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Riley

—Luisa.—Exclamo llamando su atención mientras sueltan mis manos de las esposas.

¿Qué hace ella aquí?

Dios...

—Riley, me enteré de lo que pasó, Samanta me dijo todo...—Dice mirando sus manos.

¿Y si no me cree?

No estaría aquí, ¿o sí?

—Te juro que...

—Lo sé, te creo—Suspira—Podrás haberme sido infiel, pero no un violador. De algo me sirvió haber estado casada contigo, te conozco y sé que serias incapaz de hacer algo así.—lo dice más para ella misma que para mí.

Sus palabras me sacan un gran peso de encima.

Si supiera que "la infidelidad" no fue cuando estaba inconsciente, ¿me creería?

—Gracias—Comento aguantando las ganas de decirle toda la verdad.—Significa mucho que tú creas en mí.—Intento tocar sus manos, pero el guardia grita que no puede haber contacto.—Gracias por venir.

Ella me dedica una sonrisa triste.

—No agradezcas, quedamos con que podíamos ser amigos, ¿No?—Comenta.

Sí, amigos...

Asiento recordando que he estado intentando dejarla ir. Lo que siento por ella no es precisamente de amigos. Pero eso no lo sabe, ni lo sabrá...

—sí, gracias por venir, amiga.—Finjo, que no me afecta decirle así.—¿Te puedo contar algo?

Tengo en la punta de la lengua decirle que jamás le fui infiel, que fui violado, que jamás quise estar con nadie más que con ella.

Pero ella me interrumpe, la veo nerviosa, incluso con los ojos brillantes...

Está a punto de llorar.

—¿Estás bien?— hablo y nuevamente intento agarrar sus manos para calmarla, pero esta vez me importa un carajo los policías.

—Riley... tengo que decirte algo, no se lo he dicho a nadie.—Dice nerviosa.—Ni siquiera a Louis... dios, esto es tan complicado para mí—sus manos tiemblan ligeramente— tampoco sé por qué te lo digo a ti, pero por alguna estúpida razón me siento más cómoda al decírtelo a ti... no sé por qué, pero veo en ti a mi amigo de hace años, extraño ese amigo.—Dice desviando el tema.

—¿Estás bien?—Pregunto nuevamente sin comprender nada.

Asiente y sus ojos se llenan por completo de lágrimas.

—Y-yo... lo siento por estar así, son las hormonas —Respira lentamente.

Dios.

 ¿Acaso está...?

—Estoy embarazada.—Se ríe mientras limpia sus lágrimas de emoción.

¿Qué?

Mis manos se sueltan de las suyas.

Mi corazón da un vuelco, de repente nada más me importa, el dolor en el pecho es insoportable. Está embarazada... 

Está cumpliendo su sueño...

Con otro hombre.

Me hubiese encantado ser el padre. Sería el hombre más feliz si fuera padre de la criatura que espera.

No soy padre.  

Jamás lo fui.

Me engañaron...

Samanta me engañó.

Y enterarme de eso y de esto, es un golpe duro.

Duele...

Duele demasiado.

—Lo siento...—Dice ella.— fue un error, no quise hacerte sentir mal, por favor perdóname.

—No, estoy bien, no te vayas, quédate y cuéntame...—me esfuerzo para que mi voz salga uniforme.— ¿C-cómo quieres que se llame tu bebé?.—Me trago el nudo de la garganta, e intento ser su amigo, como lo era antes de que nos casáramos.

No quiero que se vaya...

Sé que prometí dejarla ir. Pero todo esto me hace quererla a mi lado. Quiero a la mujer que era mi esposa y me apoyaba a pesar de todo. La quiero a ella, aunque sea como amiga. Pero cualquier parte de ella...

La necesito.

Ella me mira con duda, pero al final accede a hablar.

—Creo que se llamara Violeta si es mujer, y si es hombre Mateo, pero no lo sé, tengo que consultarlo con el padre, que por cierto aún no sabe nada.—Comenta con ilusión, puedo ver lo feliz que está.

Mi parte, no egoísta, le encanta que haya conseguido lo que siempre quiso. Pero mi parte egoísta lo odia, porque lo hizo con otro hombre.

—Felicidades, te lo mereces Luisa, realmente lo mereces.—Suspiro ignorando el dolor en el pecho.—¿Cuéntame, ese hombre es bueno contigo?

Dolor.

Dolor.

En mi sistema solo hay dolor.  

¿Cómo me permití perderla?

—Es simplemente increíble—Lágrimas corren por sus mejillas—Sé que me falta conocerlo mejor, pero él parece ser todo lo que siempre he querido.

Auch.

De alguna manera cada una de sus palabras son más dañinas que otras, y sé que ella no quiere que lo sean.

—Eso es genial pulgarcita.—Aunque me intento calmar, no puedo evitar derramar lágrimas.

—Riley...—Comenta con un aire melancólico.

—Estoy bien, me alegro por ti, en serio te lo prometo, lloro porque todo esto por lo que estoy pasando me está agobiando.—Miento.

Realmente estoy feliz por ella. Pero no estoy llorando por estar acá.

—Lamento habértelo dicho en este momento, pero necesitaba decírselo a alguien.

—Me alegro de que lo hayas hecho, me alegra ser el primero que lo sabe.—le doy una sonrisa forzada.

Ella sonríe.

—No es solo eso por lo que vine.—Añade y se vuele completamente seria.—Samanta, ella dijo que yo sería la siguiente.

—¿Hablaste con ella?—Frunzo el ceño. Y ahora recuerdo sus palabras del principio.

"Samanta me dijo"

—Fue ella quien me informó que estabas acá.

—Mierda.—susurro con miedo.

¿Qué planea esa loca?

Puede hacerme lo que quiera, pero no permitiré que dañe a Luisa.

Con ella no.

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora