Capítulo//38

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Amanda y su nueva familia, volaban a Canarias. Amanda apoyada en el respaldo del asiento, miraba el cielo. Era tan bonito el paisaje, volar por encima de las nubes con esa claridad. Pensaba en su abuela, en los momentos vividos con ella. Esas risas, esas tardes plantando flores en el jardín, esas noches de pelis, las echaría de menos. Sus consejos, sus abrazos, su sonrisa y su voz. Sería difícil seguir sin ella, sin tenerla a su lado. Veía a su abuela cogiendo a su bebé, jugando. Pero ese sueño se había partido, se había roto en mil formas.

Zayn estaba ido, todos lo estaban. En tan poco tiempo, doña Alba, se había ganado el corazón de todos. El árabe miró a su mujer y la veía mirando el cielo. Ida, sumergida en su burbuja. La cogió de la mano, ella le miró y se sonrieron. La joven apoyo su cabeza, en el hombro de su marido. Zayn se mantenía sereno, aunque él también estuviese destruido, se mantenía fuerte por ella.

La reina, se había quedado dormida. Tanto ella, como Amanda, estaban rotas. Su marido tuvo que obligarla a dormir, tras tanto tiempo llorando y sin dormir.

Cuándo llegaron, ellos salieron del avión. Para esperar al avión, que traía a doña Alba. El coche fúnebre, también esperaba la llegada del avión.

Amanda se acercó a su suegra y se abrazaron. La reina la abrazaba con sus gafas de sol puesta, para que no vieran sus ojos rojos.

En el cementerio, la familia y amigos, rodeaban la ataúd de madera fina. El cura hablaba,sobre doña Alba y Dios. Amanda lloraba con hipo, mirando la ataúd donde estaba su abuela. Zayn secó sus lagrimas, sin dejar de abrazar a su mujer.

—¿Desean decir algunas palabras? — preguntó el cura.

—Yo. — respondió Amanda, yendo hacia el cura. —Que decir de mi abuela, que nadie sepa. Ella era tan natural, tan dulce. Si necesitabas ayuda, ella te la daba. Te daba su apoyo y sus consejos. Nunca te mentía, siempre iba de frente. — tragó saliva, sacando su voz. —Perderla, es duro para mí. Porque ella siempre fue mi hogar, mi refugio. La veía en mi futuro, cuidando de mis hijos, siendo una bisabuela alegre. Te quiero, abuela.

Cuando terminó, se acercó a su marido. Después del funeral, empezaron a bajar el ataúd. La gente se acercaba para darle el pésame, uno a uno. Se iban yendo, pero ella seguía ahí.

—Vamos, Habibi. — ella asintió. Lanzó la rosa en el hoyo y se alejó de allí.

Se dirigieron a la casa donde ella había crecido con su abuela.
Cuando llegaron, Amanda se mantuvo parada en el jardín. Mirando las flores que ellas habían plantado, sonrió recordando aquello. Se acercó a la flores y las tocó con delicadeza.

—Aqui pasábamos las horas, plantando y conversando. — dijo ella, con una sonrisa, dejando caer sus lagrimas. Los reyes y Zayn, estaban detrás de ella. —Estas plantas, las plantamos unas horas antes de conocerte. — Zayn sonrió.

Se levantó y miró todo el jardín, por esos jardines corría, crecía y jugaba con su abuela.
Juntos caminaron hasta la puerta, Amanda sacó la llave y con sus manos temblorosas, giró la llave. Al abrir, el olor de su abuela, entró por sus fosas nasales. Sollozó al olerlo, y Zayn la agarró para que no cayera. Con muchas fuerzas de voluntad, entró. El salón estaba como su abuela lo había dejado, había cuadros pequeños de la familia y de ella cuando era pequeña.
Ella lo miraba y se acercó a la mesa, donde había un vaso que su abuela había dejado. La reina miraba los cuadros, con una sonrisa.

—La casa es muy acogedora. — dijo la reina. —Huele a ella.

—Si, aquí pasamos momentos felices. — respondió la joven. —Estan en su casa, yo ahora vuelvo.

Subió las escaleras y fue hacia la habitación de su abuela, abrió la puerta, entró y cerró detrás ella. Olía a ella, a su perfume de Paco Rabanne. Estaba recogido, como lo había dejado ella. Se acercó a la cama y lo acarició, cogió la almohada y se lo llevó hacia la nariz. Sollozó abrazando esa almohada, con fuerza y se dejó caer en la cama.

—Abuela, mi hermosa abuela. —Hablaba llorando. —¿Qué voy hacer sin ti? Me vas hacer tanta falta. No podré con esto, no podré seguir sin tí. — sus lagrimas empapaban sus mejillas. —Prometo hablar a mi bebé ti, de la gran mujer que eras, de cómo me cuidabas y me dabas amor.

Zayn entró y la vio tumbada en la cama hablando y llorando. Caminó hasta ella y se tumbó a su lado y la abrazó.

—Shhh. — acariciaba su pelo. —Esto pasará, habibi, pasará. — la susurró.

—Me siento culpable, por mi culpa no tomo su quimio. Ella se podría haber salvado y por mí no lo hizo. — hablaba con hipo.

—No tienes la culpa, Habibi. No digas eso. — exclamó. —A tu abuela, no le habría gustado que pensaras así.

—No puedo con este dolor, es como si el aire no llegará a mis pulmones. Como si el oxígeno se fuese apagando y el poco aire que entra, quema y escuece. — Zayn la abrazó más fuerte.

—Sé lo que se siente, Habibi. Lo superarás, aquí estoy yo.

—Zayn, sé que te mantienes fuerte por mi. — respondió. —Sé que deseas llorar y por mí, no lo haces. — se giró para mirarle. —Por mí no te calles, no guardes tus lagrimas, porque sé que lo deseas, amor. — acarició su mejilla. Zayn como si ella le hubiese dado la fuerza, comenzó a sollozar

Ella lo abrazó, Zayn lloraba en el pecho de su mujer, sacando el dolor que tenía guardado.

Ambos se mantenían Unidos, lloraban juntos, se apoyaban y no sé mantenían alejados. Ellos se necesitaban mutuamente y ahora juntos, sobre la cama de doña Alba, lloraban juntos y en privado.

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Hola, bellas. Aquí tenéis otro capítulo de Zayn y Amanda, espero que os guste.

Decidme, ¿Os gustó el capítulo? Os leo

Doña Alba dejó con el corazón roto a toda su familia y sobretodo a Amanda.

Besos desde España, nos leemos pronto

Un Bebé Para El Príncipe 1° (Saga Realeza) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora