Inesperada visita

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Las tenues luces del amanecer y el trinar de los pájaros cantando eran las señales evidentes de que el día que tanto temía había llegado. Se levantó con pesadez, realmente no había podido dormir nada y se sentía perdida ahora que Karen sabía toda la verdad, nunca pensó que las cosas escalaran hasta ese punto, pero así había ocurrido.

Con cierta premura, Ava se levantó no queriendo que esa fuera su realidad, intentó asimilarlo en la ducha, pero le fue imposible. A penas había tocado su comida del desayuno y doña Rosaura no cabía en su angustia, pero por primera vez deseaba dejar ser a su hija, así que no le preguntó nada a pesar de que la vio salir con una mochila en lugar de su bolso caro, solo le dio su bendición y así se despidieron mientras ella desaparecía en aquella limusina.

Ava suspiró todo el camino, se sentía vigilada a cada segundo, con cada movimiento, ella estaba casi segura que Karen veía cada uno de sus pasos hasta en su celular. Era evidente que sabía manejar tecnología y dispositivos a su antojo.

Durante el camino, Ava estuvo conversando con Daniel, que le expresaba lo mucho que anhelaba verla, que ya no deseaba estar en el hospital.

—Te juro que estoy a punto de quererme escapar solo para verte —decía Daniel, con aquella voz grave que le robaba el aliento a la joven.

—No te atrevas a cometer esa locura, por favor espera a que el médico te diga que puedes irte —comentó ella, sabiendo que ese hombre era bastante testarudo.

—Ava...¿Y si nos fugamos a alguna parte solos tu y yo? —propuso Daniel y el corazón de la joven se aceleró.

—¿Y a dónde podríamos irnos? —inquirió Ava entre risas— Mañana es la cena de compromiso y tu mamá no me ha dejado de dar indicaciones para que todo salga bien. Incluso tengo cita en el salón de belleza desde hoy.

—O podríamos... no asistir a esa cena, ¿no crees? —dijo Daniel y Ava juraba que él sonreía después de decir eso.

Ella rió, negó con la cabeza y no tomando en serio las palabras de Daniel, aunque si eso se daba sería la mujer más feliz del mundo, pero con aquella amenaza encima debía continuar fingiendo cortó la llamada para concentrarse en el "plan" de Karen.

Había llegado a la empresa mucho antes de su hora de entrada, y entró con una sensación de fatiga que le pesaba en cada paso. Sus ojos reflejaban el agotamiento de una noche infernal y de el día decisivo en que las cosas cambiarían para su vida y la de sus seres queridos.

Se escabulló hasta la oficina presidencial de manera sigilosa, con cuidado sacó el computador que maldecía a cada segundo. Así pues, lo colocó en el lugar acordado y vio a todos lados para ver si notaba a alguien vigilándola. Al entrar de nuevo a las instalaciones de la empresa, se dio cuenta de que las vigías estaban en la misma empresa: Alicia y otras tres compañeras, aquello solo añadía más angustia en el pecho de la joven.

Pasaron un par de horas y Natalia llegó, al verla notó de inmediato el cansancio que se reflejaba en el rostro de su cuñada. Le dedicó una mirada preocupada y, con gentileza le hizo una sugerencia que podría solucionar.

—Querida... estás exhausta. Mañana es un día muy importante, es la llegada de Daniel a la empresa y la cena de compromiso. Necesitas estar descansada para el gran evento —dijo Natalia, insistiendo en que Ava se tomara un respiro.

Ava titubeó en un principio, mostrando su preocupación por dejar sola a Natalia, pero esta ultima reafirmó su postura. Finalmente, la joven cedió, se acercó a ella y la abrazó con gratitud por ser tan considerada y ser su apoyo en todo ese tiempo y así se dirigió hacia la salida, por fin tendría tiempo para pensar cómo terminaría con Daniel.

Mientras tanto, él había pasado por un largo tiempo inmerso en su laptop, su mirada estaba concentrada en la pantalla con los informes que él le había encargado a Ava desde días antes. Los dedos ágiles tecleaban con determinación, deslizándose sobre el teclado mientras verificaba minuciosamente el trabajo.

Además de su ocupación con la computadora, Daniel hacía pausas periódicas para tomar llamadas telefónicas. Con gestos meticulosos, marcaba números y mantenía conversaciones en tono serio, confirmando detalles con cada interlocutor. A veces su rostro reflejaba preocupación, pero también se podía apreciar una especie de determinación en sus acciones.

En un intento por mantenerse al tanto de cada detalle de la cena de compromiso, Daniel se tomaba el tiempo para llamar personalmente a algunos invitados. Su voz denotaba entusiasmo al invitar a cada persona, asegurándose de que estuvieran presentes en el evento tan esperado.

Doña Daniela, quien había ido a visitarlo, notó el cambio en su actitud, su ansiedad por dejar el hospital era palpable y un mal presentimiento la invadió. Cuando le preguntaron sobre su agitación, Daniel respondió con una sonrisa forzada:

—Es solo que, estoy ansioso por salir de aquí y volver al trabajo. Hay mucho por hacer en InterStellar Company y tengo mucho trabajo pendiente y me muero por ver a Ava.

—Deberías tomar tu medicamento para relajarte, sabes que te hace bien —respondió ella, con una sonrisa mientras le extendía una pastilla con un vaso lleno de agua.

Daniel los recibió con el ceño fruncido y la boca ladeada, pero sin renegar llevó la pastilla a la boca y tomó un sorbo de agua, su madre le dedicó una sonrisa y se despidió de él, pero en cuanto dejó de ver a doña Daniela, se escupió algo, se quitó a la fuerza el catalizador de suero que tenía en la muñeca y dos horas más tarde ya habían notificado a la familia Busch que el señor Daniel había salido antes de haber sido dado de alta.

Doña Daniela y don Manuel comenzaron a llamar a Daniel como locos, pero este no respondía, llamaron a Ava para avisarle y la joven se preocupó sobremanera, no sabía nada tampoco. Pronto la señora llamó en ultima instancia a Karen, quien respondió con la voz tranquila:

—Tranquila, Daniela... ese hombre no pudo haber ido muy lejos, puedes creerme, no te preocupes, sabes que yo lo tengo vigilado hasta el tuétano —dijo Karen, quien tenía un GPS en el que veía exactamente la ubicación de Daniel—. Si quieres veámonos en la plaza del centro lo antes posible y te diré donde se encuentra el pillo de tu hijo.

Mientras tanto, Ava, quien estaba en su casa, pensativa por todos los conflictos en su mente, se preparaba para darle la noticia a su madre de que se iría de la ciudad, ese era el trato que tenía con Karen. Su corazón dolía porque entre más rápido se enterara, más rápido podría pensar a dónde mudarse.

La joven se acercó a su madre y la invitó a sentarse frente a frente en la sala. Al levantar la mirada y entreabrir la boca

—Hija... Ya dime cuál es el misterio que te traes, desde hace dos días estás extraña —dijo doña Rosaura, con voz lastimera—. Si no cuentas lo que te pasa, ¿cómo te podremos ayudar? Dime, hija... ¿Es por la cena de compromiso, esa a la que ni siquiera estamos invitados, con tal de proteger nuestra identidad humilde?

Ava negó con la cabeza, sin mirar a su madre a los ojos, porque los de ella ya se estaban llenando de lágrimas, pero antes de que pudiera decir algo, unos toquidos sonaron en la entrada de la casa.

Doña Rosaura se levantó con pesadez y de inmediato sus ojos se abrieron con sorpresa. Frente a ella estaba la presencia de Daniel Busch, pero a su parecer, nada elegante, sus ropas parecían demasiado ordinarias, además estaba agitado y sudoroso. Al acercarse Ava para verificar quién era, su corazón dio un vuelco enorme de alegría pero también de preocupación ¿El se había escapado del hospital solo para verla o había algo más?

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¡Hola! Vengo con un nuevo capítulo y Daniel ha sorprendido a Ava y a su madre con su repentina llegada ¿Qué le pasará? Averígualo en el próximo capítulo que se acerca cada vez más al desenlace. Estaré ansiosa de leerte en comentarios ¡Gracias por leer! n.n


Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora