Aclaraciones y tensiones

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Ava temblaba por dentro y luego de tragar saliva, observó con nerviosismo cómo la señora se acercaba a ellos, sintiendo una mezcla de ansiedad y temor por entablar conversación con doña Daniela; en definitiva la visita a la mansión el día anterior le había dejado un mal sabor de boca.

Daniel, por su parte, parecía tranquilo y confiado, lo cual sorprendió a Ava, mucho más después de que supuestamente le quebró el celular, acto maligno que creía fervientemente viniendo de esa señora, aunque no la conociera del todo bien algo le decía que era capaz de eso y de más.

—Mi Danielito —escuchó Ava, mientras observaba ese saludo tan afectuoso.

El fuerte abrazo que compartió con la señora le heló la sangre a Ava, no se lo podía creer. Su ceño se frunció con preocupación y la ansiedad solo incrementaba en su pecho ¿Acaso Daniel era tan benevolente como para olvidar y perdonar de inmediato? Todo era tan confuso, hasta que ambos comenzaron a hablar.

—Ava, permíteme presentarte a doña Dania, mi querida tía. Tía, te presento a Ava Spencer, mi prometida —dijo Daniel, mientras abrazaba a la señora por los hombros, aquello sí que era una sorpresa.

—Ah, así que tú eres la prometida de mi sobrino! Debo decir que hace mucho que no veía a Daniel tan emocionado —dijo la señora y le guiñó un ojo a Daniel, quien sonreía orgulloso.

— Mucho gusto, doña Dania. Es un placer conocerla —respondió Ava, con la mirada agrandada y la sonrisa nerviosa, mientras se estrechaban las manos.

—El placer es mío, Ava. Daniel me ha hablado mucho de ti desde hace semanas —comentó doña Dania.

La expresión de Ava era digno de una fotografía infraganti. En verdad no cabía en su perplejidad al descubrir que doña Dania era la hermana de doña Daniela, eran gemelas. La similitud entre ambas mujeres era asombrosa y eso la dejó más que atónita.

«Son idénticas!», se decía Ava internamente, mientras escuchaba elogios por parte de doña Dania hacia la afeitada de Daniel.

—Ese cambio te sienta fenomenal, querido —dijo con una amplia sonrisa y se dirigió hacia Ava—. Sin duda tú lo has inspirado a tomar estas medidas, querida. Danielito no dejaba su barba, pero tampoco la cuidaba, esto es algo muy bueno, muy bueno.

Ava vio la mueca divertida que hizo Daniel al comentario y rió con suavidad, se sintió aliviada al recibir aquel saludo afectuoso de doña Dania y al escuchar lo bien que trataba a su prometido. Sin duda era una persona que irradiaba una energía completamente distinta a la de su hermana. Por primera vez, Ava se sintió verdaderamente bienvenida en la familia de Daniel.

— Bueno, estamos muy contentos de estar aquí. Gracias por recibirnos, doña Dania —dijo Ava, inclinando un poco su cabeza en señal de respeto.

–Por favor, Ava, llámame tía Dania. Estás entre amigos aquí. Ahora, disfruten su visita. Les sugiero que visiten el almacén de vinos añejados y luego pueden dirigirse al comedor exclusivo, yo estoy muy atareada, pero ustedes disfruten, es su casa.

—Tí Dania, sabes que es un placer estar aquí. Vamos a seguir su consejo y explorar un poco el viñedo.

La atmósfera se llenó de un ambiente amigable y cálido mientras doña Dania señalaba con su mano que pasaran adelante. Daniel y Ava continuaron el recorrido entre las vides, tomados de la mano mientras admiraban aquellos racimos de un violeta intenso y apetecible, la boca de la joven salivaba constantemente.

Ava interrumpió el silencio:

—Ey, este lugar es realmente hermoso, gracias por traerme a un lugar tan importante para ti —dijo Ava, sonrojada.

Amor en números rojosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora