XI. Across Endless Dimension

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Paranoia. Un sentimiento líquido deslizándose como las espesas gotas de sudor en la frente de Haruna Min mientras escuchaba a su esposo comentarle sobre el mes que estaría fuera del país.

Aquella chica tímida que perdiera a sus padres a la tierna edad de cinco años hubiera sufrido un destino similar al que el propio Yoongi o el mismo Jimin fueron obligados de no ser por la presencia del Dr. Peter Thomas.

Un hombre para el cual las barreras de idiomas o etnias se difuminaban cuando lo único que importaba era el ser humano y su esencia más primitiva. A Haruna siempre le gustaron las aves.

De niña recordaba haber tenido al menos veinte canarios que en sus ataques de neurosis terminaban siendo estrangulados y desecados para encabezar la extraña pared donde solía agruparlos como si de una clase de taxonomía se tratara.

Por eso cuando Thomas le presentó a Yoongi supo que había encontrado una parte muy profunda de sí misma en otra persona y se atrevió a llamarlo amor.

"No soy capaz de amar a nadie, ni siquiera a mí mismo, pero siempre te protegeré Haru."

Fueron las palabras de un joven de profundos ojos color esmeralda cuando apenas iniciaban la facultad. Años de desvelo, de idas y venidas pero que al final cristalizaron en el matrimonio que ella tanto quería.

Si algo podía agradecerle a su ahora esposo, era su desnuda sinceridad. Yoongi nunca le ocultó su verdadera naturaleza y una especie de acuerdo se trazó entre ellos cuando el tema más espinoso para el renombrado catedrático tenía nombres y apellidos.

—Supongo que estarás con él esos días.

Fue la respuesta de ella mientras doblaba otra de las impolutas camisas de su esposo. La Academia de Oxford abría sus puertas durante todo el mes de agosto como parte de los cursos de verano, en los cuales el excelso doctor Min había sido invitado como conferencista y oyente para presentar el último informe de su investigación sobre compresión del funcionamiento del subconsciente humano y reacciones incondicionadas en estados de hipnosis en personas mentalmente inestables.

—No puedo hacer promesas a largo plazo ¡No puedo creer que mi pequeña flor esté celosa! Jimin es parte de mi trabajo.

Ella intentó disfrazar con una sonrisa lo que era una mueca agridulce. No tenía ningún problema en compartir a su amado con aquella persona que vagamente conocía pero que en su subconsciente le llamaba como un demonio del pasado.

Desde que había tenido acceso a la vida de Yoongi y como parte de los primeros esbozos de la tesis de graduación de ambos, Park Jimin había sido una presencia recurrente en todos los psicoanálisis realizados por Haruna a Min.

Era hasta cierto punto doloroso escuchar desde el subconsciente de su esposo aquellos sueños y representaciones que tenía con un chico que en los últimos meses había vuelto a aparecer en sus vidas; y lo peor es que ella fue la única responsable de sugerirle a Yoongi regresar a Nueva York a fin que pudiera controlar mejor las pesadillas y ataques de pánico que le inutilizaban, cuando la causa primaria parecía ser su alejamiento del detective Park.

—No vienes conmigo porque no quieres. Sabes que no existiría problema con que nos acompañaras este mes.

Haruna chasqueó la lengua y tomó asiento en el otro extremo de la cama matrimonial, Min no pudo evitar sonreír. Pasaran los años que pasaran su esposa le seguiría pareciendo una adorable muñeca a la que debía cuidar a toda costa.

Por eso no dudó en tirar de las delgadas muñecas hasta sentarle sobre su regazo. Haruna se negaba a aquel abrazo posesivo, pero terminó presa del murmullo de aquella voz profunda y el roce cálido de los labios de él en su cuello.

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