La familia de Daniel I

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Ava observaba el mundo exterior a través de la ventana del auto, con un nudo en el estómago y un latido acelerado en el pecho. Los paisajes pintorescos pasaban ante sus ojos, pero su mente estaba demasiado ocupada con los nervios y la ansiedad.

Los colores vivos de los pueblos y las zonas boscosas contrastaban con su agitación interna, convirtiendo lo que podría haber sido un paseo encantador en una experiencia abrumadora.

A su lado, Daniel trataba de apaciguarla, ofreciendo palabras de aliento que resonaban en los oídos de Ava como una melodía tranquilizadora, sin soltar su mano, la cual ya estaba ligeramente sudorosa de tanta tensión que sentía.

—Vas a estar bien, Ava. Estoy aquí contigo, y todo saldrá como planeamos —decía Daniel, con calma, aunque Ava podía notar cierto rastro de preocupación en su mirada.

Ava asentía levemente, tratando de creer en esas palabras mientras intentaba controlar su respiración agitada. Había cambiado su apellido a "Spencer" para mantener las apariencias, y el simple hecho de hacerlo la hacía sentir como si estuviera ocultando algo muy grave.

Daniel continuaba hablando, agregando detalles que Ava debía recordar para su presentación ante la familia Busch. Le decía que debía mencionar que su familia tenía un negocio próspero pero modesto, y que su empresa estaba bien establecida.

—Diles que, desde que trabajas para mí como asistente, tú y tu familia han invertido en propiedades, que tus padres tienen una casa lujosa y que disfrutan de actividades como el golf en un club local, viajar a todas partes del mundo en sus lujosos vehículos y por nada del mundo menciones que tu padre está enfermo, por favor. Añade que estás muy enamorada de mí, por eso no dejas nuestra empresa, porque no tienes necesidad —decía Daniel, con una expresión alentadora.

Ava asentía con un nudo en la garganta, tratando de absorber toda la información mientras luchaba contra el nerviosismo. Su mente estaba abrumada por las expectativas y las falsedades que debía presentar como verdades ¿Cómo podría recordar todo y actuar de manera convincente?

—Y no olvides mencionar que te encanta coleccionar arte en lienzo y la equitación —añadía Daniel, buscando aliviar la tensión con una sonrisa amable—. Recuerda, Ava Spencer, solo tienes que seguir el guión que hemos preparado todo este tiempo y verás como todo saldrá bien. Estoy seguro de que mi familia te adorará. Casi lo puedo sentir.

Ava asintió de nuevo, forzando una sonrisa a pesar de su turbulento mundo interior.

—C-claro... —musitó ella, entre dientes, casi sentía el escozor de la mentira en su garganta.

Miró a Daniel y asintió nuevamente, tratando de recordar que él estaba a su lado y que juntos enfrentarían lo que viniera. Aunque sus emociones estaban en conflicto, estaba decidida a hacer todo lo posible para que esta farsa funcionara, aunque eso significara poner su propia autenticidad en segundo plano.

Ava estaba sumida en un torbellino de pensamientos y preocupaciones, su mente incapaz de concentrarse en nada más que en las próximas horas. De pronto, las caricias lujuriosas de Daniel, en la longitud de sus piernas, se hicieron presentes y apenas lograban hacer mella en su inquietud, como si su mente estuviera en otro lugar completamente distinto al automóvil que avanzaba por la carretera.

Él suspiraba, con su rostro dirigido hacia el frente, no hacía contacto visual, pero su respiración delataba su estado de excitación. Ava tragó fuerte cuando los gruesos dedos de él llegaron más allá de sus piernas por encima de la lona stretch de sus jeans y comenzó a acariciar al nivel de su punto más sensible.

«¿En serio esto está pasando ahora? Dios... no puedo creerlo. Su mano está tocándome ahí abajo y... me estoy humedeciendo, es inevitable», pensaba Ava, tratando de dominar sus expresiones y mantenerse lo más neutra posible.

Una cosquilla recorrió su entrepierna, su vientre y todo su ser cuando de reojo vio una vez más el gran bulto en los pantalones de Daniel y cómo este, usaba su otra mano para auto acariciarse de manera sutil ¡Era una total locura, el conductor podría verlos y eso la avergonzaría mucho!

Mientras sentía aquella electricidad, ella pensaba que ese no era el momento para tales juegos depravados, pero se limitó a cerrar sus ojos y a entreabrir su boca mientras miraba por la ventana, porque aquello vaya que la estimulaba muy bien, hasta que él mismo detuvo aquel vórtice de caricias subidas de tono, para rodearla con su brazo y atraerla para que se recostara en su hombro, ella así lo hizo y cerró sus ojos.

A pesar de los intentos de Daniel por calmarla, con sus palabras "tranquilizadoras", Ava seguía absorta en sus pensamientos, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza en su pecho. La ansiedad y el temor a enfrentar a la familia de Daniel la mantenían en un estado de nerviosismo constante.

Finalmente, el vehículo se detuvo y la voz de Daniel la sacó de su ensimismamiento.

—Hemos llegado, Ava —dijo con su característica calma, aunque ella podía percibir un atisbo de preocupación en sus palabras.

—No puedo creer que tan pronto —respondió Ava y tragó saliva.

Al salir del automóvil, escoltada por su galante prometido, Ava levantó la mirada y se encontró con la entrada majestuosa de la mansión de los Busch. La visión era simplemente deslumbrante y le dejó sin aliento. Una extensa avenida de adoquines conducía hacia la imponente residencia, flanqueada por altos cipreses y jardines cuidadosamente diseñados.

La entrada estaba decorada con una puerta de doble hoja, tallada con intrincados diseños y detalles dorados que reflejaban el estilo neoclásico de la mansión. Sobre la entrada, un imponente frontón triangular se alzaba con una escultura que parecía observar a todos los que llegaban.

El camino hacia la mansión estaba rodeado de flores de colores vivos y arbustos bien recortados, creando un contraste hermoso entre la naturaleza y la arquitectura. Los rayos del sol, se filtraban entre las hojas creando un juego de luces y sombras en el camino.

Ava se sintió anonadada ante la majestuosidad de la entrada y sus alrededores. Una vocecita en su cabeza le recordaba que esto era solo el comienzo, que lo que la esperaba dentro de la mansión podría ser aún más abrumador. Aunque trató de aplacar sus temores, una oleada de nerviosismo una vez más la recorrió de pies a cabeza mientras se preparaba para enfrentar lo desconocido.

Ella se recordó a sí misma que estaba aquí por una razón, y que tenía que seguir adelante a pesar de sus miedos.

Juntos, Daniel y Ava caminaron a paso lento hacia la entrada de la mansión, Ava escuchaba como si el sonido de sus tacones le martilleara los tímpanos, era algo molesto que la atormentaba, pero intentó poner su mejor cara, podían estarla vigilando desde ese momento, no podía fallar.

—Daniel, no puedo evitar sentirme completamente fuera de lugar aquí —añadió Ava, muy nerviosa—. Quiero decir, mira todo esto, la entrada de la mansión es más grande que tu apartamento.

Daniel sonrió con ternura ante la reacción de ella.

—Lo entiendo, Ava. Pero solo recuerda que eres la misma persona que he traído de mi apartamento hasta aquí. Pórtate como si estos ambientes fueran normales para ti, como si no fueran la gran cosa, recuerda, eres una dama de alcurnia.

—Lo intentaré, pero es difícil —respondió la joven entre susurros—. Nunca había estado en un lugar tan lujoso. No tengo ni idea de cómo comportarme en medio de tanta riqueza.

Daniel apretó la mano de Ava, aquello la tranquilizó. El momento estaba tocando a las puertas, no había vuelta atrás.

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Continuará

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Hola, vengo con un nuevo capítulo. El momento se acerca ¿Podrá Ava recordar toda esa hilera de mentiras y fingir bien? ¿Se lo creerán los Busch? Lo veremos en el próximo capítulo. No olvides agregar la historia a tu biblioteca y comentar, eso me ayudaría muchísimo a seguir adelante ¡Gracias por leer!

Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora