Sofía García es una enfermera de 22 años con una vida sencilla y tranquila luego de mudarse a España, pero esa tranquilidad se acabará cuando viaje a Italia a ver a su madre y al enterarse que su padre tiene problemas con la familia más importante d...
Ha pasado una semana desde que Sofía se golpeo la cabeza y entró en coma, su cuerpo no da ninguna señal de las secuelas que pudo dejar el golpe, algo que les entraña a los doctores ya que se le han hecho resonancias y tomografías junto con varios estudios de sangre que no muestran ninguna lesión en el cerebro al igual que también le han sacado el oxígeno ya que puede respirar por su propia cuenta, pero Sofía sigue sin despertar.
Francesca por fuera se ve como si la situación no le causará ninguna conmoción, pero por dentro está devastada. Siente que su mundo se desmorona, por dentro se quema y consume. Como es que una mafiosa cruel y despiadada, la cual hombres poderosos la respetan y le temen, la criminal más peligrosa de la mafia Italiana, sienta tanto miedo por una niña de 22 años que puso su mundo de cabeza, que también la hizo perder la cabeza, pero encontrar los sentimientos, la rubia que le alegra los días y que la hace estresarse bajo su desobediencia, pero es que ella no es cualquier rubia, es Su rubia, su Diosa y su nena. No podría vivir en un mundo donde ella no estuviera.
Estos días han sido infernales para Francesca y para el resto de la familia, todos esperando una sola cosa y ninguno pierde la esperanza, después de todo... "La esperanza es lo último que se pierde".
Mary, Laura y Anna están con Sofía luego de las rondas de los médicos que vienen a controlar a Sofía y hablar con Francesca, quien es su esposa. Luego de eso se quedan largas horas con ella mientras Francesca se baña, cambia, come y luego vuelve a la habitación a trabajar con su laptop mientras las demás mujeres conversan sobre tonterías para ella.
Francesca cierra la laptop estresada de tantos números, ya que si bien tiene un grupo de contadores en sus empresas ella no confía en ninguno y revisa cada movimiento de la empresa y mucha más la parte contable.
Las demás mujeres abandonan la habitación debido a que estuvieron toda la tarde junto a Sofía. Francesca se levanta del sofá incómodo el cual se ha vuelto su compañero día y noche, se acerca a Sofía y se sienta en la silla que está a su lado, recuesta su cabeza en el abdomen de su Diosa y cierra los ojos buscando paz que es lo que siempre encuentra junto a ella.
Se siente muy agotada hace una semana no duerme nada bien, no come bien y ver a Sofía en el estado que esta no ayuda en nada. Allí con su cabeza recostada siente paz, tranquilidad, alivio y consuelo, eso le trasmite el cálido cuerpo de su esposa.
Francesca sintió como una mano se posó en su cabeza y acariciaba lentamente su cabello, caricias que se sentían como una anestesia a su adolorida alma, como la cura de sus males, como el borrón y cuenta nueva de su pasado aunque sea solo sesenta segundos, eran caricias que erizaban su piel y entibiaba aquel corazón congelado que el tiempo y las cicatrices dejó.
Abrió los ojos, los cuales se empañaron de lágrimas acumuladas al saber que significaban aquellas caricias que sentía en su cabello, se incorporo lentamente y por fin pudo verla, se encontró con aquellos ojos grises que tanto le robaban el aliento, le devolvían la sonrisa, la hipnotizaba al igual que también le devolvia la vida a su alma, las ganas de vivir, la emoción y la pasión de su corazón.
Y allí, viendo aquellos ojos grises que la miraban atentamente, en ese instante lo supo, supo lo que sentía. Se sentía como la gravedad, como si estuviera flotando en la galaxia y planetas se explotaban en su interior causándole satisfacción, Supo que Sofía se había vuelto su todo, se apoderó de todo lo que ella tenía a su alrededor y en su interior. Sintió que la tierra ya no la sujetaba, si no lo que sentía por su Diosa era esa misma gravedad que la elevaba. Era su necesidad de verla cuando se sentía mal, ella controlaba sus impulsos y descontrolaba otros. No importaba que tan oscura fuera su alma ella la hacía ser alguien mejor, saca cosas de su interior que no sabían que existían y que podrían alguna vez existir convirtiéndola en su mejor versión. No podía decir aquellas palabras que las parejas comunes se dicen para profesarce amor entre ellos, no sabía como decirlo, pero lo demostraba, lo podía decir con otras palabras y lo único que llegaba a su mente era que; Quería volverse todo lo que Sofía quisiera o necesitara... una amiga, una amante, una esclava, una ama, una esposa, un protector, cuidarla de todo lo que se atreviera a hacerle daño, incluso cuidarla de ella misma. Supo que ella se había vuelto su mundo Y el entorno ya no importaba, solo ella le importa, su mundo y su prioridad.
Sentía todo lo que Anna la había dicho, sentía cada palabra y ese sentimiento le causaba adrenalina y paz al mismo tiempo.
Sus lágrimas cayeron por sus mejillas al darse cuenta que fue ingenua al no darse cuenta antes de todo lo que sentía.
La enfermera entró rápidamente con el doctor para examinar a Sofía, la enferma le pidio a Francesca que por favor saliera de la habitación y que luego hablarían con ella, pero la mafiosa estaba aturdida, sentía las voces a lo lejos, como si el hecho de darse cuenta lo que sentía fuera como un balde de agua fría, un golpe de realidad y un susto del pasado. Ella sabía que pasara lo que pasará en su vida, hasta el mínimo acto, todo traería el pasado a su presente para nunca dejar de atormentarla, de perseguirla y recordar lo que es.
En la habitación los doctores examinaban a Sofía, buscando alguna secuela del golpe y la operación, pero esta no tenía ninguna, estaba consciente, hablaba bien, su cuerpo se movía como debía, lo único era que le dolia mucho la cabeza lo cual el doctor le dijo que era normal debido a la operación, pero que dentro de una semana estaría mucho mejor y esos dolores desaparecerían.
Los doctores salieron de la habitación para hablar con Francesca, pero una enfermera se quedó con Sofía ya que lo último que faltaba era tomarle la presión.
-Le daré un medicamento para que el dolor de cabeza no sea tan intenso. - dijo la enfermera usando su perfecto acento español, saco el aparato y lo coloco en su brazo.
-¿No sabe si mi madre vendrá? - pregunto Sofía y la enfermera la miro sonriendo.
-Su madre viene luego del parte médico del día, se la vio muy angustiada y preocupada- dice la enfermera observando el aparato- la presión está estable.
-Debe de haberse vuelto loca.
-Se veía muy angustiada, pero la verdad es que a la señora Amatos se veía mucho peor- Sofía miró a la enfermera sin entender- estaba que se volvía loca cuando usted entró a cirugía, amenazo al doctor con hacer explotar el hospital y matar a todos sus hijos si usted no vivía. En toda la semana no abandono el hospital, se bañaba aquí, comia aquí y dormía en ese sofa- señaló un sofá negro el cual se veía muy incómodo - en ningún momento la dejó sola, estuvo muy preocupada en cualquier momento hacia un hoyo en el pasillo de lo tanto que caminaba ansiosa y desesperada.
Lo que dijo la chismosa de la enfermera había confundido mucho más a la rubia, ya que lo último que recuerda fue como se sentía cuando Francesca rompió su corazón al decirle que no podía amarla, necesitaba la verdad y la quería exigir y sinceramente ya no le importaba la reacción de la mafiosa, quería la verdad una buena vez y eso obtendría. _________________________________________
Espero que este capitulo les guste con la canción de Sofía y Francesca de fondo, no hay mejor canción para describir esta historia llena de mentiras, dolor, apariencias y secretos, pero sobre todo Amor.
Quede así con este capitulo.
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