50

2.9K 166 6
                                    

Riley.

Tengo planeado hacer algo sin la ayuda de nadie. Aquí me vale mierda la lealtad o cualquier otra mierda.

Haré lo que sea para recuperarlas.

No me importa terminar muerto en el camino, o que alguno de los chicos termine muerto.

Soy egoísta. Pero a veces hay que serlo para poder ganar.

Luisa.

No sé cuanto tiempo ha pasado desde que estoy acá.

Tengo hambre y frío, lo único que me dan de comer ha sido un pan y un baso de agua. Y eso fue hace aproximadamente dieciséis horas. He contado los segundos, es lo único que me ha permitido estar un poco más cuerda, es lo único que me permite alejar los pensamientos negativos.

Mi hija me la traen dos veces al día. Me la dejan por una hora, y luego me la quitan.

La persona que me trae a mi hija estos días, es diferente, ya no es una mujer.

Ahora es un tipo el que se encarga de mi hija. Y eso es lo que más me da miedo. Está claro que en este lugar nadie está cuerdo, y las depravaciones que pueden hacerle a mi hija me mantienen paranoica. Me concentro en cada sonido, cada paso...

Incluso, ya reconozco los pasos de las personas que vienen.

El sujeto que se parece al asesino del video, es el que pisa más fuerte, se demora en dar el paso, seguramente será sobre peso. El que me trae a mi hija ahora, es el que tiene el paso más suave, a veces no lo escucho llegar.

Es un tipo alto, pelinegro, tiene una cicatriz en la cara, e incluso tiene tatuajes en el rostro.

Es todo un maleante.

Tocan la puerta y me sobresalto.

No sentí sus pasos...

No se para qué tocan la puerta, ni que les fuera a decir que no a ver a mi hija.

—Traemos a la niña.—pasa el mismo hombre que la ha venido a dejar estos días.

Me quedo en silencio. Me da miedo que cualquier palabra que diga mi hija lo tenga que pagar.

—Puedes hablar.—Me dice.—Nadie más está aquí, solo yo.

Este hombre me pasa a mi hija.

Es primera vez que me dirige la palabra. Antes únicamente la venía a dejar.

Con mi hija en brazos me permito relajarme un poco.

—Luisa, puedes hablar, de verdad, yo no soy el malo aquí...—Sus palabras se ven interrumpidas por la puerta que se abre bruscamente.

—Fuera de aquí Óscar.—dice el caballero pelón.

—Como mande señor.—Sigue sus órdenes y antes de salir me echa un vistazo.

Cuando ese se va, el pelón se sienta frente de mí.

—No eres tan importante, tu querido amor no ha hecho nada para rescatarte, quizás es hora de darle un susto.—Su asqueroso aliento me llega en la cara.

—No por favor...

Él hace un sonido raro con la boca y entran más personas a la habitación, no reconozco a nadie, porque todos están con máscara.

—La niña.—Ordena.

—¡No!—Grito luchando para que no me la quiten—¡Con mi hija no!

Sin mucho más por hacer me la terminan quitando.

—Llévensela y desaten a la puta, de lo demás yo me encargo.—su voz es tan siniestra que me hace temblar.

¿Cómo se supone que debo ser fuerte teniendo a semejantes monstruos conmigo?

Nota:
Odio a los hombres calvos de estos libros, casi siempre a los malos les falta pelo.  Buenoo aquí esta el cap lamento la demora.

No me lo creo cap 50?

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora