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Luisa

Me despierto entre los brazos de mi marido, está acostado un poco más abajo que yo, y tiene su cabeza apoyada en mi vientre mientras me abraza, está tan aferrado a mí que apenas me puedo mover.

Dios...

Me intento mover un poco y él se despierta al instante. Me ve y se reincorpora.

—¿Estás bien?—escucho su preocupación—¿Quieres que te traiga algo?

—No, está bien.—contesto y me salgo de la cama, mis piernas se sienten débiles.

Pero puedo mantenerme de pie.

—¿A dónde vas?—pregunta sin apartar la mirada de mis movimientos.

—A trabajar, tengo cosas que hacer.—Me voy al baño y abro la ducha.

—Pensé que te tomarías vacaciones.—se asoma en la puerta del baño.

—Obviamente, cambié de opinión—contesto y le dedico una sonrisa forzada.

—Tienes que descansar, trabajas mucho.—Añade.

—Tu también, y no te veo estar pidiendo vacaciones.

Él se mete al baño, y cierra la puerta con seguro.

—Tienes que descansar, te va a hacer mal mucho trabajo.—insiste.

—No, mi mente descansa cuando hago lo que me gusta, por favor, no me quites este sueño también.

Al momento de que las palabras salen de mi boca me arrepiento. Dios.

Es difícil todo esto.

Lo amo, pero es demasiado complicado aceptar que puede que jamás sea madre.

—Pulgarcita...

—Necesito mi tiempo, por favor...—Cierro los ojos y me empiezo a quitar la ropa para meterme a bañar.

—Está bien... entonces iré a trabajar.—Habla y se acerca a darme un beso en la frente.—Te amo.

Quiero gritarle que yo también, que lo amo, que no importa lo que pase lo amaré y elegiré a él sobre todo, pero no puedo.

—Está bien, adiós pulgarcita.—Dice en vista que no le respondo. Saca el seguro a la puerta y se va.

Me sumerjo bajo la regadera, y me tomo mi tiempo para pensar ¿cuántas probabilidades de ser feliz tengo a su lado?

El amor no siempre es suficiente.

Y yo a él lo amo mucho.

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora