Capitulo 57

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SOFÍA GARCÍA.

Luego de que la enfermera me contará aquellas cosas sobre Francesca, la verdad era que no sabía ni que pensar al respecto y tampoco quería hacerme alguna idea, solo quería respuestas y no suposiciones.

La enfermera me dio un medicamento que calmo un poco el dolor de cabeza, si bien no se había ido por completo, al menos ya no era tan intenso y tenía demasiado sueño.

Cerré los ojos tratando de dormir y poder soportar el dolor de cabeza, pero a mi mente vinieron aquellas palabras que escuché mientras estaba en coma. Escuché las cosas que me dijo Francesca, la escuché llorar como un niño cuando se cae y se lastima, oí su desesperación y su dolor al igual que también sentí como su cuerpo temblaba, cuando dijo aquellas cosas hermosas quería despertarme, quería hacerlo y lo intente, como también lo estuve intentando después varias veces, pero no podía, me sentía muy pesada y cansada, muy débil y mi cabeza sentía que iba a estallar.

Senti como se abría la puerta de la habitación para luego cerrarse, abrí lo ojos que aún me pesaban y entonces la vi, tan seria como siempre, como si no quisiera mostrar ninguna expresión, pero luego de lo que escuché salir de su propia boca más lo que me llegó de la enfermera, Francesca ya no podía fingir conmigo, no es la mujer que no siente nada, se que tiene una batalla en su alma, una con la cual viene luchando mucho tiempo y la cual la tiene agotada.

—El doctor me dijo que te dieron un medicamento para el dolor de cabeza y que este te causaría mucho sueño así que trata de descansar.— dijo manteniendo su distancia de mi.

—Quiero irme. — dije en un susurro, me sentía un poco débil.

—Te harán unos estudias más tarde y si salen bien, el doctor dijo que mañana ya te darán el alta medica.

—¿Y mi madre?

— Ya les avise y vienen en camino, pero mientras tanto descansa, yo me quedaré aquí. — se sienta en el sofá observándome.

Narrador omnisciente
(Escritora)

Sofía pudo dormir unos veinte minutos hasta que su madre, Anna y Laura habían llego al hospital, lloraban a mares cuando entraron a la habitación y encontraron a Sofía despierta.

La rubia bromeaba con las mujeres diciendo que no se librarian tan fácil de ella ya que debían ir a Milán juntas, para vaciar todas sus cuentas en las últimas temporadas de las marcas más importantes en el mundo de la moda, "sus cuentas" o mejor dicho; las de Francesca según Laura, quien debido a ese comentario pudo arrancarle una leve sonrisa a la mafiosa que aún seguía en shock debido a sus sentimientos encontrados.

Francesca pensó que si fuera por ver sonreír a su Diosa podría vaciar hasta todo su patrimonio y no pondría ninguna objeción.

Durante un buen rato las mujeres conversaban muy entretenidas hasta que los camilleros entraron a la habitación para llevarse a Sofía y así poder hacerse los últimos análisis de control que los doctores necesitaban para ya darle el alta.

Colocaron a Sofía en una silla de ruedas  y salieron de la habitación junto a Francesca quien iba detrás de ellos para no despegarse de su Diosa de la cual mantenía una distancia considerable.

Francesca era rara o más bien se sentía rara, no sabia que hacer con esos sentimientos nuevos que había hallado en los más profundo de su alma, no sabía expresar en palabras lo que sentía y en su rostro solo podía mostrar lo que siempre mostraba, indiferencia.

Mientras a Sofía le hacían los análisis, Francesca hablaba con Adriano quien seguía en Rusia tratando de ganarse una alianza, alianza que los Rusos sólo querían hacer con Francesca presente, pero estos le tenían tanto miedo a la mafiosa que aceptaron hacerla con Adriano y cuadrar nuevos negocios con el. Si bien lo respetaban debido a la confianza que Francesca le tenía, no era una líder de familia, pero si un asesino muy renombrado en el mundo criminal y uno de los más temidos.

Adriano era un hombre amable, dulce, simpático y gracioso, era como lo había criado su madre, pero también tenia la crianza de su padre, quien lo crío a base de dureza, valentía, indiferencia, violencia e inteligencia.
Adriano era uno de los criminales más temidos en la mafia, el asesino que era la mano derecha de Francesca y eso era una alianza muy poderosa, ambos se complementaban y todos los respetaban en Italia, pero Rusia... era algo diferente.

Los rusos pueden respetar mucho si quieren, pero el respeto no les impide que se salgan con la suya, lo único que los impide y lo único que vale en la bratva era la palabra, la promesa, el juramento, la sinceridad.
Si un ruso te da su palabra vale más que su respeto y una alianza con ellos era un poder inigualable, por eso Francesca necesitaba la alianza con los rusos, sabía que se le avecinaba una guerra y debía tener más aliados que enemigos.

Al cabo de una hora Sofía ya estaba lista para volver a la habitación, Francesca no quitaba la mirada de su teléfono mientras se dirigían a la habitación, al llegar los camilleros les informaron que los análisis estarían en par de horas que estudios complejos solían demorarse mucho.

Mary, Laura y Anna se habían ido a la cafetería por lo que en la habitación solo se encontraban Sofía y Francesca sumidas en un incómodo silencio, pero ninguna dejaba de mirarse, ambas tenían tanto para decir, pero ninguna daba el primer paso.

Una era orgullosa y la otra tenía el corazón demasiado roto debido al rechazo, dos polos totalmente opuestos se atraían, pero no sabían expresarlo en ese preciso momentos, una quería respuestas y la otra quería callar para huir de lo que se avecinaba.

—Quiero la verdad. — dijo seriamente Sofía.

—¿Sobre que?—Francesca trataba de evadir aquella conversación.

—Toda la verdad... pero empecemos por el motivo por el cual no puedo amarte como ya lo hago.

—Para eso necesitas toda la verdad y no quiero hacerlo ahora.

—Entonces si no quieres hablar, muéstrame el verdadero monstruo que vive en ti, muéstrame que tan oscura es tu alma y porque no mereces que te amen.

—Es complicado...

—No, esta vez no se hará como tu quieres— Francesca frunció el ceño— Escuche todo lo que dijiste mientras yo estaba en coma, escuché el dolor de tus palabras al decirme que no puedes vivir en un mundo donde yo no este, sentí el dolor de tu alma, tu cuerpo temblar y sentí tus lágrimas en mi piel al buscar consuelo en mi cuerpo.

Francesca se quedo de piedra al oír a su rubia tan decidida, sabía que no tenía escapatoria esta vez.

—Dame el lugar que merezco, dame lo que merezco y eso es la honestidad, la verdad, la verdad de ti, de tu presente y de tu pasado. Quiero conocer de quien me enamore y si debo o no amarte déjame que eso lo decida yo y no tú, así como tu me exigiste que despertara yo te exijo la verdad.

— Cuando volvamos a Italia lo sabrás.— dijo con la voz ronca.

Sofía conoceria la verdadera de Francesca y eso a la mafiosa la aterraba , sabía que no volvería a verla igual como la vio aquellos en esa isla donde el peligro no existía, donde el mundo no sabía dónde estaban y dónde podían ser la mejor versión de ellas.

Disparo al corazón Donde viven las historias. Descúbrelo ahora