VI. Bloodstream

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Jimin caminó directo hacia la persona que últimamente poblaba sus pensamientos. En aquel abrigo color crema el doctor Min exudaba elegancia y peligro a partes iguales. El castaño estaba consciente de cómo le escrutaba con la mirada, aun cuando su pálido rostro no cambiara ni una pulgada.

—Creo que he sido puntual ¿Qué tal le ha ido con nuestros cadetes?

La falsa jovialidad en el tono del detective hizo al médico apretar la mandíbula. No podía esperar para cambiar ese comportamiento en el que consideraba su mayor objetivo pero seguía siendo demasiado temprano para aquello. Además, ya sabía la razón por la cual el comedido hombre que le enfrentaba ahora sin los lentes de sol estaba allí.

—No tanto como podrían ser en su terreno. Si me disculpa, aun debo pasar por mi consultorio antes de regresar al Paraninfo.

Intentó sacarse de encima el escrutinio del detective cuando este le cortó el paso tomándolo por la muñeca en un repentino movimiento que llevó a Min a maldecir entre dientes. Jimin no perdió tiempo para hacer galas de los años de entrenamiento y con facilidad colocar al impoluto doctor contra la pared de la fachada del anfiteatro. El sonido de las esposas cerrándose a espaldas de Min llenó la desértica explanada.

—Supongo que este es el inicio de una operación extraoficial, o quizás su intento desesperado por culparme de algo para lo que no tengo explicación.

Sonrió por encima de su hombro ganándose el ceño fruncido de Jimin que complacido con su trabajo lo jaló en dirección al copiloto de su viejo Ford. Yoongi suspiró mientras el castaño se apoderaba de su portafolio y sin mucha paciencia lo dejaba en el asiento del pasajero.

A dónde iban o por qué Jimin se estaba tomando la justicia por sus propias manos eran razones que no le importaban. Lo cierto es que podía retirarse las tontas esposas con solo un pestañeo pero era más ventajoso fingirse ofendido mientras el motor de aquel auto volvía a la vida.

Era increíble como ambos seguían compartiendo el gusto por el mismo fabricante de coches, aunque en lo personal él prefiriera el modelo Mustang.

—¿Será esta la parte donde presento la demanda por abuso de poder? Deje de actuar como un lunático y al menos tenga la cortesía de comunicarme a dónde me lleva.

La sonrisa maliciosa en el rostro de Min lograba que la bilis le subiera a la garganta. Jimin sabía que si no le contestaba lo más probable es que siguiera haciéndose el tonto.

—Vamos a visitar a una vieja amiga.

Fue lo que dijo antes de tomar una curva y Min lejos de alarmarse se recostó más en el asiento del copiloto. El demonio que normalmente lo habitaba se estaba dando un banquete mientras observaba a Jimin conducir.

Cómo sus nervosos brazos se contraían debajo de la americana color rojo vino o cómo el viento de la carretera agitaba sus cabellos castaños casi rubios. Varias veces el detective se cruzó con aquella mirada y una parte de él deseaba estamparle un buen puñetazo a Min cuando otra que no conocía se preguntaba por qué aquel hombre se comportaba así a su alrededor.

Los árboles que custodiaban la entrada del cementerio se hicieron notar y un suspiro pesando en los labios del más pálido de los dos taladró el incómodo silencio. Ya tenía su respuesta, Jimin estaba jugando a una especie de chantaje emocional que terminaría sobre la tumba de Sara. Estaba obsesionado con algo que desgraciadamente su ignorancia no le permitía ver aun.

—Si quería que viniéramos a ver a la pobre Sara no tenía que ser tan drástico, hombre. Bien podríamos haber aparcado en un restaurante de carne y acompañar sus preguntas con un buen vino. Apuesto a que aun recuerda el jugoso filete de aquella noche.

•DOPPELGAÄNGER•ym#PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora