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Luisa.

Arreglamos las cosas y las subió al auto, bueno, más bien él las arregló y la subió.

No me dejó hacer nada, cree que por estar embarazada no puedo hacer nada. Me dijo que podría hacerle daño al bebé si hacía mucha fuerza.

Aunque le recalqué que "estoy embarazada, no discapacitada" él insistió que no hiciera nada por el bien de mi bebé...

Me gusta que se preocupe por el bebé, pero esto ya es excesivo.

Él va manejando ahora mismo. No se me ha olvidado que tenemos una conversación pendiente.

(...)

Llegamos a mi casa, él dijo que no se quedaría porque tiene asuntos de trabajo que atender.

Sé que es una excusa para no tener la conversación. Me siento en la cama.

—Tenemos una conversación pendiente.—Hablo.—¿Qué me querías decir?

—Eso ya no importa cariño.—Responde.

—Pero...

— Cariño, créeme, no quieres saberlo, eso ya no importa, no vale la pena hablar de eso, no es importante.—Habla completamente serio.

—Para mí si es importante.—Protesto.

—Luisa...

—¿Mi ibas a dejar?—Lo interrumpo.

Y se queda callado.

Eso duele. Su silencio me duele porque me dice lo que se niega a confesar.

—Oh... Vaya.—digo totalmente sorprendida y decepcionada.—Bueno, que el embarazo no te detenga. Puedes irte.—Me levanto a abrirle la puerta.—Puedo darle a mi bebé lo que necesite, no te necesita, no te necesitamos—Miento.

Las lágrimas salen y no paran, no quieren hacerlo. No quiero llorar ahora.

No frente a él.

No quiero que el embarazo lo amarre a mí, si no quiere estar aquí, que se vaya...

Él me iba a dejar, si yo no le hubiera dicho nada seguramente habría desaparecido de mi vida.

Y duele.  

Tal vez me hice falsas ilusiones, creí que él quería algo conmigo, algo serio.

Lo que dijo en el avión hace un tiempo, alimento mis ilusiones.

Tenía que ser muy bueno para ser verdad...

—¿Luisa me escuchas?—Habla sacándome de mis pensamientos. Al parecer me ha estado hablando y no le presté atención.

—Kurt, por favor, no te quedes, no sería justo para ti, para mí ni para el bebé.—Suplico entre sollozos.

No lo quiero aquí si él no quiere estar. No me gusta estar con gente que no quiere mi presencia.

Aún estoy en la puerta, esperando a que salga.

Pero no lo hace.

 —Vete.—digo esperando que se quede.

Lo veo acercarse y mi pecho empieza a latir frenéticamente.

Dios.

Quiero que se quede, quiero que quiera quedarse. No quiero que se vaya, pero no quiero forzarlo a quedarse...

—No me iré.—Dice convencido, mientras lentamente cierra la puerta —Pase lo que pase, me quedaré, y lucharé todas las guerras posibles por estar contigo y mantenerte a ti y a mi bebé a salvo.

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora