraban allí. Noel ya había vuelto a instalarse en su casa después de unas semanas, pero esa noche salió con su amigo David para ir de copas y nos dejó la casa a los cuatro.
Mis tacones rojos hicieron eco en el hueco de las escaleras y no supe si fue por casualidad o no, pero la hermana de Alejandro abrió la puerta de su casa y se nos quedó mirando. Cuando vio a Marta salió corriendo a abrazarla, por lo visto habían hecho buenas migas desde el primer momento que se conocieron.
—¡Qué guapa! —la halagó, tocando la tela de su vestido rosa empolvado—. Me lo tienes que dejar algún día.
—Cuando quieras.
—¿A mí no me dices nada? —preguntó su hermano.
—Te tengo demasiado visto. Además, tengo que agradecerle a Marta que te aguante. Cuando estás con ella no me molestas.
—¿Así me agradeces todo lo que hago por ti?
Lidia asintió con la cabeza y se rio. Entonces fijó su mirada en mí. Me miró con curiosidad, de arriba a abajo, y sus ojos viajaron hasta Martín. Entonces, sonrió.
—Lo sabía —dijo, de repente—. Tú tienes que ser Alma.
—La misma.
—Sabía que ibais a acabar juntos. Se lo decía a Martín pero él siempre pasaba de mí. —Se encogió de hombros.
—Porque te gusta meterte donde no te llaman.
—Y a ti también.
—Nosotros nos vamos ya —le informó su hermano—. ¿Has salido por algo en concreto?
Lidia negó con la cabeza.
—No, solo quería enterarme de cosas. Con la puerta cerrada no se escuchaba bien.
—Voy a hacer lo mismo cuando vengan tus amigas a casa. Ya verás qué gracia te va a hacer —soltó con tono sarcástico.
—No te atreverás.
—Si dices eso es porque no me conoces bien.
—Se lo diré a mamá.
—Pues díselo.
Tras ese rifirrafe entre hermanos, bajamos en ascensor hasta la planta baja y salimos del edificio. La casa en la que tendría lugar la fiesta se encontraba a unos veinte minutos caminando. No quisimos coger ningún coche, ya que sabíamos que todos íbamos a beber alcohol y no queríamos conducir en esas condiciones. El paseo hasta llegar allí fue tan rápido que, cuando me quise dar cuenta, estábamos en el portal del bloque de pisos.
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Todas las lunas que compartimos
RomanceCuando Martín vuelve, Alma tiene el corazón roto y su reencuentro hará temblar los cimientos sobre los que han construido sus vidas. *** Alma de Luna trabaja como recepcionista en Caelum. Sin embargo, pasarse todo...