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Luisa.

No recuerdo cuando quede inconsciente, el dolor me sobrepasó. Me duele aún todo el cuerpo...

Está extremadamente helado y oscuro, el piso de cemento hace que mi cuerpo se sienta más adolorido, a penas me puedo mover. Si no fuera por mi hija, yo creo que la historia sería totalmente diferente. Me hubiese dejado morir. Habría decidido matarme antes que seguir aquí. Pero no puedo, tengo una hija que depende de mí. Su vida depende de mí.

Y eso es lo que me mantiene con conciencia aún.

No he gritado. No he hecho nada que me haga agotar más energía. Necesito estar mejor para cuando llegue alguien, cualquier persona, se supone que en algún momento me deben traer comida, y es eso que usaré para salir de aquí. En algún momento, cuando me vengan a alimentar, abrirán la puerta, y ahí es donde intentaré atacar. Es riesgoso. Pero no me puedo quedar a brazos cruzados sabiendo que mi hija está rodeada de malditos psicópatas.

Si esto es lo último que haga, lo haré. Con tal de sacar a mi hija de aquí haré lo que sea. Todo lo demás, incluyéndome, pasa a segundo plano.

Ella es la prioridad.

Mi prioridad.

...

Un fuerte golpe me despierta. Al abrir los ojos veo a una persona golpeando un fierro contra la reja.

Me levanto como puedo. Ignorando el escozor de mis heridas.

Es hora.

Riley.

El maldito infiltrado ya no responde. Lo último que nos dijo es en donde dejaría unos uniformes para infiltrarnos y no pasar a la fuerza, aunque trajimos refuerzos la idea es pasar desapercibido para no poner a Luisa en peligro.

Estoy asustado por lo que puede pasar. No por mí, sino por Luisa.

Si a ella le pasa algo no sé que será de mí.

Estamos vestidos con una mierda negra, parecemos policías.

Kurt ha estado en silencio todo el camino, dijo que él no entrará, ya que cuando lo reconozcan, todo se irá a la mierda.

Luis y yo estamos adentro, Kurt esperará a la señal y entrará con refuerzos. Según el plan de él. Nos iremos de aquí los cinco, l Luisa, su hija, Louis, él y yo.

Pero si por mí fuera, me iría con Luisa la niña. Solo los tres...


Nos escabullimos hasta el pasillo principal, tenemos que encontrar a nuestro infiltrado.

Únicamente espero que lleguemos  a tiempo para salvarlas.

Luisa.

Me tomo dos segundos poder ver a la persona que me estaba liberando.


—Sal, el jefe quiere que te limpien.—comento con una pistola en la mano.

—Yo...

—Cierra la boca y sígueme.—comenta irritado.—Yo no tendría que estar haciendo esta mierda.—Susurra más para el que para mí.

—Por favor... por favor suelta el arma.—Ruego.—Iré a donde quiera, pero suéltala.—Digo al borde del colapso.—T-te lo juro haré lo que sea p-pero suéltala.

Sigo rogando.

—¿Estás loca?—comenta burlón—¿Quieres que me arriesgue y termine muerto?

—Y-yo no puedo hacer nada en este estado—Finjo la tos.—N-ni siquiera puedo pararme del todo...—me quejo—¿Acaso no viste lo que me hizo tu jefe?

—Estás loca...

—Por favor... me da miedo... M-mi padre me amenazaba con armas para que hiciera lo que él quisiera—Miento.—No soporto ver una...—Digo en un hilo de voz.—No me hagas revivir esos momentos...

—Maldita perra dramática—Rueda los ojos, pero termina lanzándola al suelo.

Fue más fácil de lo que esperaba. No me sorprendería que tenga más de repuesto.

—¿Contenta?—Pregunta.

—Gracias...

El tipo me agarra fuerte del brazo y me saca de la celda.

Cuando avanzamos hago que mis piernas flaqueen justo cuando la pistola que él tiró está a mis pies.

Quedo en el suelo por unos segundos, los suficientes para agarrar el arma, luego el tipo me levanta y aprieta más mi brazo.

—Maldita tonta.

—Lo siento—Me disculpo mientras agarro mejor el arma en mi espalda—No he comido nada, y tengo mucha sed, debe ser un bajón...

Él me ignora y nos dirigimos a la puerta, cuando se da vuelta para colocar la contraseña. Empuño el arma y justo cuando se da vuelta, veo que saca otra pistola de su espalda.

Joder...

¿Tan predecible soy?

—¿Te crees que soy estúpido?—se burla.—Me subestimas preciosa.

—Yo...

—Suelta la puta pistola si quieres que tu hija siga viva.

Mis manos tiemblan, pero no bajo el arma. Su pistola me apunta de la misma manera. En vista de que no le hago caso, habla.

—No serás capaz de disparar, eres mujer, eres tan débil... vulnerable. Tan fácil de usar...—Comenta.—Tu hija será usada como tú. Será toda una putita como su madre.

—A mi hija no la tocará nadie.—Digo.

Pero creo que es más para mí que una advertencia para él.

—Ya verás...

De la nada, la puerta se abre haciendo un gran ruido, el tipo se sobresalta y ve quien es, en cambio, yo aprovecho su momento de debilidad para apretar el gatillo...

Nota: fallas por corregir, lamento la demora:(

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora