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Luisa.

—¡Vamos!—grito.—Tienes que alcanzarme o de lo contrario tendrás que flirtear con la abuelita de al frente.

—¡Espera eso no es justo!—añade.—Tú caminas con tacones siempre, esta es mi primera vez, más encima, ¡estoy en las escaleras! Me voy a matar—Se queja.

Dios.

Le pasé unos tacones punta aguja color rojos, le quedan pequeños. Quedamos de que el que llegaba de los últimos al jardín tendría que coquetear con la señora espeluznante que vive frente a mí.

Ahora mismo yo ya estoy en el piso de abajo, y él está atascado en las escaleras, se está afirmando de las barandas.

Él levanta la mirada, y me ve que me voy moviendo lentamente para llegar al jardín.

No pienso perder.

—No, esto es trampa, eres mujer, usas tacones a menudo—Bufa mientras mueve los pies, pero veo que pisa mal.

—¡Mierda!—grita antes de salir rodando por las escaleras.

Me tapo la boca reprimiendo una carcajada.

—No te rías.—alega.—Ayúdame...

—Lo siento, pero no pienso perder.—Me echo a correr con tacones. Esto me sale bien.—¡NI SE TE OCURRA SACARTE LOS TACONES!

—¡No!—Siento como avanza con los tacones.

Me lo imagino corriendo y me río.

Cuando estoy a punto de llegar al jardín siento que unas manos me atrapa.

—¡No!—tiro el codo para atrás con el fin de golpearlo, pero atrapa mi codo.—Louis suéltame o...

—¿O qué?—su voz la siento en mi oído.

Me estremezco...

Mierda.

No puedo perder...

Me doy vuelta, encarándolo. Y cuando lo noto mirándome fijamente así que aprovecho de levantar mi pierna, y golpearlo justo entre su entrepierna.

—Yo no voy a perder.—Susurro y logro mi meta.

Él se queda a metros de mí, con la mano en sus pantalones. Aún está en tacones y me mira con cara de dolor.

Yo solo puedo sonreírle.

—¡Gané!

(...)

Estamos fuera de la casa de la señora, lo obligué a vestirse "formal" para este juego.

No es de ser mala, pero esta señora me ha fastidiado y quiero hacer lo mismo.

—Luisa, me da miedo... por favor no quiero.—Me dice o más bien suplica.

—Tienes que cumplir, perdiste.—Agrego.

—Porque hiciste trampa.

—Puedes cuestionar mis métodos, pero no mis resultados—Me encojo de hombros.—ahora... conquista a la momia.

Toco el timbre y hago me escondo a un lado de la puerta.

Escucho como la puerta se abre.

—¿Qué quieres muchacho?

—Oh, señora mía, la he estado viendo desde hace tiempo...—La voz de Louis flaquea.—y quería confesar que.—Me mira de reojo y yo le indico a que continúe.—quería confesarle que usted me hace perder el juicio... por favor bella dama, acepte una cita con este humilde hombre.

Mi amor, traidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora