Luisa.
Hora antes de la pelea.
Miro a todos lados, no sé cuántos minutos han pasado desde que se fue, pero quiero que llegue luego, para despedirme o... Para hablar con él.
He visto de reojo a Louis y ha estado hablando con un tipo, la verdad no sé quién es, pero tampoco me importa.
Cuando dirijo la mirada por donde salió este hombre que parece creado por los mismísimos dioses, lo veo.
No sé si es mi mente o algo así, pero juro que lo veo en cámara lenta, está abrochándose los botones de su traje.
Es un poco extraño, este tipo de fiesta no es como para venir con traje...
Pero bueno, cada quien se viste como quiere.
Me hago la despistada, fingiendo que no lo he visto caminar hacia mí. Fingiendo que no estuve imaginando que puede haber debajo de ese costoso traje.
—¿Está bien?—Añade cuando llega a mí.
Asiento y mi mirada se posan en sus manos, tiene los nudillos rojos.
—Muchas gracias, por lo de hace un momento.—desvío mi mirada a mis manos, para no parecer tan acosadora al mirarlo fijamente.
Él me sorprende y con una mano levanta mi mentón, haciendo que mis ojos choquen con los suyos.
—No es nada, es lo mínimo que puedo hacer por una chica hermosa que está siendo acosada en mi club.— Recién ahí aleja su tacto de mi cara.
Se alejó tan lentamente la mano que me hace creer que estoy drogada.
No he consumido nada.
Pero tal vez lo estoy.
Con el todo ha pasado lento, como en los doramas. Justo cuando el chico toca por primera vez la mano de su amada. Exactamente así se sintió.
Espera.
Es el dueño de este lugar...
Por eso está de traje.
Ahora lo entiendo mejor, tal vez tiene alguna junta acá y tenía que estar "presentable"
—¿Y como se llama señorita?—habla y mi mirada se va a sus labios. Mis hijos saldrían completamente hermosos si el fuera su padre.
—L-luisa —me aclaro la garganta.— Es un placer señor...
—Kurt Catalán, el placer es todo mío, Luisa.
Mi nombre saliendo de sus labios es la gloria.
Tiene algo, que me atrae a él, aparte de su físico, es como una energía, algo magnético.
—¿Gusta beber alguna cosa señorita Luisa?
—Oh, si me gustaría una margarita por favor.—contesto y él le pide a un chico que la traiga.
—Luisa—se detiene cuando mira mis labios—¿eres legal?
Me río un poco.
—Nueva manera de preguntar la edad, interesante... Pero si, lo soy, tengo veintinueve años—contesto y no puedo evitar fantasear con el tipo que tengo frente a mí.
¿Y él?
¿Es legal?
Y no me refiero a la edad, me refiero a su aspecto.
No estoy exagerando, él realmente es atractivo.
Antes de siquiera preguntarle su edad el habla.
—¿Tienes pareja?—escucho como pasa saliva por su garganta, también logro ver cómo su mirada se posó rápidamente en mis pechos.
Al parecer está nervioso.
¿Yo lo pongo nervioso?
Veo como tiene una mano en su pantalón...
Bien, parece que le provoque algo, y no es exactamente nervios.
—Tan soltera como lo puede ser una mujer en una fiesta en Miami.
—Perfecto.—sonríe.
Y si antes no me desmaye, juro que ahora lo haré.
No sé si es porque estoy con él, pero el ambiente se pone caluroso.
La margarita llega y yo me lo bebo de un trago.
Dios.
—Calma, la noche es joven, no hay por qué apurarse.—habla al ver cómo me bebí el trago.
A la mierda.
El trago me ha dado el valor suficiente como para hacer algo un poco loco.
Espero que él también lo quiera...
Me lanzó a su boca, si antes estábamos cerca ahora me encargo de eliminar el espacio que nos quedaba.
Él me toma de la cintura y me apega más a él. Lo puedo sentir.
Mientras me devuelve el beso siento como cada fibra de mi cuerpo anhelaba esto.
Sus fuertes brazos me tienen pegada a él, y no me quiero separar, pero la falta de aire me obliga a hacerlo.
—Vamos.—Su voz es aún más ronca de lo que era antes. Antes de soltarme me deposita un rápido beso, y toma mi mano.
Mierda, está noche va a ser increíble.
Él es todo lo que siempre he querido. Espero que está fugaz noche se quede grabada en mi memoria con cada detalle.
Yo me dejo guiar por él, ni cuenta me doy cuando vamos subiendo unas escaleras...
Nota: Kurt papito te estabamos esperando
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Mi amor, traidor
RomanceElla realmente desea ser madre. Pero él no lo desea tanto como ella. Ella no lo quiere presionar demasiado, pero sus deseos de tener una familia numerosa son inmensos... Un día ella por cosas de la vida va a su oficina para darle una ultima oportuni...