El grupo de cuerpos se tambaleaba al mismo compás de la música en el club. Pasaban las tres de la mañana en la ciudad que nunca duerme y por alguna razón Sara Gray no sabía cómo había terminado enredada entre aquellas personas que jugaban póker en el sótano de The Royal, el club que había comenzado a frecuentar las últimas dos semanas en busca de algo más fuerte que el crack.
"Tranquila, Sara, vas a estar bien. Solo hazlos pagar. No tengas misericordia de su humanidad, hace tiempo la perdieron cuando decidieron traicionarte"
Aquella insidiosa voz parecía emerger de su cerebro aun habiendo consumido la cantidad suficiente de alcohol y hierba a partes iguales.
—¿Qué pasa nena, aun no estás segura?
Miles, ese maldito que se había ofrecido a cuidar de ella aquella lejana primera vez; sonreía con su dentadura dorada mientras escogía una carta de corazones y la extendía sobre el montón que presidía la mesa.
Sara se humedeció los labios, un gesto que la hizo lucir más irresistible a los ojos ajenos. Si a eso le sumábamos la vestimenta donde predominaba el cuero ciñéndose a su cuerpo y el maquillaje que gritaba a cientos de kilómetros adolescente punk descolocada, pues el escenario estaba completo.
Esa noche agradecería a sus padres haberla enviado a terapia al menos un mes atrás. Haber descubierto a una especie de amigo en su psiquiatra personal la había tomado por sorpresa. Las semanas en aquel consultorio habían pasado demasiado rápido para su gusto.
Primero había pasado de la aversión a la admiración casi ciega por aquel hombre que con tono calmado le explicaba la verdadera naturaleza de su problema. A él le había confiado la razón primitiva de las marcas en su cuerpo, a él había confiado sus demonios más oscuros e indomables y ahora había recibido la iluminación.
Como un aprendiz directamente de la mano de su maestro. Siendo guiada a través del velo de la oscuridad para ver finalmente la luz, una luz que se teñiría de sangre en breve. No, esa noche, no habría perdón ni misericordia, esa noche, todos conocerían la verdad sobre Sara Gray y su maldita vida en el anonimato.
—Estoy bien cariño, quien luce inseguro eres tú...
Alardeó recordando el próximo movimiento que la traería a la superficie. Solo un poco más antes de iniciar la purga.
—Deja a la muñeca elegir sus cartas, Miles. Ya sabes, nuestra pequeña ha crecido tan rápido.
El estúpido de Micka se atrevía hablar y un flashazo en la turbulenta mente de Sara la regresó a sus tiernos años, justo en el sótano de uno de los colegios privados que pagaba su padre, siendo abordada en los cambiadores por la labia de Micka y segundos después perdiendo el conocimiento para despertar con un dolor insoportable en sus entrañas y el sentimiento de que la oscuridad había llegado para quedarse eternamente.
—No necesito una niñera Micka, tú te encargaste de despedir a mi infancia hace mucho tiempo atrás.
—Cariño, querrás decir por los buenos tiempos. Pero adivina, sigues siendo mi favorita, la pequeña princesita que...
—Ya dejen de jugar al gato y al ratón y arréglenlo en un cuarto. Apestan a sexo barato ustedes dos.
La otra persona sentada en la mesa enseñó su rostro marcado por irregulares cicatrices. Sara se concentró en terminar aquella partida antes de escuchar la traicionera voz en su cabeza que le hablaba de la estrategia para ganar cualquier contienda.
"No está mal liberar esa parte de nosotros. No creas que la luz existe sin la oscuridad. Alimenta al monstruo cada día, él será la diferencia entre lo que puedas lograr y el resto de la manada".
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•DOPPELGAÄNGER•ym#PGP2024
Hayran KurguEl Dr. Min posee los más altos calificativos en la esfera académica, una esposa digna de su sangre azul y un prestigio digno de su apellido. Sería tentador describirlo al frente del equipo de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la UCH siend...