XXIII. Hungry

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Canción sugerida: I’m with you by Avril Lavigne

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DOPPELGÄNGER

“Tobillera electrónica.”

A simple vista parecen dos palabras inofensivas, pero para Min Yoongi aquello removía un antiguo recuerdo que su prolija mente había intentado bloquear décadas atrás.

—Estaré bien, hyung, es mejor que pasar un mes lejos de ti.

Fue la respuesta de Jimin y el médico hubiera preferido mil veces una pelea a esa extraña conformidad. Si antes deseaba tener al más joven entre sus dedos, ahora le incomodaba esa adoración casi ciega que Jimin le estaba profesando mientras el abogado Lee Ji-Hoon terminaba de recibir el papeleo para que su más nuevo cliente esperara por un juicio en confinamiento domiciliario.

“No puedes decirlo en serio, estar encadenado, sea como sea, no es agradable Jim.”

Pensó el más pálido mientras la orden que les permitía abandonar la delegación era aprobada. Del otro lado de la pantalla polarizada estaban Kim Namjoon y Jeon Jungkook enzarzados en una discusión donde el nombre del detective se repetía más de diez veces.

—Acabas de cruzar la línea Jeon. Te advertí que llegado el momento me sería irrelevante y ese día ha llegado. Cuida tus próximas palabras si no quieres hacerle compañía a Jimin y dudo que tengas los medios para dejarlo todo en un simple arresto domiciliario.

El pelinegro no podía creerle. Era como si hubieran transformado a Namjoon y ahora el hombre de cabellos grisáceos y ojos profundamente almendrados se pareciera más alguna especie de impostor de mal gusto.

Qué tonto había sido al creer que el jefe Kim archivaría el caso por no ser contundente la muestra de ADN encontrada en los cuerpos de las víctimas, qué iluso al no percibir que mientras él realizaba sus pesquisas, el jefe del Departamento Policial en Nueva York se unía a la partida de ajedrez que dirigía otra persona tras bambalinas.

—Solo recuerda un detalle muy importante hyung: En esta vida todo se acomoda por su propio peso.

Fue la resolución del oficial Jeon antes de azotar la puerta y tratar de incorporarse a la especie de procesión que acompañaba a Jimin fuera de la delegación. El detective nunca pudo calcular que tantas personas se reunieran en el corto plazo de diez horas para atestiguar su salida.

La mayoría gritándole improperios a él y aun adusto Yoongi que no dudó en colocar su bufanda roja alrededor del cuello del rubio e instarle a que no mirara a nadie en especial cuando el impacto de las cámaras fotográficas parecía engullirlos en una incómoda lluvia de flashes.

—Solo mírame a mí…

Le susurró Min al oído antes de sujetarlo posesivamente por la cintura, Jimin observaba todo como si estuviera en un punto al fondo de su memoria y él mismo fuera solo una figurilla de marfil perdiéndose entre el tumulto que apenas les permitía moverse.

La puerta del taxi que el doctor había contratado le recibió entre el abucheo de la multitud y los insistentes reporteros que le apuñalaban con preguntas obscenas sobre su relación con Min Yoon Gi.

Jimin cerró los ojos cuando la puerta a su derecha se bloqueó con un golpe seco y dos segundos después el doctor ocupaba el otro asiento del pasajero antes de casi gritarle al taxista que fuera hacia adelante.

Las manos de los periodistas y algunos desconocidos golpeaban el cristal mientras el dolor de cabeza en las sienes del de ojos azules palpitaba con vida propia. Inhaló profundamente tratando que el aroma de la persona que consideraba su hogar le infundiera valor a través del tejido de la bufanda.  Se sentía hasta cierto punto perdido y la última discusión que había tenido con Yoongi por la tobillera electrónica no ayudaba en nada.

•DOPPELGAÄNGER•ym#PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora