Encarando los conflictos

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Ahí se encontraban los dos, entregándose el uno al otro en cuerpo entero, otra vez. Daniel miró a los ojos de Ava quien estaba debajo de él y arañaba su espalda, con su vista fija en la de él. Su rostro estaba perlado de sudor, mientras gemía bajito, ya que no quería ser escuchada por nadie alrededor.

El extendió su mano y con delicadeza acarició su mejilla con ternura, mientras aumentaba sus embestidas y la veía abrir sus labios rojos, otra vez la había sacudido un fuerte orgasmo y solo pudo tapar su boca para no gritar de placer, pero Daniel retiró la mano de ella y le estampó un profundo beso. Sus lenguas danzaban y se acariciaban entre sí, era embriagante. Entre jadeos se separaron y se miraron una vez más.

—¿Quieres más, mi amor? —inquirió Daniel, entre jadeos y sin detener sus movimientos que iban a lo más profundo de la joven.

—S-sí... sí, más —musitó la joven, extasiada con las sensaciones que él le estaba propinando.

—Como tú quieras, preciosa... —respondió Daniel y dio una estocada lenta y fuerte, que casi hacía gitar a Ava.

Daniel sonreía con socarronería y gruñía con voz profunda, mientras aumentaba la fuerza de sus movimientos, no iba a permitir que ahí acabara todo. Su flequillo azabache caía sobre su frente, mojado de sudor y de cuando en cuando lo retiraba porque no deseaba perderse la expresión de su prometida, esa que lo excitaba con cada gemido.

Con rapidez levantó una pierna de ella para apoyarla en su hombro y así llegar aun más profundo en ella. Daniel acariciaba la piel suave del pie de Ava y movía en círculos su cadera, lo cual era un más placentero para Ava y se estremecía con ese vaivén de movimientos. Ella por su parte se sentía llena por completo, el miembro de él había superado sus expectativas y la forma en que se lo hacía solo incrementaban sus ganas de más.

Daniel bajó la pierna de ella, pero sin detener sus fuertes y sonoros movimientos de sus pieles chocando, así continuaron por tiempo indefinido, disfrutando de aquel momento íntimo. Ava acariciaba sus pechos de forma circular, para luego pellizcar sus pezones y aquello hizo que él se mordiera los labios, con la misma se inclinó para succionar uno de sus pechos y eso solo añadió más placer en el vientre de Ava.

Ella nunca se imaginó sentir algo así en la cama con alguien, pero ya no pudo seguir pensando, porque una vez más otro orgasmo sacudió sus sentidos y tuvo que luchar por no elevar su voz y de inmediato escuchó un último gruñido de Daniel, quien salió de ella y bañó sus pechos con aquel líquido tibio de su hombría.

Daniel limpió a Ava y luego se sonrieron allí acostados uno al lado del otro. Se vieron a los ojos y continuaron besándose con ternura, compartiendo ese momento íntimo que les recordaba por qué estaban dispuestos a luchar por su relación, a pesar de todos los obstáculos que se les presentaban. Sus labios se movían en un baile de perdón y afecto, para terminar con un abrazo silencioso y reconfortante.

—Una vez más, lo siento, Ava. No debiste pasar por todo esto, no mereces nada de lo que mi madre te ha dicho —musitó, mientras miraba hacia el techo.

Ava forzó una pequeña sonrisa, sintiendo el afecto en las palabras de Daniel. Acercó su rostro al suyo, y sus labios se encontraron nuevamente en un beso suave y reparador.

—Está bien, Daniel. Lo importante es que nos apoyaremos el uno al otro, bueno, si tú lo prometiste, ahora me toca a mí hacer la misma promesa —dijo Ava, tambien viendo hacia el techo y sintiendo sus mejillas calientes, por el rubor que subía a su rostro.

Daniel volteó a ver a Ava y notó lo azareada que la chica se encontraba, aquello lo hizo sonreír y llevar su mano al mentón de ella para que lo volteara a ver.

—Ava, cambiando de tema, aunque tiene que ver con esto... Te aseguro que me encargaré de los tratamientos médicos de tu padre. No importa cuánto tiempo lleve ni cuánto cueste ¿De acuerdo? —inquirió con su ronca voz.

Ava asintió con gratitud mientras por inercia una de sus manos acariciaba el cabello húmedo de Daniel.

—Gracias, Daniel. Eres un verdadero apoyo para mí y mi familia, aunque ellos aun no lo crean así —Ava miró hacia arriba, con resignación al pensar en como su madre había tratado a Daniel aquella noche.

Daniel sonrió y le dio un tierno beso en la frente antes de continuar:

—Y sobre la boda, debemos comenzar a planearla adecuadamente. Quiero que sea un día perfecto para nosotros dos, todo debe parecer muy real. Debe ser la mentira perfecta —aseguró con convicción.

Ava asintió de nuevo y acercó sus labios a los de Daniel, sellando su compromiso con un dulce beso lleno de esperanza. Ambos sabían que tenían desafíos por delante, pero estaban decididos a enfrentarlos juntos, fortaleciendo esa relación que los ayudaría a salir adelante día con día.

Pronto el estómago de Ava hizo un estridente ruido indicando que se moría de hambre. Ella sonrió con timidez y Daniel se dio una cachetada mental e invitó a Ava a ducharse juntos. Esta vez ella no se negó y se encaminaron al cuarto de baño, para terminar enjabonándose mutuamente y el agua los relajó a ambos en aquel privado lugar. Al salir se colocaron sus ropas y bajaron a desayunar.

Allí sentada a la mesa, Ava se sentía un poco incómoda bajo la mirada de las sirvientas, cuyos ojos parecían pesar sobre ella con un juicio silencioso.

«Ya, en serio... ¿Qué pensarán de mí?», se preguntó internamente. A pesar de eso, decidió no prestar demasiada atención y concentrarse en disfrutar del delicioso desayuno de lujo que se presentaba ante ella.

Mientras esperaban a que les sirvieran, Ava se permitió observar a Daniel. Su caballerosidad cuando la invitó a sentarse se había convertido en una constante y observar su sonrisa cálida le daba seguridad. Ya no podía negar que sentía en él un apoyo en medio de aquella situación incómoda.

«Daniel está aquí conmigo, eso es lo que importa», pensó, sintiendo cómo su corazón latía con un poco más con tranquilidad.

Luego de aquel incómodo momento, mientras viajaban en la lujosa limusina de Daniel hacia la casa de Ava, él aprovechó el momento para hablar sobre el trabajo que quedó pendiente en la oficina y que les urgía retomar eso en cuanto llegaran a la empresa.

Después de esa conversación seria, ambos compartieron un último cálido beso antes de llegar a la casa de Ava. A pesar de los nervios y la incomodidad que sentía en presencia de la gente de Daniel, estaba dispuesta a seguir adelante con esta farsa para ayudar a su familia y a su padre enfermo. Por poco olvidaba su objetivo inicial, gracias a doña Daniela y sus insultos.

Frente a la casa de la joven, la tensión en el ambiente era palpable. Ava sentía cómo los nervios revoloteaban en su pecho, mientras Daniel lucía serio y decidido. Él le pidió a ella que esperara, asegurándole que él abriría la puerta para que saliera. El gesto la hizo sonrojarse, sintiéndose consentida y protegida por su "prometido".

Cuando finalmente descendieron del lujoso automóvil, se encontraron frente a la puerta de la casa de Ava. Fue ella quien tomó la iniciativa de tocar la puerta,

—Daniel, prepárate. Mi madre no va a estar contenta —dijo Ava, en un hilo de voz.

—Lo sé, Ava, pero estamos juntos en esto dijo con su semblante serio y su postura erguida y altiva, para tomar la mano de Ava, acción que la tomó por sorpresa, pero la reconfortó.

La puerta se abrió con lentitud y doña Rosaura apareció en el umbral, con una expresión que prometía problemas, parecía de... ¿repulsión e ira? Ava sintió cómo el nudo en su estómago se hacía más apretado a cada segundo y como Daniel aferró más su mano a la de ella. Las cosas se pondrían interesantemente complicadas a partir de ese momento.

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Hola nuevamente. Ava y Daniel han tenido su reconciliación, pero doña Rosaura no se los dejará fácil ¿Crees que la lograrán contentar? Estoy ansiosa por leerte en los comentarios.

Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora