XXI. Sometimes

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La mañana en las oficinas del Departamento policial de Cuántico había transcurrido entre informes de última hora, reportes banales sobre robos y órdenes de alejamiento por acoso provenientes de la jurisdicción de la costa Este.

Jeon Jungkook había decidido tomarse un descanso y qué mejor oportunidad que la hora del almuerzo. Todo el día había tenido el mal sabor de estar esperando una noticia. Varias veces se atrapó mirando el teléfono de su despacho con extrañas intenciones, y aunque la premonición no se había cumplido, algo dentro de su pecho le sabía amargo.

En cuanto a su relación con Taehyung, si es que podía llamarle de alguna manera, había pasado a ser su mejor amigo con una velocidad casi descomunal.

Aun recordaba aquella noche y la plática que tuvieron en la escalera de incendios del departamento del castaño pero por increíble que le pareciera, saber que podía contar con alguien más para diluir sus preocupaciones solo pareció ayudarle aceptar que lo de esa ocasión no se repetiría más.

Al menos para él había quedado de esa manera aunque no iba a negar que a veces extrañaba al de ojos color ámbar. Como justo sucedía ahora, mientras removía el contenido de su charola en el comedor común de Cuántico.

—Por lo visto hoy me tocará una tarde solitaria. En serio no me sirve tener un compañero de oficina ausente y un Patólogo ocupado...

Se lamentó mientras llevaba la cuchara con abundante picadillo de carne a su boca, se quedó a medio camino justo para ver cómo un agitado Yeonjun se dejaba caer a su lado y le jalaba de la manga del uniforme de policía que hoy exhibía Jeon.

Hyungning, lo siento pero es una emergencia. Tienes que ir ahora mismo a la terminal tres del aeropuerto John F. Kennedy... El jefe Kim lo ha preparado todo para aprehender a Jimin hyung.

Jungkook quiso que el tiempo fuera rebobinable. En serio deseó que aquellas palabras acabadas de pronunciar por uno de los cadetes fueran una burda mentira, pero era obvio que no tendría la mano ganadora a su favor. Sabía que no.

Dios, lo sentía en la piel desde la mañana, algo estaba completamente torcido y ahora comprendía por qué Namjoon lo había relegado hacer trabajo menor todo el día. Se la habían jugado de la peor manera posible.

—¡Hyungning, espere, no puede salir de esa manera!¡ Si lo ven sabrán que yo se lo dije y entonces...!

—Puedes estar tranquilo Choi, esto ya no es un asunto de trabajo, es más bien un tema personal.

El más joven negó antes de comprobar cómo Jungkook abandonaba el comedor a la carrera, sin importarle la cantidad de miradas que despertaba a su paso ni los pucheros de sus compañeros.

—Sinceramente espero que las cosas mejoren o al menos, que no salgan más personas lastimadas...

Concluyó recordando cómo su propio amigo Taehyun había cambiado en los últimos meses. Cómo de aquel muchacho amable y sincero no quedaban más que pequeños vestigios, cuando parecía absorbido la mayor parte del tiempo por la investigación en la cual los Min le habían instado a participar.

Mientras tanto, el oficial Jeon encontraba el camino al parking de la Academia para casi atropellar a una persona que venía justo en sentido contrario. No pudo ver más que la impoluta bata blanca de quién suponía era alguien de los laboratorios forenses, pero su aliento quedó estancado al descubrir a Kim Taehyung al otro lado del impacto.

—¿Qué sucedió?

Cuestionó el castaño solo para comprobar cómo la respiración de Jeon se hacía más inestable.

—¿Tienes las llaves de tu coche contigo? Necesito llegar cuanto antes a la terminal tres del John F. Kennedy.

Taehyung se relamió los resecos labios. La cabeza le estaba estallando a preguntas pero aun así extrajo el llavero con el motivo de una abeja en la punta y dio media vuelta para identificar su coche. Un BMW azul pizarra cortesía de sus padres por su cumpleaños número veintisiete.

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