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Riley

El viaje fue demasiado corto, cuando desperté ya estaba en mi destino.

Al llegar a casa sentí un gran cansancio, pero sin importar lo cansado que estoy, no puedo conciliar el sueño.

Me lanzo a la cama.

Disfrutando el silencio. La tranquilidad...

Pero inmediatamente esa tranquilidad se ve interrumpida cuando dos criaturas llegan saltando a mi cama.

—¡Papá llegaste!—Dicen mis hijos al unísono.

—Mis niños nos pueden dejar a papi y a mami solos,  por favor...—aparece Samanta.

Sáquenme de aquí.

Mis hijos se van como su mamá se lo ordena.

—¿Qué quieres?—Me reincorporo en la cama.

—Te fuiste por ella, ¿verdad?—se cruza de brazos y me mira exigiendo una respuesta como si las mereciera.

—No te incumbe.—Me vuelvo a tirar hacia atrás para mostrarle que no estoy interesado en seguir hablando.

Ella me da el silencio que tanto anhelo.

En cambio, siento como se sube encima de mi regazo.

—Joder, bájate.—La tomo de las caderas y la aparto.

No me gusta que me toque. Me da asco.

—Puedes fingir que soy Luisa.—No se da por vencida y gatea en la cama.

—Deja de hablar mierda, La única vez que recuerdo es cuando andaba con ganas de follar, y a la mañana siguiente desperté a tu lado... tuve que haber estado muy desesperado para meterme contigo.

Ella abre la boca ofendida.

—Dios, deja de hacerte el duro,  sé que te gusta como soy en la cama... no lo niegues.

—Primero, cierra la boca que nuestros hijos te pueden oír, segundo, no recuerdo haber hecho nada consensuado contigo, así que...

Me detengo cuando mis palabras salen de mi boca.

Nada consensuado...

Yo jamás le di mi consentimiento, estaba drogado...

Probablemente, la segunda vez no lo estaba, pero tampoco recuerdo haberle dado el consentimiento de nada.

No recuerdo nada más que el despertar...

Que, por cierto, fue horrible.

—¿Estás diciendo que te viole?—Me mira enojada.—Dios mío, eres ridículo.

—¿No es así? Según lo que sé, tener relaciones con una persona que no está en sus cinco sentidos es violación.

Fui tan iluso, estaba tan concentrado en Luisa, todos estos años, que ni siquiera me di cuenta de las cosas que sucedían en mi vida...

Todo ha sido tan claro.

Tan... asqueroso.

Jamás pensé que odiaría tanto a una mujer como odio a Samanta, me repugna.

—¿Y qué hay de los niños?—Señala la puerta por donde salieron mis hijos hace un rato— ¿También dirás que son producto de una violación?

—Lo son, no es casualidad que no recuerde las dos únicas veces que "he estado contigo"—Hago comillas con los dedos.

Nunca estuve con ella, no voluntariamente.

Y saber que fui forzado, más bien drogado y violado... me hace sentir tan débil.

Esta mujer me da asco.

Yo también me doy asco.

Estuve en su interior, y aunque no lo recuerdo por las drogas... sé que sintió asqueroso.

Jamás sentiría deseo por alguien como ella.

Nunca habría estado con ella si no me hubiera obligado.

Aún no creo de lo que me acabo de dar cuenta. Siento que estoy tan inseguro, no me siento cómodo conmigo mismo.

Es...

Raro.

—¿Y qué vas a hacer?—Me saca de mis pensamientos.—¿Demandarme? Nadie te va a creer, lucirás patético Riley... Nadie jamás te va a creer.

Con una sonrisa  de burla sale de la habitación dejando el eco del golpe de la puerta al cerrarse.

No recuerdo si estaba de pie, o sentado, solo sé que ahora estoy en el suelo, con los ojos empañados...

Preguntándome.

¿Será mi culpa?

Tal vez, no debí haber ido a esa estúpida fiesta.

Tal vez si me hubiese ido directo a casa todo sería diferente.

¿Cómo fue que me pasó esto a mí?

Nota: fallas por arreglar:(

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora