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Riley.

Llegué a Miami hace poco, llevé mis cosas rápidamente al primer hotel que encontré.

Ahora me encuentro fuera de una especie de club, o casino, no sé lo que es, pero se supone que acá se encuentra ella.

Luisa me bloqueó, pero Louis no.

Para mi buena suerte Louis sube todo lo que hace en el día, cosa que me permite saber de Luisa, ya que hacen todo juntos por lo que veo.

En la entrada me detengo, más bien el guardia me detiene.

—Entrada.—Exige tapando la puerta.

—No tengo, ¿cuánto es?

Él abre la boca para refutar, pero la cierra cuando sus ojos ven mi cartera.

—Dame la mitad que tienes ahí y estás adentro.—Se encoge de hombros.

Saco los billetes, y se los doy todos.

El dinero no me importa ahora mismo, sacaré más después.

Él se mueve de la puerta y puedo ver como todos están bailando. O casi todos, porque al pasar la mirada por el lugar veo a Louis que está con unas chicas en la barra.

Bien.

Si está Louis, Luisa debe estar cerca.

Me meto entre la gente para llegar a él. A penas me ve, le dice algo a las chicas y se levanta para llegar hasta donde estoy.

—¿Tú nuevamente?—Habla con hastiado.

—¿Dónde está Luisa?—sigo inspeccionando el lugar.

—Vete, joder, estás enfermo amigo, supérala y déjala en paz.—Me da unos golpecitos en el hombro.

—Bien, puedo encontrarla solo.—Me doy la vuelta para buscarla.

Hay una especie de balcón, o algo parecido, parece ser algo exclusivo. Puedo ver a muchas chicas parecidas, pero no iguales.

Ella es única...

Miro detalladamente y veo a una chica que capta mi atención.

Bingo.

Ya la encontré

Se encuentra subiendo las escaleras detrás de un tipo de traje.

Joder.

Lleva la mini falda que vi por el envivo.

Me voy a volver loco.

Empujo a las personas para pasar más rápido. A lo lejos siento como Louis grita mi nombre. Pero lo ignoro.

Solo quiero llegar hasta donde está ella.

Estoy casi llegando a la escalera cuando una mano me tira para atrás.

Joder.

Me aleja de los peldaños.

Me doy vuelta bruscamente y veo a Louis.

—¿Qué mierda?—Añado enojado, y lanzo una mirada hacia arriba buscandola.

Ella ya no se ve.

Mierda...

—Déjala en paz.—proclama.

—Jódete.

Me voy a dar vuelta cuando me llega un puñetazo en la cara.

Este hijo de puta no sabe con quién se acaba de meter.

Estoy enojado, necesito descargar este sentimiento y este tipo me ha tocado bastante las bolas, el candidato perfecto.

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora