Capítulo 41

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NARRA DRACO:

Tn y yo nos miramos. Me levanté y dejé de tocar a Tn. Ella gimió con dolor cuando mi magia se retiró y el peso de la magia de los Mortífagos se duplicó. Me miró, asentí con mi varita en alto, y entonces retiró la protección cuando ellos se detuvieron un momento. Un conjuro silencioso salió de mi varita. Una onda expansiva de color púrpura hizo salir por los aires a los tres Mortífagos. La cercanía que tenía con Tn impidió que le afectara a ella. 

Eso nos dio una oportunidad y salimos corriendo. Tn no podía ir muy lejos, estaba demasiado débil, y a medio camino tuve que cargarla hasta que pudimos llegar sin inconvenientes al almacén de Severus, el cual se abrió con la presencia de la chica.

-Vale... -jadeé dejándola apoyada en el suelo contra uno de los estantes. Empecé a rebuscar entre los materiales, buscando y buscando con manos temblorosas -. ¿Dónde coño están las vitaminas?

Tn gimoteó acomodándose. Se miró el brazo izquierdo y tenía muy mala pinta. La piel chamuscada e hinchada parecía palpitar y que estuviera cubierta de sangre no ayudaba a las vistas. Su ropa estaba empapada de sangre. Mis manos también. El pánico me superaba.

Una caricia me llegó desde la mente de Tn. Me calmó los nervios y respiré hondo. Me armé de paciencia y al poco tiempo encontré lo que buscaba.

-Lo tengo -dije arrodillándome a su lado. Dejé en el suelo varios botes con díctamo y pociones adentro. Tn empezó a leer los contenidos mientras sacaba mi varita y conjuraba unos débiles hechizos para curarla. Unos cuantos 'Tergeo' para limpiar la sangre. Luego le di para morder mi cinturón mientras aplicaba sobre la piel herida un díctamo que hizo que dejara de sangrar y que apareciera una capa de piel nueva como si llevase días curándose. Tn gimió de alivio cuando terminé. Pero aún seguía pálida, así que destapé dos botes, uno con Poción Reabastecedora de Sangre y otro con Poción de la Resistencia. Le di a ella el frasco entero de Reabastecedora de Sangre y la mitad de Poción de Resistencia. Yo me tomé la otra mitad.

Una vez terminé, me senté delante de ella en el amplio pasillo de estanterías. Estuvimos recuperando el aliento, ambos sintiendo que la energía y la fuerza regresaba a nuestro sistema. Nos vimos a los ojos y supimos que esto iba a ser difícil. Reímos. Estábamos condenados, pero si moríamos lo haríamos juntos.

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NARRA TN:

Gracias a Merlín que me había aprendido todos los pasajes de los Merodeadores de memoria. Eso hizo más fácil, junto a los pasadizos que había descubierto de Slytherin, colarnos en mi cuarto y coger el Mapa. Desde ahí no fue un problema dirigirnos a la Torre de Astronomía esquivando a los Mortígafos que aún nos buscaban. El número había subido a cinco. Pero eso no impidió que nos escabulléramos y subiéramos las escaleras. Nos escondimos en una posición que nos dejaba bajo el suelo de madera. Entre los tablones podíamos ver a medias lo que pasaba.

Como Mattheo había dicho, Blaise Zabini era el que nos había traicionado. Voldemort estaba detrás de él, susurrándole al oído como el demonio malvado sobre tu hombro. Frente a ellos, siendo apuntado por la varita del joven mago, estaba nada más ni nada menos que Dumbledore. Detrás de ellos habían más Mortífagos, entre ellos Colagusano, Severus y el matrimonio Malfoy. Draco se echó para atrás al ver a sus padres ahí, por un momento dudando de lo que estaba haciendo. Verlos después de meses, después de todo lo que había pasado, le afectó. Pero puse mi mano sobre su hombro y enseguida se recompuso, guardando silencio para que pudiéramos escuchar lo que pasaba.

-Azlo, Blaise -susurraba Voldemort -. Mátalo, para que puedas unirte oficialmente a nosotros y convertirte en un joven mago muy poderoso. Así podrás proteger a tu madre... ¿no es lo que quieres? ¿Qué ella esté a salvo?

Blaise temblaba demasiado. 

-No es necesario que lo hagas, muchacho. -Dumbledore, como siempre, intentaba ser la voz de la razón con su tranquilidad de siempre -. Sólo tú escoges tu destino. No tienes porqué matarme. Siempre hay una escapatoria.

-¡Miente! -gritó Blaise -. La matarán... -gimoteó con lágrimas empapando sus ojos y su rostro. Con la mano que no sujetaba la varita se las limpió y Voldemort sonrió.

-Tienes toda la razón. Si no lo haces, la mataremos...

Entonces se oyó un gemido de pánico y Draco y yo reparamos en uno de los mortífagos. No nos habíamos dado cuenta, pero ahí estaba la madre de Zabini, mirando a su hijo con la mortífaga a sus espaldas manteniéndola inmovilizada mientras que de su rostro goteaban lágrimas sin frenos.

«¿Cómo los distraemos?» preguntó Draco. A mí ya se me estaba ocurriendo un plan. «Ni se te ocurra» intentó frenarme agarrándome del brazo. Lo miré.

No queda de otra -dije -. Es la única forma de distraerlo el suficiente tiempo. 

«Es un suicidio»

Entonces te doy permiso para que cuando me maten salgas detrás mía y te tires de la Torre -dije sarcástica. Pero no me soltó. Entonces suspiré -. Lo siento.

Abrió los ojos de sobremanera abriendo la boca para replicar, pero fui más rápida y conjuré en susurros 'Petríficus Totalus' apuntando mi varita contra sus costillas. Su cuerpo se paralizó. No pudo mover más que sus ojos. Una sensación desesperante le inundó cuando me alejé y subí los tramos de escaleras que quedaban.

Empezó a gritarme a través de la conexión, pero lo bloqueé. Aún así, permití que pudiera ver a través de mis ojos. 

-Mátalo, y te aseguro que no te arrepentirás -le susurró Voldemort a Zabini -. Tu madre será libre. Tú serás libre.

-¡Miente! -exclamé haciéndome notar. Todos los presentes se voltearon a verme. Draco estaba histérico, y aunque le mandé una mano fantasma a través de la conexión para tranquilizarlo, me rechazó furioso y ahora fue él el que me bloqueó.

-Joven Potter -exclamó Dumbledore sorprendido de verme.

-Hija mía -dijo en cambio Voldemort, tranquilamente, enderezándose y olvidándose momentáneamente de Zabini -. Ya estabas tardando en llegar. Me han dicho que tu estancia en la escuela te ha cambiado.

Pero no lo miré a él, sino al chico.

-Miente -repetí, dando un paso para acercarme. Los mortífagos se pusieron alerta -. No te dejará en paz. Dumbledore es portador de la Varita de Saúco y Voldemort la quiere. Pero si le matas tú, la varita te pertenecerá a ti y sólo podrá pertenecerle si te mata.

Zabini palideció. Voldemort puso una mueca irritado.

-No le hagas caso. -Regresó a inclinarse sobre el hombro del chico para hablarle al oído -. Blaise, ella es la que está mintiendo. ¿No vez que no le importas ni tú ni tu madre? Sólo quiere que yo no llegue al poder y se inventará cualquier cosa para convencerte. 

-No es cierto, Blaise -dije con insistencia -. Digo la verdad. Te lo demostraré.

Entonces apunté con mi varita al viejo situado en el borde de la Torre. Él me miró sorprendido. Detrás de mí escuché a Severus susurrar mi nombre con miedo. Miedo por mí, miedo de lo que me iba a pasar si lo hacía.

Pero eso no importó.

-Ni se te ocurra... -empezó Voldemort, sacando su varita. Pero mi grito lo interrumpió.

-¡Abada Kedavra!

(***)

👀👀👀.

Pobre Dumbledore. La primera vez que aparece en todo el libro... Y sólo fue para despedirse antes de matarlo.

Con Tn andáis jugando con fuego. Voldemort estará cabreado.

Ahora veremos qué pasa.

Besos en la nariz,

Dani<3

Tn Potter: la serpiente perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora