Fuerte amenaza

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El frío de la noche y de la oscuridad del pasillo, ese que tenía un poco de visibilidad debido a una tenue luz titilante, que parecía temblar al ritmo del cuerpo de Ava, quien estaba a merced de la persona que la había sorprendido rumbo a la limusina.

Ava no podía pensar con claridad, todos sus sentidos estaban congelados, de lo único de lo que podía ser consciente era de la de la forma en que involuntariamente su cuerpo reaccionaba; aquella opresión en el pecho y los espasmos casi eléctricos que el pavor le ocasionaba el hecho de tener un arma apuntando a su sien.

—Escúchame bien, zorra metiche... —dijo una voz, murmurando mientras el aliento caliente parecía quemarle el oído a Ava—. Ya sé que andas jugando al detective y eso no me agrada nada nada

—¿Quién carajos eres? E-eres...Karen, ¿verdad? —dijo Ava, pero aquel brazo le oprimió la garganta con fuerza y el dolor la hizo no decir otra pregunta.

—No sabrás mi identidad, pero te voy a decir una vez esto, escúchame bien —susurró aquella voz—. No solo tu sabes cosas, no, no... Te hemos estado investigando y adivina qué... Ya sé quien eres, Ava López

Al escuchar su apellido real, Ava sintió que su mundo se iría encima de ella. Un escalofrío recorría su espina dorsal y por inercia comenzó a temblar, porque era evidente que la persona, quien juraba podría ser Karen, no estaba sola a pesar de que la joven no podía voltear a ver se podía sentir la presencia de otros individuos. Al ver de soslayo se dio cuenta de que eran cinco más con aquella mujer.

—¿De dónde diablos sacas esa información? No tienes pruebas para acusarme —dijo Ava en un hilo de voz.

La persona que la sostenía la apretó un poco más y le lastimaba la garganta, al mismo tiempo se carcajeó y allí pudo reconocer la voz de Karen, es que no había dudas de que era ella y no estaba sola, tenía sus secuaces que la respaldaban.

Pronto la pantalla del celular de la susodicha fue puesta frente a Ava, mostrándole fotos de ella llegando a su humilde morada, de ella yendo con su madre al hospital, de sus hermanos y de como Daniel la llegaba a traer en su limusina. Al instante que quitaron las imágenes de lo evidente, una acumulación de miedo y rabia invadió el pecho de Ava, que de los nervios trató de zafarse del agarre de la mujer.

—Eres una maldita farsante... Ya sabemos mi equipo y yo que eres una completa arpía —decía la mujer mientras le golpeaba la cabeza a Ava, quien trataba de reprimir un grito—. Como ves, conozco el barrio bajo donde vives, se de tu madre Rosaura, de tus dos hermanos y de tu padre Jeremy en el hospital, todo lo que has adquirido en ropa y modales viene de Daniel, ¿no es así?

Ava comenzó a respirar fuerte y rápido. Sus manos sudaban y temblaban, mientras que una lágrima rodaba por su mejilla.

—Si le dices a Daniel y a su familia lo que averiguaste de mí en ese computador, considérate mujer muerta, niñita y no solo tú, sino que tus seres queridos perecerán también, incluído Daniel y todo te inculpará a ti... ¿Me entendiste bien, mosquita muerta? —comentó la mujer mientras el click del arma indicaba que estaba preparando un tiro—. Quisiera matarte ahora mismo, pero soy mejor para negociar... ¿Quieres que hagamos un trato? ¡Contesta!

La mujer movió bruscamente a Ava, para exigirle una respuesta.

—¡El que quieras, pero no te atrevas a tocar a mi familia ni a Daniel y su familia, no los involucres, por favor —suplicó Ava.

—Así me gusta, que cooperes y seas obediente —dijo la mujer—. El trato es este... Tú vas a entregarme el computador, lo dejarás en la parte trasera de la empresa, además de que vas cortar tu relación con Daniel, ¡cómo me repugna tu relación con él! Ah, pero no romperás con él cualquier día —se carcajeó—, será el día de la cena de compromiso formal frente a todos los invitados. No sé cómo lo harás, pero busca cualquier excusa y vas a desaparecer de su vida por completo, y aparte de eso debes largarte de la ciudad de inmediato. Si haces esto, yo a cambio te perdonaré la vida y a tu familia, y no te haré pasar por la vergüenza de exponer tu falsedad ¿Aceptas?

Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora