TREINTA Y SIETE - OLDTIMES

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Tres lunas pasaron desde el nacimiento de Egg. Viserra debia admitir que era agotador cuidar de un bebé, y tal vez no deberia ser tan "cansado" para ella, pero se rehusaba a dejar a Egg al completo cuidado de las nanas, entre menos lo tocaran mejor. Aun así, cada vez que veia a su niño sabia que todo valia la pena y cuando se encontraba sola con Egg, las lagrimas se le escapaban pensando en Aegon.

Se imaginaba a los tres (Aegon, egg y ella) dormidos en la cama, imaginaba a Aegon tratando de dormir a Egg o cuidandolo cuando Viserra estaba exhausta, lo imaginaba con su hijo recorriendo los jardines, la manera en que el sol brillaria sobre los ojos azules de ambos... y pronto se dio cuenta que era todo lo que Aemond hacia.

Todo lo que un día deseo y le causó ilusión hacer con Aegon, lo vivia con Aemond... no sabia como sentirse respecto a Aemond, a veces se "perdia" observandolo a lo lejos: sus labios, sus fuertes brazos,  su afilado rostro, su olor a lavanda y su abdomen ¡Como le encantaba verlo entrenar sin camisa! pero más allá del aspecto de Aemond, se dio cuenta lo mucho que gozaba y anhelaba su compañia, disfrutaba de sus risas y sus silencios, lo enriquecedoras que eran sus charlas, lo segura que lo hacia sentir y la abundante calma.

Habia anochecido, Viserra fue a ver el atardecer por su cuenta y regreso a sus aposentos acompañada de Ser Arryk, al cruzar las puertas el caballero se situo afuera y la princesa las cerro a la par.

Aemond estaba en el sofa, lo más cerca posible de la chimenea, en una mano tenia un libro y en su otro brazo Egg estaba dormido. Viserra sonrio al verlos y camino hacia ellos con cuidado de no hacer ruido.

Viserra abrazo a Egg, y Aemond suspiro de alivio - no se habia querido mover para no despertarlo y el brazo comenzaba a dolerle - Egg se removio un poco en el trayecto de la sala a su cunero, pero con cuidado lo acosto y arropo.

-¡Dioses como deseo dormir! - dijo Viserra recargandose en la pared.

Aemond ya estaba de pie, cerca de la cama y dejo su libro en la mesita de noche.

-No mentian cuando decian que un hijo te cambiaba la vida - dijo Aemond.

Viserra asintió y camino hacia la mesa del vino para servirse una copa.

-A veces me pregunto si recuperare mi cuerpo - murmuro la princesa.

-¿Pero de qué hablas? - Aemond rio entre dientes - ni parece que tuviste un hijo.

Viserra volteo a verlo y le sonrio como si no le creyera.

-Bueno, creo que ya perdí el peso que gane en el embarazo, pero esto - Viserra llevo las manos a sus senos - no eran tan grandes.

Aemond no contesto a nada, se puso rojo cual tomate y desvio la mirada de Viserra. Ella noto lo "incomodo" que fue para Aemond, no podia creer que Aemond aun fuera virgen, que no conociera el placer del sexo.

-Aemond - dijo Viserra seriamente mirandolo a los ojos - no me lo tomes a mal, pero ¿Por qué...? - las palabras no salian de su boca, temia ofender al principe.

-¿Por qué nunca he tocado a alguien?

Viserra asintió.

-Eres un principe apuesto, jinete del segundo dragón más grande del mundo y habilidoso caballero, estoy segura que muchas doncellas se sentirian privilegiadas o incluso ¿Por qué nunca fuiste a un burdel?

Aemond rio entre dientes y siguio a Viserra con la mirada, ella tomo asiento en uno de los sofas y bebio de su copa sin quitarle la mirada al principe.

-No voy a negar que Aegon una vez me ofrecio llevarme a burdel - agrego Aemond - pero, no lo sé... llamale mis principios o lo que sea, pero nunca me interesó.

REIGN OF TERRORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora